Cartas

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Dimensión moral
Señor director:
Muchos problemas de carácter psicosocial parecen refugiarse dentro de algunos de los estamentos que dan soporte a la sociedad, como si con tal actitud no fuesen posible detectar las propias naturaleza de sus orígenes.

El planteamiento arriba señalado se dirige hacia la cobertura que tienen los problemas psicosociales dentro de la dimensión de la moral y la religiosa. Es precisamente dentro del mundo dimensional de la moral y la religión en donde han de radicar muchos de los pilares básicos de la formación humana.

La estabilidad emocional enmarca dimensiones de orden sentimental que han de trascender sobre aspectos varios en los que hemos de contar entre otros: La infidelidad, el Divorcio y los trastornos de identidad sexual, todos ellos con una ligazón sumamente estrecha con la moral y la religión.

La infidelidad surge por lo regular, como una consecuencia de problemas de identidad e inseguridad. Muchas veces se puede producir la provocación de una actitud de grandes trastornos en la pareja que sufre las inconsecuencias de los actos infieles que son cometidos por los cónyuges.

El divorcio es siempre arrastrado por la infidelidad, en tal consecuencia la naturaleza del problema tiende a la agudización, con la derivación funesta del rompimiento del núcleo familiar, cuya extensión no sólo afecta la pareja, sino que los hijos son las victimas de prolongados efectos, siendo el principal la ruptura del eslabón portentoso que conforta la familia nuclear.

El número de elementos que pueden desprenderse por consecuencia de la infidelidad es de difícil solución remedial, esto así, porque las estructuras morales y religiosas son ampliamente abarcativas y trascienden aspectos de la propia estructura de la personalidad.

Las deficiencias en el desarrollo de la personalidad encausa a los individuos hacia el desenlace de conductas divorciadas, cuya conducencia los dirige hacia el consumo y uso de manera abusiva e indiscriminada de alcohol, juegos y drogas, con las consecuencias de caer en los vacíos por debilidad y por derivación el rechazo inmediato de la sociedad.

La falta de hogar, la discriminación racial, social y cultural, al igual que la falta de vivienda, pueden encontrar puntos en donde coincidan, facilitando la profusión de conductas psicosociales aumentando las líneas de problemas o trastornos de naturaleza psicosocial.

La búsqueda justificativa de conductas inaceptables por la sociedad, lleva a muchos individuos a vivir un mundo de variadas fantasías, sirviendo el alcohol y las drogas de viaductos conducentes para trillar un camino hacia la mitomanía.

Los desequilibrios que logran aquejar a los adictos, alcanzan magnitudes insospechadas, llegando a menoscabar valores y principios que sirven de soporte a la autoestima de los individuos, llegando a impulsarlos hasta el robo y otros aspectos delictivos.

Sirva pues, para señalar que las debilidades de muchos de los estamentos de la sociedad, se orquestan a través de diversas líneas de penetración y cuando los elementos fundamentales que sirven de sostén a la familia se ven amenazados, éstos no pierden el ángulo visual de sus presas, por lo que sus ataques se tornan más agudos y punzantes.

El reflejo psicológico de algunos problemas que se canalizan por vía de la personalidad, han servido de trampolín a muchos tipos de comportamientos tales como los que se apoyan en el uso del tabaco, el juego, el alcohol y otros que de manera tradicional han sido aceptados por la sociedad, al margen de los movimientos surgidos para controlar dichos mercados.

Atentamente,
Atahualpa Soñé

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