Cartas al director

Cartas al director

Señor director:
En la etapa democrática que se inició en el país luego de la decapitación de la tiranía, hubo tres grandes dirigentes políticos, el doctor Joaquín Balaguer, el profesor Juan Bosch y el doctor José Francisco Peña Gómez, cuyos liderazgos, afincados en sus excepcionales talentos, eran expresiones típicas de los caudillos.

Pero estos liderazgos, por la ineluctable ley de la vida, ya no existen en nuestro país, y los partidos que sirvieron de base de sustentación a los mismos, han entrado en irreversibles procesos de cambios.

Especialmente en los casos del Partido Reformista Social Cristiano y del Partido Revolucionario Dominicano, los que no han  podido sobreponerse, en mayor o menor medida, a la falta de los doctores Balaguer y Peña Gómez, y tangencialmente al PLD.

Ciertamente este último, que era un partido de cuadros y ahora lucha por transformarse en una organización de masas, no ha vivido un período tan traumatizante, luego de la desaparición física del profesor Bosch, pero es evidente que en su seno late el problema de la sucesión, aunque en vías de solución, por la presencia del doctor Leonel Fernández.

Vivimos los tiempos que vaticinó el canadiense Marshall Macluhan, con su visionaria «aldea global», merced al avance de la tecnología, que no solo ha permitido al ojo humano ver el átomo, gracias al poderoso microscopio electrónico construído en el Valle del Silicio, en California, sino también presenciar el primer paso del hombre en la luna, la caída de los cohetes sobre Bagdad, un jonrón de Sammy Sosa o un ponche de Pedro Martínez, de manera instantánea.

Nada tiene de extraño, entonces, que en la era del Internet, el político más votado en la historia electoral de nuestro país, haya sido el doctor Leonel Fernández Reyna, quien ha vuelto a la Presidencia de la República, gracias al impresionante apoyo que le brindaron más de dos millones de sus conciudadanos, o el 57% de quienes votaron el pasado 16 de mayo.

Vuelve al gobierno el doctor Fernández, no como hace ocho años, de la mano de Balaguer, sino por sus méritos propios y merced a que el pueblo se convenció de que el candidato del Partido de la Liberación Dominicana era quién mejor representaba sus aspiraciones de justicia social y desarrollo, en paz y democracia.

Pero el regreso del doctor Fernández al solio presidencial, no va a significar la puesta en escena de la segunda parte del ejercicio anterior, pues ahora se requerirá no solo de tacto e inteligencia, y al electo mandatario le sobran ambas cualidades, para sortear los grandes escollos que encontrará la nave del Estado, el pueblo deberá mostrar paciencia, y entender que el doctor Fernández no dispone de la clásica varita mágica a cuyo toque se resuelven todas las dificultades.

Estamos en un proceso en el cual el doctor Fernández encarna el pensamiento y la acción de la mayoría del pueblo dominicano, sin encasillarse dentro de los límites estrechos del partidarismo político, ya que su estatura en crecimiento, de estadista, así lo exige.

Llamado a convertirse en el cuarto gran político de la vida democrática nacional, y el primero del siglo 21 que ahora recién se inicia, los retos que el doctor Fernández tiene por delante son abrumadores, como es igualmente grande su capacidad de trabajo y su disposición de servir al país.

Así es que como en la conocida frase que citó el malogrado presidente Kennedy, al asumir el poder el 20 de enero del 1961, no preguntemos que puede hacer el país por nosotros, sino que podemos nosotros hacer por el país, y ofrezcamos nuestra cooperación, incondicional, al próximo presidente de todos los dominicanos.

Atentamente,

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