Cartas

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Otro S.O.S. por Los Llanos
Señor director:
Antes de entrar en materia: Parecería que estamos olvidando a nuestro hermano Virgilio Travieso. Pasa su onomástico y natalicio y otras fechas memorables, como ahora los Juegos Nacionales, y nada se dice de Virgilio. Invéntese algo y dígalo Hoy.

Entramos en materia.

San José de los Llanos es una pequeña y humilde villa, enclavada justo al centro de la Sabana Guabatico, en la parte  oriental del país, escenario de grandes acontecimientos relacionados con las luchas libertarias. Allí se reunieron el Mariscal Pelaez y Campomanes con el General Pedro Santana en ocasión de acontecimientos relacionados con la anexión de nuestro territorio a la Madre Patria. La familia Duarte Diez tenía explotaciones madereras en la región y su administrador, Don Vicente Celestino Duarte, se radicó allí, desde donde conspiró contra la ocupación haitiana y le correspondió disparar el cañonazo anunciando, en la noche del 26 de febrero del 1844, la emancipación de nuestro pueblo del yugo que nos esclavizaba. Posteriormente, ya en tiempos de la restauración de nuestra independencia, le tocó al Gral. Gregorio Luperón convivir con los llaneros y tanto se impregnó de todo lo que disfrutó que escogió una llanera como mujer que habría de acompañarlo, en las buenas y las malas, hasta el día que la parca le pasó factura. Durante la ocupación yanqui de principios del pasado siglo, Los Llanos se distinguió por su oposición militante. La primera conjura contra la tiranía encabezada por el Gral. Trujillo Molina, fue dirigida por un hombre de Los Llanos: el mayor piloto Aníbal Vallejo, quien , arriesgando su vida y la de los suyos, antepuso a ello la vida de la Patria. Durante la tiranía, ningún llanero se distinguió entre los serviles que se prestaron a todo género de degradación moral.

Podríamos extendernos indefinidamente ponderando la nobleza de los hijos de Los Llanos y su desprendimiento cuando se trata de su comunidad. Pero…. (siempre hay un pero…), no hay reglas sin excepciones….

De ser uno de los municipios con mayor extensión territorial, ha devenido en lo que podríamos llamar Un rinconcito de la patria.

A finales de los 40 del siglo pasado, en su afán de que la Provincia Trujillo fuera la más grande del país, Trujillo le cercenó toda el área de la Cordillera Central que pertenecía al municipio. Posteriormente, en 1959, para agregar al Distrito Nacional, Los Llanos fue despojado de toda la zona costera (Guayacanes, Juan D’Oleo). Desaparecida la tiranía, esta franja le fue restituida a la provincia, pero en una acción, que no nos atrevemos a calificar, las autoridades provinciales la anexaron al municipio cabecera en vez de colocarlo, como antes, dentro de los límites del Municipio de San José de Los Llanos. Pero ahí no para la cosa. En una acción politiquera, el actual Senador de la Provincia, secundado por la diputada Rafaela Alburquerque Vizcaíno, introdujeron al Congreso Nacional, y lucharon denominadamente hasta obtener su aprobación, un proyecto de ley mediante el cual se creó el Municipio Quisqueya reduciendo Los Llanos a lo que es hoy: Un puñado de hombres y mujeres dentro de una parcela cercada por sus dueños, padeciendo la más irritantes necesidades. Veamos: Durante más de un siglo el cultivo de la caña de azúcar y su industrialización, representó para esta comunidad el modus vivendi por excelencia, ya que toda el área cultivable estuvo dedicada a la plantación de esta graminea, dándole sustento a la mayoría de sus pobladores y girando alrededor de esta actividad toda la actividad económica.

Sin embargo, aunque las plantaciones de caña y las factorías de los ingenios Quisqueya, Cristóbal Colón y Boca Chica, así como una parte significativa de las plantaciones cañera de los Ingenios Consuelo y Angelina, estuvieron durante mucho tiempo dentro de los límites catastrales del Municipio de Los Llanos, nunca fue favorecido con la proporción correspondiente de los impuestos que el Fisco recavaba de las empresas que explotaban el territorio llanero.

Como consecuencia de esta iniquidad, unida a la irresponsabilidad de quienes son electos para representar sus intereses y a la falta de sensibilidad de quien nos han desgobernado por tanto tiempo, tenemos que soportar abusos tan irritantes como el uso de letrinas en el área urbana, demostrando el mayor grado de pobreza, el deterioro de las calles, la falta de caminos de penetración, ocasionando la desaparición de los cultivos agrícolas por carecer de vías para sacarlos y la destrucción de las carreteras que unen el municipio cabecera con El Puerto, Cayacoa y Quisqueya.

Al gobierno central no le interesa en lo más mínimo la solución de estos casos por cuanto los aspirantes a cargos electivos son los mismos que nos han defraudado durante cuatro períodos, sin habernos visitado para interesarse por nuestro discurrir. Las actividades nocturnas son nulas por cuanto la electricidad es suspendida, con una puntualidad cronométrica, a las 4:00 P.M. y restituida, con suerte, a la 1:00 A.M., con el agravante de que el suministro de agua se suspende mientras el fluido eléctrico brille por su ausencia.

La falta de fuentes de trabajo, unida a todas estas peripecias hace de la vida en Los Llanos algo que merece más que un artículo en los medios de comunicación, yo diría que una novela similar a la que narra la vida en Macondo, se podría constituir en un best seller.

Nos consuela que por ahí viene el 16 de mayo del 2006 y quienes habrán de venir por lana saldrán trasquilados.

Los llaneros tenemos buena memoria y mucho orgullo y dignidad, por eso lucimos como pusilánimes sin protagonizar actos de violencia, en cuyo derecho estamos, pero sabemos cobrar a quienes nos deben.

El 16 de mayo nos vemos. Hasta entonces y que Dios nos proteja. Amén.

Muy atentamente,
F.A. Vásquez, hijo (Frank)

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