Cartas al Director

Cartas al Director

Lucha contra la pobreza

Señor director:
La lucha contra la pobreza en Santo Domingo comienza con la llegada de Colón a la isla. Cuando Colón llegó a esta isla encontró una comunidad atrasada pero feliz y rica; tan rica y feliz era que cambiaba su oro por espejitos y chucherías, pero Colón y sus acompañantes no eran felices ni ricos porque no habían encontrado en la isla la cantidad de oro que ellos ambicionaban. Durante el dominio de España en la Isla se hizo el primer intento de lucha contra la pobreza con la implementación del llamado «Situado» en el período conocido en la historia como «la España Boba» (1809-1821).

A partir de entonces somos un pueblo pobre, yo diría muy pobre, que sobrevive ante los avatares de las épocas, de los imperios, de los caudillos y de los déspotas. Y lo había logrado, apoyado en sólidos principios y una moral incuestionable.

Hoy nos vemos compelidos a luchar contra ese flagelo porque nunca como ahora esos principios y esa moral se han visto tan disminuidos, lo cual nos coloca en una posición de debilidad institucional peligrosa.

Así las cosas nos encontramos frente a un dilema, porque la lucha contra la pobreza no tiene espera, y hay que llevarla en dos frentes simultáneamente.

a) Uno a largo plazo, en lo moral y ético.

b) Otro a corto plazo, en lo material y humano, que tiene que ver con la sobrevivencia de una parte importante del pueblo.

Pongamos un ejemplo que está relacionado con el caso b):

Somos conscientes de que carecemos de recursos para emprender al mismo tiempo una serie de obras de ingeniería prioritarias (grandes, medianos y pequeños proyectos), pero no es menos cierto que las grandes obras (que se asignan a grandes compañías), conllevan obras colaterales que podrían asignarse a reputadas pequeñas compañías y/o a calificados ingenieros individuales. Con esto se lograría una mayor redistribución de esos recursos.

Lo mismo podría decirse de obras como reconstrucciones de carreteras, que podrían dividirse por tramos y asignárselos a varias compañías y/o a ingenieros individuales. Vale aclarar que los equipos para ejecutar cualquier tipo de obra de ingeniería, los alquilan; esto, porque hay quienes usan ese argumento para bloquear las oportunidades de los más pequeños, que recuerden que todos empezaron pequeños.

Otro ejemplo de distribución no equitativa de los recursos es el caso de los regidores de los ayuntamientos del país (sean estos grandes o pequeños); resulta que los señores regidores devengan salarios que sobrepasan los $30,000 en los pequeños ayuntamientos y a partir de ese monto en los más grandes, pero resulta que en los ayuntamientos más grandes trabajan profesionales de las diferentes áreas del saber los cuales apenas reciben salarios por un monto de la tercera parte de lo que gana en el mismo ayuntamiento ese regidor. Aún hay más en este caso, porque la ley No. 3355 de Organización Municipal, en su artículo 13 dice textualmente: «el cargo de Regidor es honorífico y gratuito». La pregunta sería, ¿no está ese profesional, que tiene por demás una familia a quien mantener, dentro del rango de la pobreza? En este caso ¿a quién le compete resolver la situación? La respuesta es a la Liga Municipal Dominicana.

Creo que el que esté leyendo estas reflexiones tiene muchísimos ejemplos que agregar en este caso, pero no quiero pasar a otro caso sin dejar una propuesta más amplia para el caso de las obras que ejecuta el gobierno y es lo siguiente: que el gobierno sólo apruebe los grandes proyectos cuyos montos superen los 100 millones de pesos, si van acompañados de proyectos prioritarios, medianos y pequeños por un monto total equivalente al 25% del gran proyecto.

Caso a):

Para enfrentar las más importante causas de la pobreza como lo son la ignorancia, la falta de orientación en lo moral y ético y la indisciplina en nuestra sociedad, hay que ir a la base o punto de partida de toda sociedad que es la familia organizada y estable. La pregunta es: ¿cuántas familias organizadas y estables tenemos? La respuesta es: muy pocas. Si existen tan pocas familias organizadas, ¿quién les va a enseñar e inculcar las normas sociales, los principios éticos y morales que norman la vida de los entes sociales a esos niños y niñas que no tienen la culpa de carecer de un hogar estable?

La respuesta a la pregunta anterior es: el Estado. La otra pregunta es: ¿cómo? La respuesta es implementando desde ya, además del desayuno escolar, el almuerzo (comida de las 12), estableciendo además que los niños-as, permanecerán en el recinto escolar y sus anexidades hasta las 5 P. M., donde realizarán sus estudios y tareas, así como sus juegos y sus deportes, bajo la supervisión y control de maestros, entrenadores y tutores.

Atentamente,
José Gabriel Aponte Espinal

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