Carta a mi hijo

Carta a mi hijo

Ciertamente, es de mucho placer hacerte estas notas al enterarme que irías a un retiro de jóvenes de tu iglesia este fin de semana allá en el Bronx, en Nueva York. Y quise hacer esta reflexión a sugerencia de tu madre.

Una vez cenaba Jesús con sus discípulos, posiblemente la última de las cenas, cuando de repente se paró, se quitó parte de su ropa, y se puso una toalla en la cintura y comenzó a lavar los pies a sus discípulos. Y les dijo: El que se ha bañado no necesita lavarse, excepto los pies, pues está todo limpio; y vosotros estáis limpios, pero no todos. (Juan 13:11).

Desde que decidiste aceptar a Jesús en tu corazón, comenzó una limpieza espiritual del pecado, de los malos pensamientos y actitudes. Pero Dios quiere que siempre sigas en ese proceso de limpieza, cada día. Porque son muchas las contaminaciones que hay en el mundo.

Por medio de los medios digitales y electrónicos, llegan las tentaciones a diario. Hay laboratorios en Surcorea con científicos bien pagados simplemente para sacar versiones de teléfonos y otros aparatos, cada tres meses. Lo que hoy está de moda, en poco tiempo, ya no lo estará. Porque la moda, los cambios de tecnologías, las ropas, los nuevos vehículos, cambian. Por eso, Dios nos dice: No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. (1 Juan 2:15-16).

Cuídate del pecado sexual: la curiosidad, el deseo o la pasión carnal, que nos hacen creer que todo es bueno, pero el apóstol Pablo nos dice: Todo me es lícito, mas no todo conviene (1 corintios 10:23). La fornicación es prohibida por Dios. El sexo es posible y recomendable, pero en el matrimonio.

Para que hagas una familia, para que tus hijos no se críen solo con una madre o un solo padre, para que te evites un embarazo sin terminar tus estudios, y sin estar preparado para asumir tu responsabilidad paterna. También para que evites enfermedades que te pueden conducir a la muerte.

Recuerda que el rey Salomón, después de tanta riqueza, sabiduría y placeres, al final reconoció: que todo es vanidad. Que lo único importante es el temor a Jehová; aunque a veces te sientas solo, y abrumado por tentaciones, ve a los pies de Jesucristo, humíllate, y sentirás el amor y la fortaleza de Dios; esto es un misterio: porque cuando soy débil, entonces soy fuerte (2 Corintios 12:10); y lo más importante: cuando siempre busques la paz y la santidad con todos, de seguro algún día veras al Señor en los cielos. Así que oro mucho a Dios para que tu fe no falte, sin la cual es imposible agradar a Dios. Un fuerte abrazo, tu padre.

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