CARRETERA X
Mi encuentro con el llanero solitario

<STRONG>CARRETERA X</STRONG><BR>Mi encuentro con el llanero solitario

Ustedes no están obligados a creerlo, pero me encontré con el Llanero Solitario. En un país donde desde Bill Clinton hasta Vin Diesel se pasean con la mayor naturalidad del mundo, ¿qué figura del mundo no puede materializarse frente a nuestros ojos?

Pues iba yo de lo más entretenido por una carretera de tierra de esas que suben y bajan, cuando repentinamente se me apareció en lontananza el legendario héroe norteamericano.

Ni siquiera me dejó preguntarle, “Me dieron de baja -me dijo-. Ahora son los caballistas del FBI y de la CIA quienes se encargan de capturar a los malos”. Se oía en sus palabras cierto dejo de resentimiento y decepción.

Me dijo que salió de los Estados Unidos y se fue a cabalgar por Suramérica, donde aprendió un tango de Enrique Santos “Discepolo” que ha sido su himno desde entonces porque describe su opinión sobre el mundo, y así se lo va recitando a uno. Cuando le pregunté cómo veía el mundo desde su caballo, me respondió:

Que el mundo fue y será una porquería / ya lo sé…/ /(¡En el quinientos seis/ /y en el dos mil también!).

Que siempre ha habido chorros, /maquiavelos y estafaos,/ /contentos y amargaos, /valores y dublé…

Cuando le hablé de la esperanza de los nuevos tiempos y de los jóvenes, me dijo:

Pero que el siglo veinte / es un despliegue /de maldá insolente, /ya no hay quien lo niegue.

Vivimos revolcaos/ en un merengue/ y en un mismo lodo/ todos manoseaos…/

Entonces le sugerí que hay personas buenas en quien confiar, y me contestó:

¡Hoy resulta que es lo mismo/ ser derecho que traidor!…/ ¡Ignorante, sabio o chorro,/ generoso o estafador!/ ¡Todo es igual!/ ¡Nada es mejor!/ ¡Lo mismo un burro/ que un gran profesor!/ No hay aplazaos/ ni escalafón,/ los inmorales/ nos han igualao.

Bueno -le dije- lo importante es cómo uno viva. A lo que me contestó:

Si uno vive en la impostura/ y otro roba en su ambición,/ ¡da lo mismo que sea cura,/ colchonero, rey de bastos,/ caradura o polizón!…/

Le dije que algún respeto habrá por alguna parte, pero no me dejó seguir:

¡Qué falta de respeto, qué atropello/ a la razón!/ ¡Cualquiera es un señor!/ ¡Cualquiera es un ladrón!/ Mezclao con Stavisky va Don Bosco/ y “La Mignón”,/ Don Chicho y Napoleón,/ Carnera y San Martín…/

En ese punto le mencioné que la vida era hermosa si uno la mira a través de un buen cristal, y me dijo:

Igual que en la vidriera irrespetuosa/ de los cambalaches/ se ha mezclao la vida,/ y herida por un sable sin remaches/ ves llorar la Biblia/ contra un calefón…/ ¡Siglo veinte, cambalache/ problemático y febril!…/ El que no llora no mama/ y el que no afana es un gil!/

Al verlo ya tan deprimido me despedí de él, y el se despidió así: ¡Dale nomás!/ ¡Dale que va!/ ¡Que allá en el horno/ nos vamos a encontrar!/ ¡No pienses más,/ sentate a un lao,/ que a nadie importa/ si naciste honrao!/ Es lo mismo el que labura/ noche y día como un buey,/ que el que vive de los otros,/ que el que mata, que el que cura/ o está fuera de la ley… / .

Buscando el anillo de boda 

La situación con las mujeres en la República Dominicana presenta cierto desbalance, pues mientras los hombres andan “muy de su cuenta” muchas mujeres quieren formalidad, equilibrio, adecentamiento… boda inclusive.

Y esto, las mujeres ya lo exhiben públicamente, donde estén, ¡hasta en las carreteras!.

Por ejemplo, miren este caso, o mejor dicho, estos casos, porque lo que les voy a informar se repite a diario y en el mismo sitio. Es como si ese sitio en específico fuera algo así como… la palestra de la honra… o, digamos… el crisol de las virtudes, o la roca de la elevación femenina… Bueno, el caso es este.

