POR SANTIAGO DE LA FUENTE
En los últimos meses los Obispos dominicanos publicaron cinco documentos calientes sobre la situación nacional, desde el evangelio. Cinco, en sólo cuatro meses (Nov. 2003- Febrero 2004).
Estos documentos, cuyos títulos expresaban el dolor del pueblo, como Uds. recordarán, fueron: «De nada sirven ya ni lamentaciones ni las explicaciones. No podemos permitir que el país se hunda Estamos a tiempo» (25 Nov. 03).
«Es tiempo de darnos la mano. Es tiempo de espe-ranza» (21 Ene. 04) «Jornada arquidiocesana de oración, día 24 de enero de 2004» (16 Ene. 04). «Por favor digan algo» (27 Ene. 04). Y «Dios, patria y libertad» (27 Feb. 04).
El primero fue hace ocho meses y el último hace cinco meses. Creo que ya es tiempo de que los cristianos hagamos balance sobre lo que hemos hecho con dichos documentos, Cartas pastorales y Mensajes. Y si queda algo por hacer.
Por eso esta Carta abierta a los Grupos Eclesiasles, la parte más fiel y activa de la Iglesia, pidiéndose que piensen ante Dios y su conciencia, si no debieran incluir en su Agenda para este próximo curso, una «Reflexión sobre la respuesta de su Grupo Eclesial a los documentos y a la petición del Episcopado dominicano, ante la crisis nacional».
Reflexión que sugerimos se haga en varios niveles: Como Responsables Nacionales, Diocesanos y Locales, de Grupos Eclesiales. Y como Grupos o Comunidades Eclesiales concretas, a los que pertenecemos. Reflexión que, creemos, debería incluir entre otros puntos:
1. Que hicimos «con los Documentos de los Obispos «(Cartas Pastorales, Mensajes): Que decían Qué pedían. Qué hicimos. Y qué hicimos «con la Jornada/s de Oración». Cuál fue su conte-nido (el que sugerimos a los Grupos y Comunidades que dependían de nosotros, y el que desarro-llamos en nuestro propio Grupo o Comunidad) ¿Mantendríamos o variaríamos, hoy, dicho conte-nido? Cómo.
2. Lo que hicimos en nuestros Grupo o Comunidades: ¿Agotó, respondió realmente, a lo que Dios esperaba y espera de nosotros, sobre la Crisis de RD, que tanto motivó a nuestros Obispos, y que tan caro pagó y sigue pagando el pueblo dominicano?. La crisis ¿es un tema, una situación «terminada» algo del pasado, o hay algo pendiente por hacer por parte nuestra (por nosotros mis-mos, por nuestro grupo eclesial, y por parte de la Iglesia Dominicana?. ¿Hay algo que deberíamos intentar hacer en este próximo curso, para ser fieles a Dios y a Dominicana, en nuestros respectivos niveles?
En el capítulo de la oración por la crisis, puede ser interesante tener en cuenta la «Plegario Eucarística 5C». Al interceder por los vivos, le pide a Dios: «Fortalecer a tu pueblo con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, y renuévamos a todos a su imagen. Derrama tu bendición abundante sobre el Papa y obre nuestro Obispo».
Y pide, a continuación: «Que todos los miembros de la Iglesia sepamos discernir los siglos de los tiempos y crezcamos en la fidelidad al Evangelio. Que nos preocupemos de compartir, en la caridad, las angustias y las tristezas, las alegrías y las esperanzas de los hombres. Y así les mostremos el camino de la salvación».
Lo que dicho con el español de la calle quiere decir: «Que sepamos leer la realidad de cada día y sepamos afrontarla desde la fidelidad al evangelio, que siempre es buena noticia para los hombres. Y, por eso, que sepamos darnos cuenta de lo que es bendición y sepamos compartirlo y multipli-carlo a nuestro alrededor. Y que sepamos leer lo que es perjudicial -fruto de pecado, o no-, y procu-remos evitarlo o disminuirlo, no sólo a nosotros mismos y a nuestras familias, sino también a los demás, y sobre todo a los más pobres».
Las cartas pastorales y los mensajes de los obispos, sin incorporación a la vida de los cristia-nos, sin seguimiento y retroalimentación de la calidad de dicha incorporación, son como semillas que no cayeron en tierra buena, sino a lo largo del camino (Mt 13, 18-23).
De ahí la importancia de la «Reflexión sobre la respuesta de los Grupos Eclesiales a los documentos y a la petición del Episcopado, ante la Crisis Nacional».