Carta Pública (1 de 2)

Carta Pública (1 de 2)

El 23 de octubre de 1980 dirigí una carta al presidente Antonio Guzmán, cuyo texto considero oportuno reproducir. Este es el texto: «Querido presidente y compadre: «Con la fruición de afectos que usted me inspira desde hace dos décadas y por la verticalidad sagrada de nuestro vínculos desde 1966, quiero externarle públicamente un ruego y también que nos unamos en meditaciones serenas y profundas sobre estos tópicos:

«Hoy, como antes, como siempre y mañana, nosotros hemos disentido, sin menguar un ápice el hondón del afecto que le profeso ya que desde un tiempo acá estimo usted no ha sabido diferenciar ni ponderar.

«Desde el gobierno efímero del ex-presidente Juan Bosch, usted sabe y todos también, que he estado a su lado, desde la dirección de Información de la secretaría de Agricultura cuando usted era titular de esa cartera; durante el transcurso de la guerra de abril, todos los días, hasta justo el momento del arribo al Acuerdo de Santiago.

«En ese entonces, entendí que la guardia estaba tan politizada y agresiva, y el ajetreo por el amasijo de fortunas era tan febril y estaba tan a media, que no flojarían la presa del poder y consideré poco menos que una quimera desplazar del mando al caudillo civil, doctor Joaquín Balaguer, quien comprendió afondo una situación por él creada, y mis conjeturas fueron avaladas por sucesos posteriores.

«Luego, durante el forcejeo histórico de la IX Convención Nacional del PRD, por cuestiones estrictamente subjetivas, de apreciación conceptual muy depurada, consideré y orienté mi criterio por otra ví muy diferente a su propósito.

«Ya usted estaba empezando a ensoberbecerse de poder y como los dos otros caudillos vivientes entre los dominicanos, entendió que quien disiente con usted, es su enemigo. Nada más falso.

«Pondré no al país, sino a mis amigos, que son muchos, aunque mis enemigos gratuitos sean más, como testigo, de que los motivos de mi decisión para amarrar mis efectos con usted a través del compadrazgo en 1966, permanecen inalterables y que la variación solamente infiere las concepciones en lo atinente a dirigir la cosa pública.

Encaminar la grandeza nacional. El sueño legítimo dominicano que anida en cada uno de nosotros.

«Tanto es así, que durante estos dos años y dos meses de su regencia constitucional, sin rubor confieso, porque surge de la sin dobleces y vertical como plomada de albañil, que por primera vez en mis 23 años de ejercicio profesional del periodismo, he transigido con mis principios, que es el receptáculo más sublime de un hombre, con fines de apuntalar, apoyar y cerrar filas con su gobierno, su persona y el PRD que tengo tan dentro de mi como a usted.

«He roto lanzas en todos los frentes y ocasiones y durante el período indeciso y de suspenso a lo estilo de Alfred que medió entre mayo 16-1978 a agosto 16-1978, el país sabe que tres veces por semana yo me jugué la vida porque usted ascendiera al solio presidencial y con usted al PRD que comencé a amar aquella noche de julio de 1961 del partido blanco y del pueblo dominicano y josé del Carmen Rodríguez, inflamaron el aire con palabras desusadas, nunca oídas por varias generaciones y que confirmaron en mí la pasión desmedida por la democracia y la libertad hasta los riesgos supremos.

«A cambio de este jalonar solidario con usted, nunca nada le he pedido. En el presupuesto, e idéntico con el ancien régimen, nunca se ha expedido un cheque a nombre mío y reto alegato en contrario. Nunca se me ha concedido en Radio Televisión Dominicana un espacio gratis. No dispongo de una casa y la parcela que poseo la he comprado poco a poco y peso a peso, con muchas privaciones en este año».

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