Carta al presidente

Carta al presidente

FRANCISCO ALVAREZ CASTELLANOS
Por haber sido gran amigo de su padre en sus horas menos felices, y por respeto a su investidura, lo trato de Señor Presidente. Parece mentira, pero a pesar de toda su carrera política, de haber estado a pocos metros el uno del otro en algunas recepciones, nunca hemos sido presentados. Pero «lo cortés no quita lo valiente», y esta carta a usted, Señor Presidente, es una muestra de ello.

Usted, Señor Presidente, recibió un país quebrado, con un crédito internacional tambaleante, lleno de «botellas» en el gobierno, con una pandilla gubernamental que no aguantaría un examen prolijo en la dirección de Impuestos Internos y mucho menos en el origen de sus ingentes fortunas. «¡Y cien firmas más!», como dice el pueblo.

El gran problema, Señor Presidente, es que usted no está haciendo lo que yo, al emitir mi voto a su favor, esperaba.

Y, ¿ qué esperaba yo ?

Apunte, Señor Presidente:

1.- Primero que todo ordenar lo que fuera necesario hacer para que sea devuelto al Estado todo lo que se le robó.

2.- Interrogar al ex presidente de la República sobre decenas de casos de violación a la Constitución, sobre qué rayos se hizo con los US$1,100.00 de bonos soberanos; sobre como convirtió el Palacio Nacional en «fumigable» y bendecirlo nuevamente. Y me quedo corto.

3.- Nadie se explica la razón por la qué su gobierno, Señor Presidente, sigue permitiendo que un Congreso Nacional cualquierizado haya convertido el Poder Ejecutivo en cualquier cosa menos en un poder, vetando prácticamente proyectos de leyes que van en beneficio del apaleado pueblo al que dicen representar. No entiendo por qué usted deja que ese congreso lo chantajee abiertamente, sin que usted lo enfrente.

4.- Hace meses que usted, Señor Presidente, debió haber limpiado la nómina de su Gobierno, para así no malgastar aún más lo poco que nos entra, económicamente hablando.

5.- Dígame, Señor Presidente, ¿creyó usted necesario el viaje que usted acaba de hacer durante once días, y que lo llevó por Estados Unidos, París y Madrid?

6.- ¿Podría usted decir al pueblo cuánto le costó (al pueblo) ese viaje y qué beneficios le traerá, aparte de las promesas que desde siempre se le han hecho, de las cuales pocas se han cumplido?

7.- No puede usted permitir, Señor Presidente, que nadie, absolutamente nadie, lo insulte y lo desafíe, sin tener en cuenta su alta investidura, y mucho menos cuando el que insulta siente que se le enfrían las manos y le tiemblan las «canillas» solo de pensar en el banquillo de los acusados.

8.- Finalmente (aunque hay cientos de puntos más que referir), creo que ha llegado la hora de que usted deje de pensar y de actuar como hasta ahora lo ha hecho. De lo contrario, el día menos pensado podría usted perder la «silla» que, hasta el momento y según mi personal opinión, solo le ha servido para sentarse.

Después de observar la situación, de oír como se expresan muchísimos legisladores, de ver cómo el Congreso Nacional se porta como si fuera el gobierno y no un poder del mismo; después de ver como se conspira abiertamente contra su gobierno, amenazándolo incluso con lanzar «la gente» a las calles si se atreve a llevar algún corrupto ante la Justicia, creo Señor Presidente que ya es hora de gobernar, en el más amplio sentido del vocablo.

Y tiene usted en sus manos, Señor Presidente, la herramienta necesaria para hacerlo: el artículo 55 de nuestra Constitución. Si no lo dejan hacer su trabajo como es debido,¡ gobierne por decreto, Señor Presidente! Y si es necesario, dé «vacaciones temporales» al Congreso Nacional, cosa que ya se ha hecho en este país cuando se iniciaba la mal llamada democracia después del ajusticiamiento de Rafael Trujillo.

Si se hizo ayer, se puede hacer hoy también, so pena de que la catástrofe más grande se abata sobre esta pobre nación donde campea la pobreza más indignamente, la delincuencia más impune y a todos los niveles y, quizás lo peor de todo, la desesperanza que nos está acogotando a todos.

Gobierne sin remilgos, Señor Presidente, su pueblo espera eso de usted. Y si hace otro viaje, hágalo a Venezuela, para que el Presidente Chávez nos mande el petróleo que necesitamos con desesperación porque, de lo contrario, miles de dominicanos nos veremos obligados a caminar hasta nuestros centros de trabajo.

Ah, y para terminar, repetiré lo que escribí en mi anterior artículo: ¡ Olvídese del metro por ser una obra totalmente inviable en estos momentos, y que agravaría hasta el máximo la situación que vive el país !

A la vez que piensa en el país, Señor Presidente, ¡piense también en usted y en su futuro político!

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