Cartas al director

Cartas al director

[b]Señor director:[/b]

Cada diciembre salen numerosos artículos sobre Manolo Tavárez Justo que generalmente lo presentan como «un hombre de palabra», confiable, sincero, por demás valiente y capaz de inmolarse por sus convicciones. Y así era.

En los momentos actuales hacen mucha falta ejemplos así de ética y limpieza política, pero no nos cabe la menor duda de que no es casual el que esa cualidad sea puesta de relieve tan seguido dejando de lado, ocultando más bien su discurso. Su pensamiento y los intríngulis del desenlace de su vida junto a 13 de sus compañeros tras un pelotón de fusilamiento dirigido a control remoto por el imperio de los Estados Unidos, por medio del consejo de estado que representaba la crema y nata del rico dominicano, del tutumpote, el dueño de la tierra y del arado, del negocio y los comerciantes que se repartían entonces por medio de una ley criticada por él, (hasta sin ley) el botín de las riquezas dejadas por el tirano Trujillo. Entiendo que algunos lo hacen porque obedecen a una percepción generalizada y otros porque como los intelectuales criollos desconocen sus discursos, pero los demás lo hacen porque han hecho del manejo a su conveniencia del recuerdo de los grandes muertos un negocio político.

Manolo: Dirigió todos sus esfuerzos a liberar por medio de su partido el 14 de Junio al pueblo dominicano de la miseria, del dolor, de las injusticias a que estaba y está sometido, para ello proclamó un programa para los campesinos por medio de una verdadera reforma agraria, y trató de que se impulsara la agroindustria y la industria, encontrándose y denunciando que tanto «el imperialismo yankis como sus socios criollos» impedían que el país se desarrollara para mantenerlo bajo su dependencia cosa a la cual se opuso y denunció innumerables veces planteando una verdadera Liberación Nacional y el rescate de nuestra soberanía que según explicó estaba mancillada dividiendo a la familia dominicana desde la nefasta convención Dominico-Americana del 1907. Véase como luego de aquello los norteamericanos nos han impuesto que tengamos solo una economía de servicio. (no agricultura, ni industrialización sino remesas, turismo y zona franca).

Habló reiterativamente de la necesidad de cambiar las estructuras del estado para facilitar, los cambios revolucionarios. Denunció la ignorancia de nuestro pueblo como el principal aliado de sus enemigos, declaró la guerra del partido contra la ignorancia y expresó que la educación era la principal tarea por cuanto la unidad del pueblo solo se podría lograr por medio de la conciencia acumulada por el mismo pueblo sobre temas de interés mutuo. Se manifestó contra los préstamos, hablando de su significado y sus funestas consecuencias y dijo que los partidos que tiene compromisos con los yankis y demás explotadores del pueblo, no podían hablar la verdad porque tenían su palabra comprometida con ellos. Entre otras muchas cosas insistió en la necesidad de preservar el cuerpo moral del país.

Guardando las distancias sociológicas y políticas existentes entre aquellos años del 1960 y estos del 2003 coronados por los tiempos de discusión de ideas que se avecinan, sobreviviente el país cultural de sus enemigos que triunfaron avasallantemente en lo económico y lo político y han hecho todo a su conveniencia y antojo llevándonos a la desvergüenza del momento actual, el discurso de Manolo es un discurso dignificante que orienta y reivindican a la izquierda dominicana y al país y lo coloca junto a los luchadores por la soberanía y contra la pobreza en todo el mundo.

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