Cartas al director

Cartas al director

Señor director:

Para los que llevan anotaciones nací en el 1955, año de la Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre», el peor invento del oprobio trujillista.

Por lo tanto, para los años en que conocí a Rafael Bello Andino era un niño, pero desde ese tiempo le he admirado su lealtad y su amistad sin tiempo ni descanso con Joaquín Balaguer.

Eran los tiempos en que mencionar al caudillo significaba sentir en carne propia el escarnio a que fuera sometido, con razón o sin ella, tras la efervescencia de anti-Trujillismo vivida en el país tras el ajusticiamiento del tirano.

Quizá con ese odio mortal contra Trujillo y todo lo que él significó, algunos vivos descubrieron su medio de vida para toda la vida.

Y el anti-Balaguerismo conjuntamente con el de ser o haber sido enemigo abierto o encubierto en la tiranía, comenzaría a pagar sus frutos; hasta el presente muchos antis de ayer se convirtieron en aduladores y servirles de lo que supuestamente rechazaban al final de la negra noche.

Posteriormente tuve la suerte de conocer y tratar su padre, dos de sus hermanos, un cuñado y a su hijo, amistad que siempre tuve aun en los tiempos del gobierno del PRD como algo que no solamente me privilegiaba, sino que me hacía sentir parte de un entorno cuya vida siempre ha sido signada por la fidelidad a la amistad sin tomar en consideración el momento que se brinda y se mantiene.

Esa amistad no me sirvió, como a algunos, para recibir beneficios de los gobiernos del doctor Balaguer, ni para mi ni para los míos.

De Bello Andino, como siempre sucede en los gobiernos, se ha dicho e inventado todo lo que la envidia o las pasiones políticas pueden fabricar de negativo y perverso contra una persona.

La política es así, y así la han asimilado aquellos que la han vivido y ejercido como profesión de mercaderes, como situación de conseguir prebendas, como medio para eliminar a aquellos que no le son agradables.

Pero les guste o no Bello fundó en la Nunciatura con el doctor Balaguer cuando estaba en espera de su salvoconducto para dejar el país lo que hoy es el Partido Reformista que nacería con otro nombre tras esa reunión.

Fueron, o eran pocos los que visitaban el negocio de dulces de la firma Bolonotto que funcionaba en la Arzobispo Meriño y que era atendido por el doctor José Quezada, para poder reunirse los que eran seguidores del doctor Balaguer, como eran escasos los que reunían dinero para enviarle al extranjero al entonces apestado Ex-Presidente de la República.

Luego fueron muchos los que se beneficiaron, y todavía viven de lo que consiguieron con su balaguerismo de tiempos mejores, mientras otros, o sus hijos padecían penurias en el gobierno de Balaguer.

Creo sinceramente que están equivocados aquellos que tienen en la mira a Bello Andino, por que sencillamente ese partido era de Balaguer, y fué él quien lo dejó en manos de su amigo y Secretario preferido.

Además me consta que Bello no ha hecho otra cosa por el reformismo que servirle desde el poder, de ayudar a muchos que hoy toman la pluma o el micrófono para tratar de sacarlo del medio.

Bello quizás ha pecado porque no ha sabido hacerse un entorno de Reformista y amigos que no sean incondicionales ni servirlas, si no sencillamente entes productivos, trabajadores y consecuentes, firmes en el efecto y la amistad como el más preciado don que puede tener un hombre honesto.

Me disgusta tener que disentir de personas de mi afecto como son Carlos Morales Troncoso, mi familia, y Jacinto Peynado, mi querido y viejo amigo, pero no puedo aguardar silencio ante lo que deja de ser político para tornarse como asunto personal.

Quizás para tranquilidad de Bello hoy él está cosechando lo mismo que le dieron al doctor Balaguer muerto Trujillo, después del 16 de Agosto del 1978, y posteriormente tras su salida de el poder para consolidarse con todos y morir lleno de gloria más querido y solicitando por adversarios que por su misma gente.

Bello Andino no se merece ese pago, la política tiene que convertirse en un ejemplo, o de lo contrario seguiremos patrocinando que los jóvenes y las gentes de cierto valor no quieran participar en una actividad en donde todo está dolorosamente sucio.

No se puede pagar mal a quien solamente es culpable de lealtad, de sincera amistad e incondicionalidad a toda prueba, algo que hace mucha falta a la sociedad dominicana de hoy.

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