La oferta de carnes de ovinos y caprinos no satisface la demanda nacional, por lo que hoteles, restaurantes y supermercados tienen que recurrir a la importación de alrededor de un 50% del consumo local, que es de unas 4,200 toneladas métricas al año.
Esa producción, que en el país todavía es rudimentaria, tiene un gran potencial en el mercado internacional de la carne convencional y orgánica de ovinos y caprinos. Puerto Rico ha solicitado varias veces un furgón, lo que no ha sido posible satisfacer por falta de producción.
El país puede competir en precios y además a agregar valor con calidad a ese tipo de carne y aprovechar nichos de mercado, según el director ejecutivo del Consejo Nacional para la Producción Pecuaria (Conaprope), Radhamés Silverio. Se estima que el consumo per cápita de estos pequeños rumiantes es de medio kilo anual, equivalente a un 1% del total de la carne consumida a nivel nacional.
Las importaciones de carnes de ovinos y caprinos vienen de Nueva Zelanda, Austria, Estados Unidos y Haití, según las estadísticas oficiales disponibles. En el país hay unos 300 mil ovinos y caprinos, principalmente en las regiones Noroeste, Suroeste y Central, en donde se concentra el 57% de los productores de estos animales. De acuerdo con ell Instituto Dominicano de Investigaciones Agropecuarias y Forestales (Idiaf), los sistemas productivos de estos rumiantes presentan limitaciones referentes los a diferentes aspectos de manejo: alimentación, reproducción, sanidad y comercialización. En el país no hay grandes extensiones disponibles para la crianza de estos animales y la matanza y comercialización todavía son rudimentarias. Las carnes de ovinos y caprinos se comercializan principalmente en las entradas y salidas de los pueblos (a la intemperie) y en algunas carnicerías. Los hoteles, restaurantes y supermercados prefieren importar esas carnes para ofrecerles mejor calidad a sus clientes, gran parte turistas.
El país tiene tres rubros pecuarios a los que se les han dado las principales atenciones: avícolas, porcino y la ganadería bovina de leche y carne, dijo Silverio. La economía se ha ido desarrollando y el mercado y el turismo han crecido, lo que ha provocado una demanda de esos tipos de carnes en el turismo y los supermercados, pero con mayor calidad que las que hoy se ofertan en el país y que ameritan de tecnologías de faenamiento, procesamiento y frío que garanticen calidad competitiva en el mercado.
Hay una necesidad de que productores y autoridades comiencen a valorar la situación, porque según estudios de hace dos años, aquí hay una demanda creciente de carne de ovinos y caprinos, según Silverio.
Si eso ocurre, vamos a necesitar una mayor cantidad de reproductoras de cabras y ovejas con mejor tecnología.
El director ejecutivo de Conaprope consideró que eso traería una revolución en la producción ovi-caprina y las propias instituciones agropecuarias oficiales tendrían entonces que desarrollar programas más eficientes de extensión y asistencia a los productores, porque más de 300 mil ovinos y caprinos que tenemos en el país (hembras y machos), van a mejorar la calidad de la producción.
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Más producción
Con una mayor producción de ovinos y caprinos y mejoría en la calidad de la carne, se reducirían las importaciones y los productores tendrían mayores ingresos, agregando valor. Su producción, en la generalidad de los casos, es rudimentaria, salvo donde hay criadores organizados en cooperativas o proyectos individuales.