Cartas al director

Cartas al director

Señor director:
Como el apóstol cubano José Martí, que sin haber sido jefe de Estado ni haber gobernado su país se ha convertido en una de las figuras más egregias del Continente Americano.

Como Juan Pablo Duarte, quien habiendo fallecido pobre y en el ostracismo es sin embargo nuestro patricio más venerado y respetado.

Así germina y se dimensiona hoy en día ese prócer hidalgo que naciera hace noventa y cinco años y cuyo nombre, Juan Bosch, todas las generaciones vivientes de nuestra nación conocen y reverencian.

Como todos los seres que se asemejan a los dioses y se confunden con la genialidad, el profesor Juan Bosch fue incomprendido, perseguido, encarcelado y vilipendiado pero nunca desmayó en la lucha a favor de su pueblo.

Hoy, cuando las instituciones se encuentran desmembradas y deterioradas y la sociedad misma parece desesperanzada y al borde del colapso, se yergue como un coloso en el firmamento nacional para su redención, lo que el mismo maestro calificó como su mejor obra, el Partido de la Liberación Dominicana.

Así es profesor, no fue en vano su siembra de tantos años; mientras las organizaciones políticas que tan ferozmente lo combatieron hoy parecerían que se encaminan hacia la desintegración inevitable, sus hijos, sus verdaderos hijos políticos, nos paramos junto a usted a contemplar la profecía y el augurio de sus doctrinas.

Mientras los demás se piensan todos líderes y arremeten bestialmente en contra incluso de sus propios compañeros, tus hijos seguimos fielmente los métodos y astutos que tu forjaste con tanto celos y esmero permitiéndonos ser humildes, autocríticos y respetuosos ante los principales líderes y conductores de tu organización lo cual nos ha convertido en ejemplo y guía de la sociedad que nos dejaste.

Después que te ausentaste nunca se nos ha ocurrido usar tu nombre si no es para mostrarte de ejemplo y sensibilizar el alma de tu pueblo, nunca para usarte y relajarte como acostumbran los otros, que ante su incapacidad y falta de seguridad acuden a los archivos de la radio y televisión para ver a sus líderes ya fallecidos articular discursos ejemplarizadores mientras en la práctica tan solo hacen interpretar a su modo dichos discursos para sacar beneficios particulares y de grupos.

Profesor, algo quiso decir José Martí cuando expreso: «Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz».

Nada más cierto que eso, su pueblo no lo anda adulando ni poniéndole su nombre a las estructuras que se levantan solo por habilidades y conveniencias políticas del momento.

No señor, su pueblo lo aprecia y lo valora en sus justas dimensiones y es por ello que lo mantiene en su corazón de manera perenne.

Es ahora profesor, cuando usted ya no despierta controversias que provocan el debate público, cuando las pasiones en su contra ya no tienen motivos para obnubilar las mentes y los causes desbordados regresan a sus niveles.

Es ahora cuando usted nace y se levanta cual gaviota que emprende vuelo hacia el infinito.

No fue en el 1909 cuando nació ni fue en el año 2000 cuando murió como se está diciendo a propósito de un aniversario más, es a partir de ahora cuando el pueblo dominicano y el mundo sabrán, a través de su legado y su historia, quien es el profesor Juan Emilio Bosch Gaviño.

Atentamente,

Laureano Guerrero

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