Cartas

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La maestra y el maestro
Señor director:

Una nueva problemática se ha sumado a la difícil tarea de educar. Apunta a la falta de seguridad en la escuela asociada a la violencia y la delincuencia juvenil que se manifiesta en la agresividad de los estudiantes, los problemas de conducta e indisciplina.

Ante la crisis social, tendríamos que pensar en la posibilidad de educar para la transformación de los y las estudiantes en sujetos de cambios de las realidades que les corresponde vivir a nivel social, político y económico. El cambio para por la capacidad de organizarse, saber buscar alternativas de solución a los problemas que plantea su realidad más inmediata relacionados con la dignificación de ser maestra/o que se debe traducir en una formación permanente de calidad y una remuneración económica que responda al nivel de costo de la vida o una permanente indexación salarial.

Sobre la realidad magisterial repercuten las problemáticas políticas, sociales y económicas, las cuales definen el ritmo al que marcha la sociedad dominicana hoy en día. Plantea el sociólogo Leopoldo Artiles que en la realidad nacional, el eje económico se encuentra sumergido en la incertidumbre ya que vivimos en un aparente crecimiento económico que no se refleja en la realidad de la maestra y el maestro con un sueldo base que no responde a las demandas de la canasta familiar, teniendo que cubrir gastos de desplazamiento por las distancias a las que se encuentran los centros en los que laboran con relación al lugar donde viven y la necesidad en muchos casos de cubrir los gastos de los materiales que necesitan para realizar su labor con profesionalidad.

Por otra parte, el eje social se ve afectado por la desintegración que no permite la organización entre las personas ni las acciones conjuntas. Es evidente que las escuelas y las comunidades, si realizan proyectos, estos no son pensados conjuntamente. Las madres y padres apoyan los centros educativos a los que asisten sus hijos con acciones puntuales relacionadas sobre todo con la mejora de la planta física o asuntos relacionados con las calificaciones de sus hijos o su rendimiento académico. La maestra y el maestro dice encontrarse solos en la labor de educación de las nuevas generaciones por la realidad de desintegración que viven las familias dominicanas.

El eje político está marcado por una corrupción estructurada donde se actúa atendiendo a los intereses particulares y no al bien común, lo que desafía a la maestra y al maestro a promover nuevas estrategias de formación ética que ayuden a transformar la práctica política, convirtiéndola en práctica de los derechos sociales donde se sientan las bases para el establecimiento de la democracia y una gestión participativa.

Ser maestra/o hoy en día conlleva asumir la responsabilidad de planificar acciones efectivas con la finalidad de transformar la realidad y que esta transformación sea un trabajo y un compromiso común de todas y todos los actores implicados. Ser maestra/o hoy implica también convertir las desigualdades en fortalezas para el logro de los objetivos comunes entre los que debe reinar la equidad social.

Ser maestra/o implica alimentarse de constancia, de fuerza de voluntad, de paciencia, de hambre de trabajo, de poder de decisión, de confianza en sí misma/o y en la otra/o para transformar la realidad de incertidumbre, de desintegración y corrupción por una realidad de seguridad económica, integración social e integridad política.

Atentamente,
María del Pilar
Cachofeiro Ramos

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