Cartas al Director

Cartas al Director

Carácter, sólo carácter
Señor director:
Siempre que nos referimos a la personalidad se despierta un interés hacia otros conceptos tales como: carácter o temperamento, ante lo cual se cruzan muy a menudo los intercambios de unos y otros términos. El término “carácter” es de origen griego y significa señal, marca gravada, incisión. El término “temperamento”, se coloca en la edad media por vía de la lengua inglesa significando una constitución, hábito mental, cuya dependencia es física. Merece hacer resaltar, que el término “personalidad” es de origen latino.

Muy elementalmente dichos términos se utilizan como si fueran sinónimos, sin embargo, el uso preferencial de estos términos refleja una verdadera demarcación geográfica entre América y Europa. Los psicólogos europeos poseen preferencia por carácter, en tanto que los americanos se avocan al uso de temperamento.

La psicología americana tiene gran preferencia por el medio, pone de manifiesto su orientación behaviorista, la cual le hace destacar el papel del movimiento exterior, la acción de lo visible.

Por su parte, la psicología europea, subraya lo que hay de origen innato en la naturaleza del hombre, aquello que está profusa y profundamente grabado en él. Podemos observar que Freud de manera muy frecuente habla de la estructura del carácter, dejando a un lado el referirse a la personalidad. Por el contrario los psicólogos norteamericanos que ha resultado muy prolíferos sobre el tema, rara vez utilizan el titulo de carácter. Se hace pues, evidente la diferencia de matiz conforme a las voces, tiempo de explicar las preferencias en dicho uso según las regiones del mundo.

Hemos de hacer referencia al sentido especial que ha logrado el término carácter, ya que además del sentido de marca o señal, cuando nos referimos a que una persona tiene buen carácter, nos referimos a su excelencia moral. En cambio si le atribuimos una buena personalidad, significamos sencillamente que es socialmente eficaz.

Estamos acogiéndonos al criterio de que hablar de carácter sea una implicación de criterio moral, por lo cual hemos de hacer un criterio o juicio de valor. Dicha implicación no agrada mucho a los psicólogos que quieren mantener la estructura y el funcionamiento de la personalidad.

De manera clara, podemos formarnos un juicio de valores sobre la personalidad de manera global o podemos hacer referencia hacia una parte de la misma: “Una persona es noble” “Posee cualidades agradables”.

En ambos sentidos, estamos señalando que la persona a la que nos referimos posee las características juzgadas de acuerdo con criterios sociales o morales exteriores, son deseables. El hecho escueto, es, que las cualidades de tal o cual persona son sencillamente tal como son.

Algunos tipos de cultura pueden ser calificadas como nobles y agradables. Lo mismo habría de ocurrir si establecemos dicha clasificación y la juzgamos de manera opuestas.

Esta y no otra razón nos hace mantenernos dentro de nuestro esquema definitorio, ya que consideramos el carácter como personalidad valorada; pudiendo servirnos dicha consideración, como el carácter con valoración ausente.

La interrelación con la definición de la personalidad, no implica juicio moral alguno. Por su significado posee una aproximación al sentido originario de carácter, por lo cual se implican en él costumbres, rasgos, actitudes e intereses. Muchos trabajos publicados se refieren al tema.

Es de gran importancia considerar si un niño o un adulto posee ideas morales, conciencia y creencias religiosas, pues favorece el estudio de su personalidad, ya que se trata de sus características de su estructura interna. Resulta importante conocer o saber si una persona tiene “disposición a inhibir impulsos de acuerdo con un principio regulador.

En tal sentido, mantenemos nuestra simple definición del carácter como personalidad valorada. La teoría ética es importante en la personalidad, pero nunca debemos confundirla con la psicología de la personalidad.

Atentamente,

Atahualpa Soñé

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