Cartas al director

Cartas al director

[b]Señor director:[/b]

Bajo la bóveda de la Gran Galería del Museo del Louvre en París, Napoleón III decidió construir una sala, para exhibir las obras de arte rechazadas por el jurado del prestigioso museo francés. En el Salón de los Rechazados -Salón des Recusés- como fue bautizado, se le permitía al público contemplar las obras que eran descalificadas por los jueces por razones políticas o atendiendo a intereses personales. ¿Cuáles obras de arte fueron enviadas al Salón de Los Rechazados? Las obras de los mejores pintores de Francia, tales como Rembrandt, Rousseau, Manet, Renoir, Monét, Fanin, Cezanne y otros talentosos pintores del movimiento impresionista francés.

En nuestro país recientemente la Junta Central Electoral (JCE) rechazó a un grupo de partidos políticos en crecimiento, algunos dirigidos por hombres que por su trayectoria en la vida pública nacional se pueden considerar como reservas morales del país. Entre los Rechazados está el partido del pececito de Mario Read Vittini, un hombre que no obstante haber ocupado los más altos cargos públicos de la nación no hace alardes, ni ostenta riquezas.

Muchas de las cosas que desde hace tiempo varios de los dirigentes de los partidos Rechazados venían previendo como inevitables, han sucedido. Hoy, ya pasado el momento de la crónica anunciada, queda la posibilidad del análisis, la esperanza del cambio, la necesidad de una coalición de todos y pasar a la acción. Sabemos de la crisis, sabemos del riesgo que atraviesa el país en el ámbito social y a nivel institucional, sabemos que -en un último análisis- peligra también la continuidad de la República Dominicana como Nación por el éxodo masivo de haitianos ilegales huyendo del hambre. El programa Mundial de Alimento -PMA de la ONU ha declarado la hambruna en Haití y el ACNUR contempla la instalación de campamentos de refugiados haitianos en nuestro territorio. Solo en el mes de diciembre cruzaron hacia nuestro lado más de 25,000 haitianos ilegales. La pobreza haitiana terminará aplastando el pequeño progreso dominicano. La carga es muy pesada para nuestra débil economía.

Es precisamente por tener la economía destrozada que se ha deteriorado la estructura productiva de nuestro país. Además, el descrédito de los partidos tradicionales y la movilización social siguen en aumento, pero como contrapartida, no crece la aceptación de dirigentes con compromisos válidos y prácticas renovadas. Esta situación constituye el ojo de la crisis, que viene prolongándose y provoca un cuestionamiento al sistema institucional en su conjunto. Por un lado, sin querer ser profeta de una catástrofe, pues se nos dirá tremendistas y agoreros, que exageramos riesgo o -peor aún- que además pretendemos pescar en río revuelto; por otro lado algunos están ya convencidos que ya es muy tarde y que somos ilusos, que la Nación ha entrada en su crisis final, y que nada que intentemos podrá cambiar las cosas.

La situación es difícil, pero confiamos en que quedan reservas morales suficientes, causas, objetivos y necesidades comunes. Si conservamos un poco de todo esto, no desaparecerá la Nación. Tenemos la oportunidad doble que puede llevarnos al éxito o al fracaso. Rescatemos la idea de la oportunidad. No nos rindamos, echemos este último pleito por la patria. Estamos obligados, a eliminar la indiferencia generalizada y en especial la de una élite intelectual que está ciega, sorda, muda por conveniencia, ante el drama del país. Callaron no obstante tener la obligación moral de hacer públicas denuncias sobre los orígenes de la crisis que padecemos. La indiferencia ha sido la que ha llevado a nuestra nación a la postración actual. Si no cambiamos nuestra actitud ante la realidad nacional, no saldremos de la crisis y nos iremos deshaciendo como nación.

Atentamente,

Roberto Canaán

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