Cartas al director

Cartas al director

Señor director:
Dado las grandes dificultades económicas que atraviesa nuestra nación, principalmente para los sectores más empobrecidos, se impone que quienes nos gobernarán a partir del 16 de agosto, propicien un gran acuerdo con las principales fuerzas políticas, el sector empresarial, las iglesias y otras entidades de la sociedad civil, que garanticen la gobernabilidad.

El proyecto de reforma fiscal que cursa en el Congreso Nacional, que ineludiblemente se requiere de su aprobación, es preciso consensuarlo, y en algunos puntos introducirles modificaciones, a los fines de que el gran peso no recaiga, como es tradición, en el gran grueso de nuestra población, la clase trabajadora y la media, en proceso acelerado de extinción.

Se trata , sin lugar a dudas, de una legislación dolorosa , pero necesaria, aunque compleja, si tomamos en cuenta que podría recesionar aún más nuestra economía, generando hiperinflación.

Ya los entes productivos no soportan más cargas impositivas, pero es obvio,que la clase pobre, muchos menos, ya que ésta última siempre les ha tocado pagar los platos rotos.

Considero acertado la advertencia que ha hecho el presidente electo, doctor Leonel Fernández, de que no permitiría que se grave con el Itebis los productos de la canasta familiar, como han planteado varios economistas, entre ellos Andy Daujhare.

Gravar los ahorros a las personas físicas, depositados en los bancos, por su delicadeza, también debería ser bien ponderada al momento de conocerse y aprobarse el proyecto de reforma fiscal.

En lo que respecta al tan debatido aumento salarial para los empleados del sector público y privado, el cual ha concitado consenso en los diversos sectores del país, debería entrar en vigencia junto al nuevo paquete impositivo, para que la pesada carga que penderá sobre el grueso de nuestra población, se aligere.

De postergarse esa medida, se produciría una hiperrecesión, ya que la población perderá el poder adquisitivo de bienes y servicios, que ya no soporta más reducción, lo que no convendría ni al gobierno que se instalará, los empresarios ni ningún sector productivo, en particular.

De manera, que proyecto de reforma fiscal, aunque su aprobación debe ser un compromiso de todos, principalmente del gobierno saliente y el entrante, se requiere, insistó de un gran acuerdo a los fines de que alcance los resultados estimados, y a la vez contribuya a la estabilidad económica y la convivencia pacífica entre los dominicanos.

Atentamente,

Leoncio Bautista

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Desarrollo Vs. tragedias

Señor director:

De una tragedia nada ni nadie está al margen, básicamente si se toma en consideración que la misma naturaleza las ocasiona; en nuestro país son constantes éstas y de experiencias estamos llenos.

Solamente basta recordar el ciclón David y la Tormenta Frederich en el año 1979, el ciclón George en el 1998, las distintas inundaciones del Cibao, la capital, zona noroeste, incendios, explosiones de tanques de gas licuado, el temblor de tierra del 22 de septiembre de 2003 y ahora el caso más reciente de Jimaní, en el sur del país.

Es casi seguro que fenómenos y tragedias parecidas a éstas nos afecten de nuevo en algún lugar del territorio nacional y las ayudas caritativas vendrán de sobras, pero cada una de ellas se aplica de una manera aislada o por separado, medalaganariamente, y en el fondo es poco lo que se resuelve ya que todavía tenemos refugiados del ciclón George y de otros fenómenos del pasado reciente.

Si realmente pusiéramos interés y miras en el desarrollo, lo que haríamos es un plan maestro para juntar todas esas ayudas y partidas y en cada caso hacer multifamiliares para los damnificados; porque comenzar a fabricar chozas de madera y cinc, gastando millones de dólares, pesos, euro, en fin y a los tres o cinco años lo que tenemos son arrabales alrededor de ellas, es mejor pensar en frío y buscar la forma de que juntemos todos esos recursos económicos, profesionales, técnicos y de buena fe y levantar infraestructuras que sirvan al desarrollo de esas poblaciones que resulten afectadas o que han sufrido en carne propia los embates de la naturaleza que en ocasiones son producto (los daños causados) por la acción desmedida del ser humano frente a la misma naturaleza.

Se quiere y requiere, entonces, tomar las medidas pertinentes, pensar en el futuro para garantizar el desarrollo de los sectores o pueblos y comunidades que sufran las desgracias que nadie quiere ver ni sufrir, pero que son naturales y están dadas las condiciones para que las mismas se repitan en algún lugar del país.

Sin otro particular por ahora, le saluda con la mayor consideración de respeto y estima,

Atentamente,

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