CARRETERA X
Con el Arenal detrás

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Una de las carreteras más transitadas por los turistas en Costa Rica es la que lleva al volcán Arenal, activo y probablemente el tour más solicitado por los turistas, quienes visitan además el Parque Nacional Arenal, nombrado así precisamente por la presencia del volcán. El parque se localiza en la vertiente septentrional de la cordillera Tilarán, en la zona que hace fronteras con las provincias Alajuela y Guanacaste.

El Parque Nacional Arenal fue creado en fecha 30 de septiembre de 1991, y tiene una extensión de 2,920 hectáreas. Incluye además un río, un lago y una localidad, todos con el mismo nombre: Arenal.

La mayor elevación en el Parque es el volcán, con 1.633 metros, formando parte de la cordillera volcánica que atraviesa Costa Rica y que cuenta con más de cien volcanes. Arenal es el más activo de todos, también uno de los más perfectos en su cónico aspecto.

No obstante la actividad volcánica en la zona existe en el Parque un conjunto de fauna y flora con características de bosque pluvial premontano, por lo que ha merecido protección. Pero además, se le reconoce importancia acuífera a la zona, puesto que sus aguas drenan hacia el embalse Arenal (el mismo nombre), donde se produce energía hidroeléctrica y desde donde se canalizan aguas hacia proyectos agrícolas y gnaderos del Distrito de Riego de Moracia.

El Parque alberga en su interior tres zonas de vida: bosque muy húmedo premontano; bosque pluvial premontano y bosque pluvial montano bajo. Abunda el guayabo de monte, el cocolobo, el níspero, la balsa y el laurel. Entre los animales más característicos de la zona están el pizote (coatí, que dicen los cronistas que también estaba en La Hispaniola), el perezoso (que también estaba aquí, encontramos sus restos en la Cueva No. 1 del Pomier), el venado (introducido por Ramfis Trujillo y de los que todavía hay algunos silvestres) y la danta.

También hay muchas aves: loros, pericos y quetzales; serpientes como la terciopelo y la boa.

Pudiera ser Santo Domingo, pero…

Todo, en la foto, parece indicar que se trata de uno de los tantos sitios de nuestras tantas carreteras en la que se expenden frutas tropicales. «Pero no», como dice Don Pedro Mir.

Se pueden apreciar los montones de piñas, «desmoñadas» y listas para ser peladas e ingeridas tal cual las deja la madurez. Parece un lugar de Santo Domingo. «Pero no…»

Ahí cuelgan los plátanos, verdes y maduros, grandes y pequeños, pintones y tiernos. Tal como si fuera un puesto frutero de Barahona, por ejemplo. «Pero no…»

Se ve la yuca, colocada en el suelo para que no pierda su frescura ni su vinculación radical con la tierra que la creó, crió y vio crecer. Parece Moca, por ejemplo. «Pero no…»

Enfundadas y a la sombra aguardan las cebollas, planificando la manera más lacrimosa de atacar la sensibilidad de las mujeres. Parecen de Constanza. «Pero no…»

Grandes y esféricas auyamas vislumbran su futuro hechas papilla para bebés, víveres de sopa, cuerpo suave de cremas, puré al aceite de oliva, o fina harina para flan. Serían auyamas de la carretera Mella. «Pero no…»

Lechozas, que no pueden faltar en cualquier punto frutero que se respete. Parece que fuera en San Pedro de Macorís. «Pero no…»

Mangos, un tanto fuera de época, porque si en época de mangos fuera reyes fueran del punto entero. No lo son, pero ahí están. Tal parece un puesto de frutas de San Cristóbal. «Pero no…»

Queso blanco, pues no falta en cualquier sitio frutero de San Juan de la Maguana. «Pero no…»

Todo parecería indicar que se trata de cualquier puesto frutero en una carretera de la República Dominicana. «Pero no…», es solamente apariencia. Hay un elemento importante que está presente en todos nuestros puestos de frutas de carreteras y mercados, aparte de su variedad, colorido y precios que saltan, bajan y vuelven a brincar, como palomitas de maíz. ¿No lo han notado aún? ¿No han echado en falta algo tan dominicano?

