Cartas

Cartas

La ansiedad
Señor director:

Las confrontaciones que perturban la buena marcha de la salud es y ha de ser siempre motivo de preocupación tanto del que las puede padecer, como de aquellos que compartimos con quienes las sufren o puedan padecerlas.

Aún considerando lo antes señalado, cabe afirmar y significar que pueden darse situaciones entre las cuales, las personas llegan a convivir con dichos estados perturbadores haciendo de los mismos la «norma» de su cotidianidad. Esta ha resultado ser la expresión de un gran número de enfermedades de orden psíquico.

He querido anteponer estas breves líneas, para referirme a una enfermedad dentro del esquema psíquico, que vive en constante y permanente contacto con nosotros y muchas veces en nosotros como padres adoptivos permanentes.

La ansiedad es una enfermedad emocional, por lo que debemos recordar que toda enfermedad es una forma errónea de respuesta del cuerpo físico. Tantas personas padecen de ansiedad que resulta «normal» ser ansioso. No obstante la realidad resulta ser otra.

La ansiedad puede llegar bajo diferentes disfraces para de esta forma confundir y lograr movilizarse. A través de este mecanismo crea confusiones que parecen ser consciente y que sin embargo no lo son.

Tal y como se concibe la ansiedad actualmente, es por la forma conductual cognitiva, caracterizada por el estado de alerta ante una señal de peligro.

La ansiedad es un verdadero fenómeno que genera interferencias funcionales significativas en el sentido de dificultar o interrumpir las actividades cotidianas del individuo, lo cual se pone de manifiesto de maneras variadas tales como: temores con anticipación, alteraciones de orden fisiológicas, sudoración, temblores, movimientos repetitivos, etc.

Existen otras variables de respuestas dirigidas hacia la desadaptación frente a estímulos, objetos o situaciones tanto reales como imaginarias, las cuales el individuo valora, sin que las personas que rodean al sujeto puedan establecer un verdadero nexo entre las respuestas desadaptativas y algún elemento provocador del estimulo u objeto real.

El aspecto perseverante de una situación sostenida por la ansiedad va a lograr una tendencia de funcionamiento como un sistema de alarma y permite señalar la ocurrencia de peligros situacionales, los cuales normalmente van asociados a incertidumbres, a esto es lo que podríamos llamar ansiedad normal o adaptativa.

Sin dejar de considerar lo antes citado, la ansiedad puede convertirse en una respuesta patológica o anormal, cuando mantiene su curso que finaliza la exposición del peligro potencial, cuando aparece en situaciones que no se consideran nocivas o cuando ocurre sin una causa aparente que la justifique.

Esta ansiedad que podemos llamar patológica, puede presentarse de manera transitoria o de manera crónica. Cuando su aparición se hace crónica se manifiesta como un acceso de forma inesperada (pánico), puede por igual aparecer con una mayor o menor intensidad, en cuyo caso hablamos de ansiedad generalizada.

A través del tiempo, el concepto de ansiedad se ha utilizado con cierta ambigüedad, no sólo por las aproximaciones multiplicadas hacia el fenómeno de la ansiedad y sus distintas corrientes explicativas en el terreno teórico, sino por la riqueza de los distintos términos que se han utilizado para referirse al tema.

Desde la óptica etiológica, la ansiedad puede entenderse como una derivación de un mecanismo básico: El miedo, el cual se define como una reacción adaptativa ante una situación de peligro, defendiendo al organismo de dicho peligro a través de conductas manifiestas de lucha y huida.

Muy a pesar de lo señalado, hemos de encontrar una enorme cantidad de términos que se encuentran dirigidos hacia posibles enfoques de la ansiedad tales como: angustia, temor, tensión, activación, todos ellos lograr generar confusiones, pues en muchas ocasiones se utilizan como sinónimos.

Hemos de señalar y considerar que las fronteras conceptuales entre unos y otros términos son sumamente frágiles, no obstante, existen matizaciones que permiten distinguir dichos conceptos. Tal podemos señalar que el temor o miedo aparece como un sentimiento causado como una reacción normal ante un peligro que el individuo identifica.

La angustia, en cambio, se podría explicar como todo lo contrario, es decir, se trata de una respuesta que aparece de manera anticipada a cualquier estimulación, por lo tanto, no surge como una respuesta a la aparición de estímulo alguno, objeto o situación.

Algunos autores han sugerido mantener las diferencias entre angustia y ansiedad. A la angustia se le ha de aplicar matices más físicos o visceral acompañados de sensaciones de sobrecogimiento, en tanto que la ansiedad ha de recibir una consideración más psíquica y será vivenciada con sensaciones de sobresalto.

Atentamente,
Atahualpa Soñé

Publicaciones Relacionadas

Más leídas