Carta a León David

Carta a León David

Muy estimado amigo: con sumo agrado me entero de que se te ha otorgado el alto honor del Premio de Literatura que confiere la Fundación Corripio; nada más justo. Al ver el jurado seleccionador, mayor respetabilidad alcanza este galardón. Recuerda que nos conocimos en Buenos Aires en una visita a la embajada nuestra en Argentina y recibimos de ti las más finas atenciones. Pero nuestra amistad se afianzó cuando gentilmente nos acompañabas al programa de radio con Norín García Hatton, donde nos leías tus poemas y disfrutábamos siempre de una agradabilísima conversación, tertuliando frente a una copa de un exquisito tinto, y escuchando “la mejor música del mundo”, como ella decía.
Esta misiva es para ti, pero por igual para todas las personas inteligentes y de buen gusto, para aquellos que te sirguen, para tus adversos e incluso para aquellos, un poco más primarios, que pueden pasar a leer plácidamente otras secciones. León, cito tu columna ¨¨En directo¨¨, en el Diario Libre del miércoles 29 de enero de 2014: “Téngase por cosa averiguada que el incorregible autor de estas poco convencionales divagaciones, no bien toma la pluma para estampar sobre el papel las ideas caprichosas que en tropel afloran a su mente, acude con exasperante asiduidad a una prosa tan elaborada, tan meticulosamente articulada, tan alejada de los modos lingüísticos comunes o, es otra forma de decirlo, incurre con machacona reiteración y sin que venga a cuanto en retórica de tan atildado y poco natural empaque, que el grueso de las personas familiarizadas no más que con la lectura sin complicaciones, propias de los textos informativos y de opinión de la prensa diaria se las ven y se las desean cuando –vaya usted a saber por qué- una peregrina cuanto desusada curiosidad los induce a deslizar la mirada sobre renglones de estos mortificantes excursos con el propósito, ciertamente inobjetables, de enterarse de las opiniones que bajo el enfático aluvión de retumbante facundia que los distingue acaso logren anidar”.
El premio es más que justo a tu obra como poeta, cuentista, dramaturgo, ensayista y crítico de arte. A ti corresponde el alto honor de haber estampado tus huellas en el mundo de la cultura, de lo que te debes sentir muy orgulloso. Sabemos de tu prosapia, (por igual disfruto de similar enjundia), de la que has sabido seguir el linaje de conducta correcta y aportes inteligentes a nuestra sociedad. En mis años de adolecente traté a tu padre don Juan Isidro Jimenes Grullón, fui presentado por el primo Lic. Rubén Silié, hoy embajador en Chile, y el Lic. José del Castillo. Pero no siempre los hijos se hacen merecedores de un linaje por sus conductas erráticas. Cuando el hijo llega a la edad del discernimiento y se desarrolla su intelecto, también es innegable que es capaz de hacer variar su conducta, no obstante la relación genética, porque la cultura y las veleidades del momento podrían sobreponerse a su herencia, accediendo a los beneficios que deriva de determinado comportamiento no aceptado y cuestionado por la sociedad. León, en tu caso has respetado tu ascendencia y ello se refleja entu vida digna y tu labor social, las cuales te enaltecen.
Sustento que la práctica de la literatura es un atributo trascendente de vida, una muy compleja rama de la inteligencia y del pensamiento excelso. Sabemos que el que escribe puede rebasar los límites del espacio y el tiempo. El arrancarle palabras al papel y seguir adelante, solo se logra condisciplina y permanente tesón, es como tener la valentía de entenderse a uno mismo. Eso de vivir con sabiduría, permite aquietar nuestros rudos empellones interiores, para lograr encauzar una respetuosa convivencia social. León, démele saludos a su distinguida dama, doña María Aybar, en ti se cumple cabalmente aquello de que “en el éxito de todo hombre hay detrás una mujer inteligente”. Como la cultura no se petrifica, es cosa viva, espero que sean muchos más los años de producción intelectual que tengas tú. Te ratifico mi amistad, y quiero decirte en esta carta pública, que coincido contigo en aquello de que la única aristocracia que respeto yo, es la aristocracia del pensamiento, ¡un fuerte y fraterno abrazo, y nos vemos el 25 en la premiación!

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