¡Cartago delenda est!

¡Cartago delenda est!

En su discurso del viernes pasado, en que confirmó la impresión que pocos amigos suyos siempre tuvimos de que -pese a la inmensa tentación de tratar de seguir en el poder- el Presidente Fernández actuaría inteligentemente, el líder del PLD utilizó una referencia a Aníbal, el emperador cartaginés que en la segunda guerra púnica sitió a Roma sin llegar a destruirla.

Esa referencia no me agradó. Distinto a como narró el Presidente, Aníbal no se retiró de las puertas de Roma a causa de creer que podría avasallarla pero al costo de destruirla, sino que tras extenuar su propio ejército en una larga marcha desde España hasta las afueras de la capital del imperio romano, tras infligir serias derrotas a los romanos, quedó sin fuerzas suficientes para imponerse a Roma y perdió la segunda guerra púnica.

 Pese a que Roma había vencido a Aníbal, y establecido su hegemonía imperial en el Mediterráneo, Cartago (que estaba donde hoy queda Túnez, en la costa africana frente a Sicilia) continuaba siendo una potencia mercantil, haciendo honor a sus raíces fenicias. Pero el odio entre romanos y cartagineses tomaba proporciones épicas y varios políticos de Roma, entre ellos el historiador Catón, iniciaban o terminaban sus discursos con la famosa arenga “¡Cartago delenda est!”, o sea “¡Cartago debe ser destruida!”. Tras medio siglo de una paz incómoda, en el año 149 antes de Cristo, una alegada violación del acuerdo de paz por parte de los africanos dio pie a la tercera guerra púnica.

Roma arrasó con Cartago. Cometió un “urbicidio” al destruir la ciudad, llenar de sal sus campos adyacentes para imposibilitar su cultivo, apresar y vender como esclavos a todos los cartagineses sobrevivientes. Toda la costa norte de África que había sido dominada por Cartago pasó a ser provincia romana así como la península ibérica. Cartago dejó de existir.

¿Habrá en las palabras del Presidente Fernández alguna sutil invitación a sus seguidores para que mediten bien cómo evitar correr la misma suerte que los descendientes de Aníbal? He sostenido antes que, por razones de su éxito político, su experiencia de Estado, su juventud y carisma, pese a que no sea Presidente de 2012 a 2016, queda Leonel Fernández para largo rato.

“¡Cartago delenda est!” se asemeja al grito que opositores de Leonel vienen voceando hace muchos meses, empeñados en minimizar o acogotar su liderazgo. El tiempo dirá…

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