Carretera X

Carretera X

Cabañuelas no son cabañas pequeñas o de bajo costo para el alquiler de paso. Se le llama así a esa especie de oráculo climático de la creencia popular que utiliza los primeros días de enero (o de agosto) para predecir cómo serán climáticamente los siguientes meses del año.

Es decir, el 1ro. de enero equivale a enero, el 2 de enero equivale a febrero, el 3 a marzo y así hasta el mismo 12 de enero que equivale a diciembre.

Para el año 2004, y según las cabañuelas, enero será un poco lluvioso en su primera mitad porque desde que fueron las 12 de la medianoche del 31 de diciembre del 2003 comenzó una llovizna que se mantuvo intermitente hasta cerca del medio día del 1ro. de este mes.

Según el día 2 de enero, febrero será de mucho sol, aunque al final habrán muchas nubes. El 3 de enero indicó que marzo tendrá lluvias intermitentes. El 4 de enero dio indicios de abundantes lluvias para abril, lo que puede coincidir con una primavera muy copiosa. El 5 de enero, correspondiente a mayo (¡ay mayo, ay mayo, electorero mayo!) tuvimos abundantes lluvias luego del medio día, lo que significa que mayo será muy lluvioso a partir de su mitad, aunque la primera parte tendrá también algo de agua, pero no tanto como al final. Faltaría saber qué tan lluvioso será el día 16.

Por otro lado, junio, representado en las cabañuelas por el día 6 de enero, tendremos abundante sol, principalmente en las últimas tres semanas. El 7 de enero las cabañuelas indicaron que julio también será de sol, mientras que en agosto habrán grandes nubosidades en su primera mitad, cosa que no es halagadora, pues en agosto podrían presentarse huracanes en esa misma primera mitad.

El 9 de enero (en que esto escribo) ha sido un día claro, por lo que septiembre podría ser limpio y de sol también. De los demás: octubre, noviembre y diciembre no sé, ya me dirán las cabañuelas los días 10, 11 y 12 que vienen.

Pero si ustedes creen que esto le importa a alguien están muy equivocados. La gente este año sólo estará en elecciones, en mayo y sólo mayo, peor para todos, porque mientras no salgamos del estigma de que cada cuatro mayos es que tenemos derechos viviremos consultando oráculos hasta el fin de nuestros días.

Entrando a Ramón Santana

La carretera que lleva a Ramón Santana, desde San Pedro de Macorís, está bordeada de cañas. Y al entrar en esta pequeña ciudad se entra como a un limbo. La gente no «sonríe al turista», ni al turista ni a nadie. Solamente se pueden oír algunas voces alegres por lo juveniles, cuando se aglomera un grupo de adolescentes estudiantes en el puente de entrada esperando «bolas» al regreso de la escuela.

Ramón Santana es uno de los pueblos afectados por la caída de la producción de azúcar, Más que caída el matazo, con rodillas mondadas y boca partida. Los ramonsantanenses (si es que así es su gentilicio) todavía no salen de la conmoción del golpe.

Preguntando entre algunos de ellos me enteré que los únicos empleos en Ramón Santana son los del ayuntamiento y de la representación de la gobernación. El resto «se la busca» en el comercio informal y la limitada agricultura de la zona.

Viendo su aspecto provincial pregunté si había algún atractivo turístico que valiera la pena resaltar. Me dijeron que lo único turístico era el río, el Soco, que pasa cerca y crea un remanso donde van muchos visitantes, pero como lo que hablan a veces es inglés cocolo de San Pedro de Macorís no son considerados turistas.

Unas ruinas históricas

Esas «ruinas» ocultas por esos árboles pertenecen al antiguo destacamento de la Policía Nacional en Ramón Santana. Presentan la misma arquitectura que los demás locales policiales construidos en época de Trujillo en todo el país, semejantes también a los locales que utilizaba el Partido Dominicano… quizás con una segunda intención.

Si nos guiamos por las condiciones en que eran alojados los policías de entonces y las comparamos con las de ahora -allá en Ramón Santana- tendríamos que concluir en que ese es un pueblo camino al atraso, puesto que ahora la policía está alojada en una casita estrecha y sin ninguna comodidad para los agentes, quienes están desde hace 15 o 20 años esperando la restauración del antiguo destacamento.

Mientras tanto, las únicas «ruinas históricas» de Ramón Santana, que pueden «apreciarse» a la derecha de su entrada luego que se cruza el puente, están ocupadas por una mezcla de mueblería, almacén de cachivaches y refugio de desamparados, a la espera de su restauración o su demolición. Todo dependen del ingeniero que le eche el ojo y lo proponga al gobierno como obra prioritaria de Ramón Santana.

Los chivos y las elecciones

Unos chivos que me vieron mientras deambulaba con mi cámara por Ramón Santana y su carretera me confundieron con un periodista y quisieron dar algunas declaraciones sobre las elecciones y la resonada Ley de Lemas. Por más que les dije que nadie les tomaría en cuenta insistieron en su derecho a la libre expresión y tuve que darles su oportunidad.

«Nosotros estamos muy chivos» -comenzaron diciendo- «con ese asunto de la Ley de Lemas, porque esa señora no sabe lo que dice y mucho menos puede hacer una ley». Yo quise aclararles la cuestión pero no me dejaron, siguieron hablando. «Durante todos estos gobiernos los aspirantes se la pasan amarrando dizque unas chivas por allí y otras chivas por allá sin que al final se sepa de qué chivas hablan, aunque sabemos que al final terminan fiestando juntos y bebiendo Chivas Regal».

Me pareció interesante la opinión de los chivos y les dejé opinar. «En este país todo el mundo quiere ser presidente por cualquier medio, y como lo que vale es el dinero hasta desfalcan un banco para pagarle una campaña al socio que quieren que se alce con la chiva y la ñoña».

«Los responsables del Estado nos han estado poniendo los cuernos, porque mientras nos juran fidelidad sobre la Constitución se van de chiviricos con los intereses de algunas vacas gordas extranjeras por ahí.»

Como ya estaban medio acusando les sugerí algunas últimas palabras. «Bueno, -dijeron- que aquí no nos vamos a encomendar al Santo Cachón. Si los ricos y políticos van a estar como chivos sin ley y clavándole a los pobres el cacho, va siendo hora de que nos declaremos ¡o to`toro o to`novillo!, pero ya».

Como yo no sé por donde iban los tiros mejor ni opiné.

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