Si fuera un puesto de frutas en cualquier carretera o mercado dominicano, la basura estaría por todos lados. Este es en Horquetas, Costa Rica.

El “gallo pinto”

Hay gente que se queja del arroz porque aparece por todas partes. Y eso, que no han estado por Centro o Suramérica. El arroz es el cereal más consumido en todo el planeta, siendo la base alimenticia de la mayoría de la población en el mundo.

Existen pueblos de Asia donde el arroz se come en todas las comidas del día. Histórico (y epopéyico) era el hecho de que en Viet-Nam, durante la guerra de independencia contra Francia y durante la guerra de liberación nacional contra los Estados Unidos, los combatientes del Viet-Cong tenían como único recurso alimenticio cotidiano en sus mochilas de combate una compacta bola de arroz para roerla por varios días mientras desarrollaban alguna de sus operaciones militares.

Pero siempre será sorpresa para un dominicano encontrar al arroz como parte de un desayuno en alguna parte del mundo, como en Ecuador o en Costa Rica, por ejemplo.

En una carretera hacia Ambato, en Ecuador, nos encontramos una mañana (cuyo sol no había hecho acto de presencia todavía) con un plato de arroz blanco de una elevación parecida a la del Pico Duarte, y en la cima tremendo huevo frito. No parecía este plato otra cosa que una cima nevada sobre la que ya sí asomaba el sol. Le llaman «huevo a caballo» y lo sirven de desayuno.

Pues algo parecido me encontré el otro día en una carretera rumbo a Jicarito, de Alajuela, Costa Rica. Mordido por un hambre que comenzó su mortificación a las 5 de la mañana, nos encontramos tres horas después con un parador muy lindo en la carretera, en un Santo Domingo de los varios que tienen los ticos, con un plato en el que el elemento base era un moro de habichuelas negras, acompañado éste por dos huevos fritos (que también pueden ser servidos revueltos con jamón), una lonja frita de plátano maduro y fresas rebanadas. Hermosa presentación.

Le llaman «gallo pinto», y lo desplumé en menos de lo que cantaba.

Cisternas de la carretera

El agua, abundante en Costa Rica, es manejada en las provincias mediante almacenamientos colectivos colocados como cisternas a la orilla de las carreteras y de donde parten tuberías que por gravedad llevan el agua a las comunidades.

Pues muy bien. ¿Y entonces?

Pues que me resultó altamente llamativo el hecho de que todas las bocas de las cisternas se mantengan con una limpieza pulcra, pintadas todas y debidamente bajo el yerbazal que pueda crecer en su entorno.

Y no estamos hablando de tres cisternas. Son miles de estos depósitos los que se encuentran diseminados junto a las carreteras, y todos reciben la debida atención, pues en Costa Rica saben del valor del agua. No hay que vivir en Israel, en Jordania o en Burundi para tener plena conciencia de lo que significa tenerla y cómo se debe manejar el agua que ha de consumir la población.

A mi entender, a mi modesto parecer, a mi limitado conocimiento, los técnicos que manejan nuestras aguas deberían ser enviados a Costa Rica a realizar algunos cursos relacionados con este tema… y con otros. Porque en 1962 Juan Bosch tenía el plan de enviar técnicos de educación a Costa Rica para formarse como maestros del idioma Español, y a su vuelta que funcionaran como formadores de profesores para la instrucción del idioma en todas las escuelas. Lamentablemente pasó lo que sabemos. De seguro «el viejo» tenía otras ideas similares en relación con las aguas y demás recursos naturales.

Pero todavía estamos a tiempo de aprender mucho de las demás naciones.

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