Ahí, a la salida de Boca Chica, tomando la carretera que sigue a San Pedro de Macorís, diariamente hay dos o tres mujeres que exponen a la luz del sol y al viento su deseo de ser escogidas dentro de la mayor formalidad. Eso se nota sin lugar a dudas cuando ellas, al ver que pasan hombres en algún vehículo, les hacen un gesto inconfundible indicándoles que quieren un anillo de bodas en su dedo.

Una y otra vez, cada vez que pasa algún hombre (o grupo de éstos) por la carretera, una de las mujeres -y a veces todas- les hacen señas indicándoles su deseo de que le coloquen un anillo de bodas. Sin embargo, los hombres pasan frente a ellas sin darse cuenta, al parecer, del inmenso deseo de estas mujeres de ser llevadas al altar. Indolentemente, los hombres las miran y ríen, como decididos a negarles a estas damas esa satisfacción tan solemne que demandan.

El “yipeterío” en acción

Solamente hay que colocarse en la cabeza occidental del puente sobre el río Soco, un día final de un fin de semana largo, para darse cuenta hasta dónde ha llegado nuestro desarrollo vehicular terrestre.

Si usted hace como un buen investigador social, y se instala en una silla mirando hacia el puente desde las 2:00 de la tarde, con una jigüera llena de nísperos maduros, dos o tres cocos de agua, un plato de cangrejo con coco, y cuatro cholas con aguacate, en lo que termina de bajarse esa picadera ya habrán pasado cerca de dos mil yipetas azules, verdes, rojas y mameyes, como aquella famosa “Amalgama de Colores en la Pelota”.

En serio, parecería que las yipetas las fabrican en Higüey, La Romana o en San Rafael del Yuma. Y no vayan a creer que son “carranchas” de yipetas o modelos descontinuados. Usted no sabría distinguir cuáles son “del año” y cuales del año pasado, tanto por la variedad de modelos como por la versatilidad de formas y combinaciones de colores.

La existencia de yipetas en este país demuestra que eso de que somos un país pobre ya quedó en el pasado. Este es un país “yipetudo”, una nueva modalidad de clase social y económica que se ha destapado como la dominante. Eso de burguesía, pequeña burguesía, oligarquía y otras clasificaciones sociales ya pasaron a la historia.

Y eso de que aquí hay pobres no es más que un cuento para estarle sacando dinero a la Unión Europea y estar haciendo negocios con el Banco Mundial y liándose con el FMI.

Las gentes que aparentan ser pobres y que viven como pobres a orillas de los ríos y en barrios dizque marginados no son más que agentes encubiertos para simular que estamos mal. ¡Párese ahí en ese puente la próxima Semana Santa y dígame si no tengo yo razón!

La Romana urgida de sol 

Son las 6:00 de la mañana, pero ya La Romana está despierta. Más que despierta, está desesperada porque el sol termine de salir. La Romana ansía ser iluminada por el sol, ya que la energía eléctrica no cumple con ese cometido.

Así como lo oyen… bueno, como lo leen. En La Romana, la energía eléctrica se ha convertido en el azote de una antigua “Sultana del Este” a la que le han dado un golpe de Estado, y el sultanato ha pasado a otras manos, manos que parecen preferir la oscuridad.

Y ustedes dirán: “Pero, ¿y no es en La Romana donde está un emporio turístico de primer orden, enorme, modelo, que ha hecho desarrollar a La Romana, que ha hecho crecer económicamente a La Romana, que ha hecho de La Romana un ejemplo de ciudad, etc. etc. etc.?”

Pues sí, esa misma. Con todo y el superdesarrollo turístico; con todo y los megafamosos visitantes; con todo y Altos de Chavón, con todo y Casa de Campo, con todo y la industria azucarera que se ha sostenido mientras la estatal se desplomó, La Romana es una ciudad a oscuras una enorme parte del día y la noche.

Entonces, a La Romana no le queda de otra que urgirle al sol que salga lo más temprano que pueda, a fin de iluminarse e iluminar toda su oferta turística, azucarera, cultural y citadina, pues desde que la luz se va -como ocurre en cualquier otra vulgar ciudad dominicana- La Romana se queda a oscuras y bajo tres interrogantes pendulando sobre su obelisco: ¿Porqué nosotros? ¿Porqué nosotros? ¿Porqué nosotros?

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