Honorable Dr. Leonel Fernández, con muchísima deferencia he decidido abandonar mi prefectura de individuo singular para tener la osadía de dirigirme a usted muy consciente de que, quizás solo me considere un carajo fútil y vesánico de esos millones que usted mismo en alguna ocasión indicó que no conceptualizábamos.
Sin embargo, reposan en mí inconmensurables inquietudes que son las que me obligan a escribir la presente misiva. Verbigracia, ¿que motiva a una persona que con su esfuerzo y dedicación lo ha conquistado todo, a insistir bajo cualquier adversidad en la búsqueda de aquello que ya tuvo en 3 ocasiones?
Asimismo, ¿por qué busca en forma desmesurada preservar con tinta indeleble un legado y una gloria que usted mismo está empañando con el camino que ha tomado? Profesor, en modo alguno quiero convertirme en suSigmund Freud ni en su Dostoyevski de cabecera. Empero, imagino que todo el pueblo está interesado en saber ¿por qué ahora se escuda y promueve arquetipos democráticos que en sus gobiernos en muchas ocasiones usted ignoró?
De igual forma profesor, hasta sus más acérrimos adversarios y enemigos tienen que reconocer que su intelecto le colocó en el pináculo de la historia, esa misma que usted bajo la proyección errónea de un afán desmedido por volver a caminar por una alfombra roja bajo la ornamentación de los saludos militares; está haciendo lo indecible por tirarla al zafacón.
En efecto, hoy profesor hasta aquellos que no conceptualizamos como usted mismo nos estereotipó; estamos desarrollando una aversión contra un hombre al que su condición de polímata lo llevó a convertirse en un cíclope; toda vez que, nos resulta imposible entender que pudo llevar a un individuo decente y humilde a necesitar intravenosos de glorias y exaltaciones y, habilitar espacios para delirios presidenciales cual si fuera una necesidad fisiológica.
En conclusión, estoy seguro profesor que sus liliputienses y palatinos seguidores al leer mis inquietudes asumirán la anómala idea de que soy un enemigo más de los muchos que usted ha generado. Por tal razón, es posible que no llegue a usted la introspección que he querido generar. Por eso, nunca olvide mi admirado profesor que los hombres de su dimensión y que son la inspiración de muchos jóvenes, cuando ignoran el signo de los tiempos indefectiblemente tendrán que observar como el rodillo de la historia los coloca en lugares inhóspitos y funestos.