Cartas

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Alianza rosada y publicidad
Señor director:

La Alianza Rosada perdió aprovecharse de su mejor momento político cuando era el comentario obligado de la vox populi por la falta de una campaña publicitaria que potenciara e intensificara la trascendencia de tal convenio electoral. Producto de esta carencia, esa alianza se ha ofrecido hasta ahora al pueblo para que éste se la “trague” a seca, como quien forza a beberse un amargo remedio. Por eso luce atragantada y aletargada en su digerimiento público y en su asimilación política.

Por eso la Alianza Rosada nació con incrustaciones grises conformadas por el resaltamiento inicial de sus aspectos controversiales y por la reticencia y disidencia abierta de los sectores que internamente la adversan.

El impacto político del anuncio sobre la conformación definitiva de dicha alianza apenas tuvo el efecto de la explosión de un cohete chino: sonó y ahí se quedó. Su magia se agotó en la fugacidad de su alumbrón.

Sin reverberaciones ni aire de espectacularidad que magnificaran sus efectos propagandísticos. Sin toques de cornetas ni redobles de tambores que celebrasen dicho pacto como acontecimiento e infundieran el entusiasmo que se había perdido en su difícil tránsito.

Fue como si la alta dirigencia del Partido Revolucionario Dominicano y la del Partido Reformista Socialcristiano se hubiesen puesto de acuerdo para que ese acuerdo pase sin penas ni gloria., publicitariamente hablando.

El golpe político que representó el alcance de esa alianza municipal y congresional, se quedó en los titulares de primera plana y en la cobertura mediática de los medios audiovisuales. Algo que pudo tener el efecto de las ondulaciones expansivas que provoca la caída de una piedra en el agua o las vibraciones que deja en su entorno la explosión de un cohete de artillería, se diluyó en el reseñamiento informativo de la simple noticia.

Por ahí comenzó a ponerse gris la Alianza Rosada. El escenario inmediato que debió haber sido protagonizado por el logro de lo pactado, se abandonó a las voces disidentes de ambos partidos, quienes se ocuparon de llenar de “ruido” el ambiente post acuerdo.

El abc de la publicidad aconseja que cuando se introducen cambios trascedentales que afecten las percepciones tradicionales sobre un bien o servicio, hay que actuar con mucho tacto para que las novedades producidas sean aceptadas con menores margen de resistencia y barreras. Las nuevas propuestas que choquen con el costumbrismo, las viejas ideas y valores que tipifican un modo tradicional de actuación política, deberán hacer su espacio a través de una campaña publicitaria de acondicionamiento que le abra el camino.

Primero hay que aclimatar sicológicamente y persuadir de tal conveniencia por medio de dicha campaña. De lo contrario veremos florecer los rechazos, endurecimientos, sospechas y negatividades frente a lo que “agrede” la naturaleza de lafisonomía política de siempre.

La Alianza Rosada como tal supone la renuncia a viejos atavismos antagonizantes en ambos partidos, los cuales no pueden desconocerse, sino tratarse adecuadamente en una correcta estrategia publicitaria que lime las asperezas de antiguos resabios.

Sólo así la propuesta de cambios de percepciones puede gozar de más posibilidades de ser aceptada. Cuando este principio se contraviene, los resultados son contraproducentes.

En política, esto es todavía más delicado, pues trata de valores y apreciaciones asentados en procesos históricos que no pueden ser borrados de un plumazo. En el campo de las relaciones políticas, los resultados de los acontecimientos aliancistas no siempre son el producto de la contabilidad matemática de los números. Uno más uno no siempre da dos. A veces hasta puede plantear la operación inversa.

Los estudiosos de las ciencias que involucran el comportamiento humano, saben que las reacciones de la gente puede ser impredecible, máxime cuando la forzamos a asumir actitudes contradictorias a las habituales.

Cuando en el terreno político se conoce predeciblemente el comportamiento antagónico de los votantes de un partido con relación a otro, en base a patrones tradicionales de votación, más necesaria se hace la orquestación de mensajes publicitarios dirigidos a modificarlo en la dirección deseada. En esto no pueden perderse los propulsores de la Alianza Rosada. De ahí la necesidad inmediata de una campaña publicitaria que proyecte imágenes de unidad, acercamiento y entusiasmo.

Inclusive, esta campaña proyectaría una impresión de fortaleza mutua, cuyos efectos de intimidación sicológica se sentiría en las parcelas contrarias, propiciando dentro de éstas sentimientos anticipados de derrotismo y avasallamiento desmoralizantes dentro de sus filas

 

Atentamente,
Claudio Acevedo

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