CARRETERA X 
Yo lo dije una vez

CARRETERA X <BR> Yo lo dije una vez

POR DOMINGO ABRÉU COLLADO
Creo que fue por el año 99 cuando sugerí que nuestras carreteras podrían ser utilizadas para aterrizajes, no necesariamente forzosos, sino turísticos, de comercio rápido, para que los turistas compren cocos de agua y collaritos de ámbar, para cambiar de un avión a otro y para algunas que otras minucias de esas que en los aeropuertos toman tanto tiempo y contratiempo, pero que en las carreteras podían efectuarse con facilidad.

Parece que alguien aprovechó mi idea. Y mírenlo ahí, ya comenzó la utilización de nuestras carreteras como aeropuertos, incluyéndole algunas mejorías a mi idea, porque naturalmente toda buena idea siempre es posible de mejorar.

Recientemente aterrizó una avioneta en la Autovía del Este -en realidad la mejor para estos trotes-, y en una operación relámpago se trasegaron a un par de yipetas bultos, gente, milky ways, cashews y otras cosas. Todo en un tris, en lo que canta un gallo, en lo que dicen berenjena, en lo que pestaña un gato. Es decir, supereficientísimamente.

Eso demuestra lo ágil y funcional que pueden ser las carreteras utilizadas como aeropuertos, sin tantos papeles, sin selladera, sin interrogatorios, sin nadie pidiéndote un par de tenis, un jean o cinco dólares. Simplemente llegar y salir.

Pero como siempre, la gente inculta está viendo donde no hay. Ya hay quienes piensan que lo de la avioneta en cuestión estaba en algo malo, en algo ilegal. Todo porque los ocupantes salieron rápido, la quemaron y se fueron.

Lo que ocurre es que, junto al desarrollo de la idea de las carreteras como aeropuertos, también se están desarrollando tecnologías y sistemáticas paralelas acordes con las exigencias de ese nuevo tipo de servicio.

Por ejemplo, ahora se están utilizando avionetas desechables, algo así como los pampers, que no se pueden utilizar más de una vez, pero que aguantan una buena cagada. Así, esas avionetas aguantan una buena carga que cubre todos los costos y a la avioneta también. Por lo que se pueden deshacer de ella de inmediato.

El incendio de la nave no es más que un esfuerzo por evitar que cualquier desaprensivo intente usarla de nuevo poniendo en riesgo vidas ajenas. Algo así como se hace con los cargamentos de droga, que se queman para evitar que los generales la revendan de nuevo.

Yo, como autor de la idea en cuestión, me atrevería a sugerir que de ahora en adelante una buena parte de la importación de mercaderías ligeras se haga por vía aerocarretérea, como forma de agilizar el comercio importador.

También sugiero que para diciembre -y para evitar el caos que se arma en el Aeropuerto de Las Américas a la llegada de los dominicanyorks y yorkdominicans- una parte de éstos sean dejados en las carreteras con sus maletas, sus galones de Johnny Walkers, abrigos del Antártico y funditas de Snickers, para que no sufran las molestias que por cada diciembre les envuelven en dicho aeropuerto.

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Alimento del instinto asesino

Creo que todos estamos siendo alimentados sin saberlo de cierto instinto asesino. Todos los que conducimos un vehículo por calles y carreteras y tenemos que contemplar cómo se violentan leyes y normas, y ver cómo se atenta contra la vida de miles de ciudadanos diariamente, estamos recibiendo cada día una dosis enorme de estimulante del instinto asesino.

Cada vez que un conductor de autobús embiste contra un automóvil con el sólo propósito de rebasar para llegar antes donde está un pasajero se atenta contra la vida de los que van en el automóvil, de los que van en el autobús y en todos los vehículos cercanos. Sabido es que cuando un vehículo se accidenta queda sin control y todo a su alrededor queda expuesto a la embestida y la muerte.

