Carta a mi hija menor, Melissa

Carta a mi hija menor, Melissa

Mi muy querida  Melissa, aprovecho  esta oportunidad para  ¨conversar¨ contigo. En los últimos tres  domingos nos hemos referido a la ¨felicidad¨. Hoy me toca  a mí vivirla a plenitud, y no puedo dejar de compartir mi pletórica felicidad, con mis amables lectores.

Pues como padre,  no creo  que exista sobre la tierra alegría más grande para los progenitores, que el éxito de sus hijos; su conducencia por derroteros de bien y su inserción como seres de correcto proceder, en una sociedad cada vez más desviada y permisiva.

 El que  logren los hijos mantener una línea recta de conducta acrisolada, en  consonancia con lo que se les ha enseñado, y en conformidad  con los preceptos morales y de decencia que han prevalecido por años en todas nuestras familias;  sabedores de que hoy son más difíciles de implementar por el deterioro de la sociedad misma.

Se preguntará el indulgente lector, cuáles son las razones de mi alborozo, de mi plenitud en áreas límbicas, de los excesos de la alegre dopamina en mi cerebro. Sencillamente mi Melissa Silié ha sido elegida para  decir el discurso de gracias  en la graduación general de su Universidad,  Unibe, por tener de los índices más altos de la promoción.

Pero lo que hace esta distinción doblemente importante, es el hecho de que cuando su hermana mayor, Carolina, se graduó por igual de derecho en la misma Universidad,  también con los máximos honores, le correspondió al igual que a ti, decir el discurso a nombre de los graduandos.

Esa gran distinción, para dos miembros de una misma familia, en una misma carrera, en una institución tan exigente, no creo que sea un hecho común. Si le agrego el regocijo, que recientemente su hermano  Omar, se recibió con los máximos honores en la universidad inglesa donde se especializó en Economía. ¡Albricias¡

Melissa, inicias  tu carrera, donde continuarás la saga familiar de tíos y abuelo, Don Fernando y Don José, quienes con ribetes de dignidad superior, ellos les han abierto el camino del ejercicio de la profesión de los litigantes.

Siempre has dominado la oratoria, recuerdo hace dos años en Bávaro en el modelo de la ONU que dirigiste, y frente al Presidente de la República. Sin leer, nos brindaste un discurso elocuente, que él elogió ardorosamente.

Hoy, que se pretende en esta cruda modernidad, arrasar con la oratoria y la  buena lectura,  imponiéndose penosamente el mensaje vacío, la imagen simple y la mala escritura, con signos intercalados, usando un lenguaje ininteligible en ocasiones.

Sabemos te sobra lo que se llama  el ¨optimismo disposicional¨, se relaciona de manera positiva, con las estrategias de afrontamientos favorables para el éxito y la felicidad  (planificación, reinterpretación positiva,  crecimiento personal y afrontamiento adaptativo)  expresiones de lo que han denominado inteligencias múltiples e inteligencia emocional.

Está demostrado que los sujetos optimistas y luchadores  presentan  mejores habilidades de resolución de los problemas logrando así la consecución  de metas claras y objetivos trascedentes.

Sé que será tu discurso un testimonio que quedará para la sociedad, en  el  que la inteligencia, la valentía intelectual, la moral, la gracia espiritual y el Derecho, quedarán bien exaltados, por tu gran hondura de pensamiento.

En medio de esta ¨civilización técnica¨ donde se fomenta la ceguera colectiva de los valores espirituales. ¡Mis hijos, muchos éxitos.

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