Carta de Urania Montas a Minerva Vincent

Carta de Urania Montas a Minerva Vincent

Elisa Elena González

Querida Minerva

Al saber de tu llegada a este espacio etéreo mi corazón se llenó de sentimientos encontrados. Me ilusiona poder conversar contigo y compartir nuestras vidas, pero me entristece saber que dejaste sueños inconclusos y que no podrás vivenciar mucho de los cambios que impulsaste y que aún están en camino.

Sé que es imprescindible hablar para no olvidar, contar para perpetuar.

Te preguntaras sorprendida ¿por qué perpetuar?  Dirás que lo que hiciste en vida no fue para que fueras venerada o ensalzada. Y yo te diré: No son egos, ni ínfulas, esto se trata de memoria.  Nuestro país, nuestra gente necesita saber y no olvidar quién fuiste y lo que las nuevas generaciones de ciudadanas y ciudadanos podrán ser, gracias a tu legado.

Al igual que yo, cuando me embarqué en la iniciativa de la creación de la República Escolar, ambas trabajamos sin la pretensión de que nuestras ideas transcenderían y formarían a tantas generaciones de lideresas, tantas que al igual que tú, aún no puedo dimensionar.

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Muchas más personas que solo tu círculo cercano, han de saber sobre tu capacidad para innovar, diseñar y emprender políticas educativas integrales; articular y gestionar operaciones de carácter nacional colmadas de buenas prácticas; pero también, tu dedicación casi devota a tu familia, que fuiste amiga de tus amigas, de tus gustos por la música, la buena mesa, las largas conversaciones, tu facilidad para la risa, para ser feliz.

Sé que, al mirar nuestra vida, el sentimiento de que debimos hacer más nos embarga. Pero al igual que yo, sin ambicionarlo te convertiste un referente y de manera paradójica tu voz retumba en cada salón de clases con más fuerza que nunca.

Confía en que fuiste mentora de una generación que está preparada para tomar la antorcha y seguir tu camino. Que a su modo vivirán de manera visceral -espero- toda esa pasión que te distinguió, asumirán con la misma entereza el compromiso con los aprendizajes, tu sororidad y tu preocupación por formar el relevo, tu ideal siempre de cultivar a través de la educación una sociedad más justa para todas y todos.

Lejos de ser pretenciosa te aseguro Minerva, dejaste una impronta, te convertiste en un referente al cual acudir con mil preguntas; la más difícil: ¿Qué haría Minerva? Y no porque las actuales lideresas no sepan la respuesta, pero es que hacer lo correcto, sin miedo a los intereses de los poderosos y poniendo por sobre todo la salud de nuestra educación es la tarea más dura que podrán enfrentar. Hoy tus muchachas, pesé a que continúan necesitando que les tomes de la mano, cuentan con tu memoria para guiar sus pasos y repetirse una y mil veces “será duro, será ingrato, pero no hay mayor regocijo que hacer lo correcto”.

Ellas en esta eterna búsqueda para mejorar la educación, repasaran tus palabras; perpetuaran tus enseñanzas, porque sembraste en buena tierra, sabiendo que no eras eterna y que las preparabas para continuar una tarea que trascendería a ti.

Sé bienvenida a esta dimensión Minerva, donde todas las que te precedimos reconocemos nuestro aporte a tu vida, y en ti, el legado a muchas generaciones futuras.

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