Cartas

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Epitafio
Señor director:

Las instituciones tienen su historia. Esto es tan real como la luz del día. Ahora bien, la historia de las instituciones está sostenida por la historia de sus componentes. Esto es aún mucho más real, podríamos sentenciar: Como Sol que le brinda la luz al día.

Cada hombre, cada sujeto, cada maestro, tiene una historia, lo que equivale a decir, que cada acción pensada, hecha, por un hombre es parte de esa historia, buena, mala, rica, pobre, etc, pero en definitiva, su historia.

La Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña, UNPHU, como institución tiene su historia. La posee con una gran esplendorosidad de carácter dimensionalmente aumentativo, pues a dicha dimensión habrá de sumarse la historia de sus hombres, cuya magnitud le hace extensible hacia otros lares.

Suman más de 30,000 los ya egresados de esa Aula Magna en cuyo soporte descansa la sólida imagen de don Pedro Henríquez Ureña. Una razón de peso para que se ponga de manifiesto una permanencia en el escenario de las instituciones académicas que han llevado y mantenido aporte y soporte hacia el Sistema Educativo Nacional. Entiéndase que lo señalado refleja y manifiesta la puesta en marcha de un Plan de Formación de Maestros, los cuales fueron esparcidos por todo el territorio Nacional abonando de esta manera el Sistema Educativo con el que hoy cuenta el país.

Ahí queda expuesto el fruto de aquel proyecto idealizado por un maestro de la educación al que conocimos con el nombre de: Luis Alfredo Duvergé Mejía. Hombre e historia entregada a la educación.

Fue a través de la UNPHU en donde el doctor Luis A. Duvergé logró poner en ejecución lo que fue su sueño, y lo hizo realidad. Existen razones más que poderosas y ponderables, para entender que tenía que producirse un fenómeno emergente para que los maestros de nuestro país encontrarán un verdadero albergue, en donde no sólo se les diera acogida, sino también que desde allí pudieran despuntar hacia sus respectivos y anhelados proyectos individuales.

Fueron muchos, reiteramos de nuevo, muchos los maestros que emergieron con dicho proyecto y que más luego se incorporaron a la UNPHU como docentes, llevados por el ánimo y el lema entusiasta y enaltecedor de la institución que nos dice: «Todo aquel que tenga algo que aprender o enseñar será bien recibido».

Merece la pena volver a resaltar que fueron muchos los hombres y mujeres que iniciaron un proceso de expansión del conocimiento y el saber cuando se llevan a efecto las clases sabatinas en las extensiones de la UNPHU en San Juan de la Maguana, La Romana, Montecristi, La Vega, pero sí es necesario hacer notar que sentaron un precedente en una labor de importancia incalculable. Aún más, con un apego al apostolado del maestro: llevar la fuente hasta donde estaban los sedientos.

Al decir de muchos profesores que le dieron a la UNPHU lo mejor de sus vidas, pues entregaron sapiencia, abnegación, responsabilidad, sacrificio, ejemplo, y por sobre todo amor. Amor, a la institución y a la sabia y ejemplarizadora empresa de hacer realidad la naturaleza de su lema: «Todo aquel que tenga algo que enseñar o aprender será bien recibido».

Es precisamente en todo ese contexto en donde quiero colocar a Fernando Arturo Quezada Hoepelman. Este hombre-historia de la UNPHU entregó 38 años de su infatigable vida con amor y apego a su querida UNPHU.

Quezada fue algo más que «un profesor de la UNPHU». fue el emblema personificado del deber. Fue el compañero leal y presto a colaborar. Fue el respeto hacia todo lo que no fue respetado. Fue el dador de conocimiento hacia generaciones enteras, por sobre todo de esos más de 30,000 egresados de los que todos mostramos y sentimos parte de nuestro orgullo.

Quezada fue patrimonio de la moralidad profesoral. Quezada fue el respeto personificado. ¡Cuántas decidias recibió el gran amigo y compañero desde lo interno de la UNPHU de parte de quienes ignoraron (y siguen ignorando) que parte de su vida fue entregada a las aulas en cada compromiso abierto en cada semestre durante la mayor parte de su vida, 38 años de entrega sosteniendo en todos los planos su acrizolada valía de ser humano en toda su dimensión.

Quezada, estamos y estaremos siempre contigo. Conservaremos el amor que nos diste. Como diste amor, sabemos que el Supremo Hacedor tiene para ti el amor externo. Tus verdaderos compañeros de la UNPHU nos unimos a tus familiares a sabienda de que Ese tu Rector Eterno, no te va defraudar nunca.

Atentamente,
Atahualpa Soñé M
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