Cuando eso ocurre, cuando se lanza un autobús hacia el rebase sin el menor miramiento. Cuando se irrumpe en un espacio de la calle o la carretera robándole el derecho que por lógica o ley le corresponde a otro vehículo. Cuando se utiliza el volumen de un autobús para imponer la fuerza, para hacerse por la fuerza de un espacio en la calle o en la carretera, todo el que se siente agredido siente igualmente cómo le invade el instinto asesino contra el agresor.

Nos llegan entonces a la cabeza todas las películas de violencia, nos invade la necesidad de tener aquel famoso sexto sentido o fuerza telequinética, aquella terrible y utópica posibilidad de que con sólo orientar nuestros dedos hacia el vehículo y ejercer un poco de concentración mental lo vamos a elevar por los aires y estrellarlo contra el pavimento, incendiarlo en rojas llamas y hacerlo estallar. Y todo como resultado del ya incontrolable tráfico y la todavía más incontrolable competencia de los conductores de autobuses por los pasajeros, a quienes para nada les interesa si sus vidas son transportadas con seguridad, sino sólo llegar, aunque sea al mismo infierno.

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Por ahí viene el etanol

Lo que ustedes ven que viene arrastrando ese tractor no es caña. Bueno, es caña, pero también es algo más que caña. Es etanol, un subproducto de la caña que pronto se convertirá en producto fundamental. O ya debería convertirse en producto fundamental con la situación que se está dando con el petróleo.

Porque ocurre que el petróleo nos amenaza con ponernos la vida negra a todos los niveles. Y como ustedes ya habrán adivinado… ¡¡no hay petróleo en Charco Largo!!

Pues eso, que por suerte, tanto en Haití como en la República Dominicana existen enormes extensiones de plantaciones de caña (y de zonas que estuvieron plantadas de caña) que debido a la debacle del azúcar se quedaron sin futuro.

Pero ahora el futuro les ha llegado con el etanol. Porque tenemos la posibilidad de utilizar los antiguos cañaverales para producir un combustible que puede ir sustituyendo la gasolina. Pero por otro lado puede ir sustituyendo también el gas de cocina, pues el etanol funciona mejor que el gas, tanto por su rendimiento como por su limpieza.

La cuestión primero es que el Estado vea que es serio, que es amenazante el problema del petróleo. Pero no que lo vea y se rasque la cabeza. Es que lo vea y decida tomar una decisión.

Por lo pronto tenemos más caña que la que se necesita para iniciar un proyecto de producción de etanol. Y por otro lado tenemos en el país técnicos dominicanos e inversionistas dominicanos y haitianos dispuestos a echar adelante un proyecto entre las dos naciones, proyecto que puede resolver dos problemas, sino tres: 1) producir combustible, 2) producir puestos de trabajo, 3) establecer una mejor relación entre los dos países. ¿Alguien se opone a eso?

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Puerto Plata ahumada

El pollo ahumado es riquísimo. La carne de cerdo, principalmente el jamón, gusta ahumado más que de cualquier otra manera. Hay gente que vive mejor su vida cuando está «ajumao». Hasta cerámicas vidriadas ahumadas resultan lindísimas para decoraciones.

Pero, Puerto Plata ahumada como que no tiene mucho atractivo. Y ese es un problema que está afectando a Puerto Plata con la proliferación de plantas en la principal ciudad de la costa norte.

Y no es solamente la cuestión de verse ennegrecida por el humo. Es el problema de la contaminación de sus habitantes, y como segundo problema de habitantes está lo poco atractivo que resulta turísticamente una ciudad tan amenazada por el humo. Bueno, más que amenazada, cubriéndose de humo, por más cerca que esté del mar.

Y no hay manera de recurrir aquí, en esta página, en esta «Carretera X», a la famosa frase de que «las autoridades deben tomar cartas en el asunto», porque no es un asunto de juego de cartas, es el asunto más serio que afronta Puerto Plata, tanto por el problema de la energía como de la contaminación durante su producción.

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