Cartas al director

Cartas al director

[b]Señor director[/b]

En declaraciones para la prensa nacional, radial, escrita y televisada, funcionarios del gobierno han declarado de manera velada, en ocasiones, y muchas veces expresas, su inconformidad con el empresariado nacional, llegando al punto de presentarlo como el gran responsable de las dificultades presentes de la economía nacional.

La culminación de esta «asignación de culpabilidad» la hemos visto en los tres editoriales del periódico Listín Diario del domingo, lunes y martes de la presente semana titulados «Viñas de Ira», en los cuales el editorialista acusa a los sectores de turismo y zonas francas de haber recibido subsidios y ayuda estatal para utilizarlos en, y citamos: «degradar aceleradamente y con servicio, el valor de la moneda nacional y disminuir, concomitantemente, el poder adquisitivo de las familias de bajos y medianos ingresos provocando un estado de miseria alarmante».

¡Cuánta culpa asignada a aquellos que son la fuente más importante de los ingresos con que se nutre el gobierno y los mayores generadores de empleos y divisas del país!

Hoy se pide a los generadores de divisas (turismo, zonas francas y sector exportador), que financien o subsidien parcialmente los déficits del gobierno, casi acusándolos directamente de la responsabilidad de la crisis que actualmente sufrimos los dominicanos.

Pero nos preguntamos, ¿dónde estaban los acusadores de hoy cuando el dólar se mantuvo estable y sobrevaluado por varios años y dichos sectores luchaban por sobrevivir a la competencia internacional, tratando de mantener niveles de productividad y rentabilidad financiera sin que a nadie del sector oficial se le ocurriera remotamente acudir en su ayuda?

Quisiéramos poder entender las razones del Presidente, sus funcionarios y del editorialista mencionado para estar frustrados por la situación nacional, pero no podemos compartirla porque ellos solo están mirando la punta del iceberg y se niegan haber las verdaderas razones del serio deterioro de las condiciones sociales, económicas y políticas del país; pero sobre todo, no aceptan reconocer dónde reside la última responsabilidad de los males que padecemos todos los dominicanos.

¿Serán los empresarios culpables de la ira que pueda generarse en el país a raíz de la situación actual? Obviamente, no!!

Los empresarios no son culpables de la contratación, en contra de los consejos de la mayoría, de préstamos directos e indirectos, a veces de manera desaprensiva, a que han sometido el país en los últimos tres años el gobierno y sus asesores.

El empresariado nacional no colocó 1,100 millones de dólares en bonos soberanos, de cuyo uso todavía no tenemos un informe que permita determinar los beneficios reales que le aportaron a la economía dominicana, contrariando la opinión de economistas sobre los efectos que los mismos tendrían en la economía nacional.

No fue el sector privado quien formaliza el Acuerdo de Madrid para prolongar por 10 años los «malos contratos y acuerdos» firmados con Unión Fenosa en el pasado gobierno, y mucho menos quien negoció pobremente la adquisición de Edenorte y Edesur, empresas que estaban prácticamente quebradas, por un precio que no-solo fue extremadamente alto, sino muy imprudente, ya que entorpeció de mala manera las negociaciones que se realizaban con el FMI en esos momentos.

¡El empresariado nacional nunca se empecinó en Plan Renove alguno, ni en unos Juegos Panamericanos que le han costado al país, a precios corrientes, más de 20 mil millones de pesos (cuántos impuestos, dolores de cabeza y amenazas nos ahorraríamos hoy sí estos dos gastos no hubieran existido! .

No es el «sindicato», como despectivamente le llama el señor Presidente al CONEP, el responsable de las medidas tomadas por las autoridades monetarias para honrarle los depósitos en bancos quebrados a unos pocos inversionistas, muy grandes por cierto, en detrimento de las grandes mayorías nacionales. De igual manera, no fue el empresariado quien obligó al Banco Central a pagar hasta un 36% de interés por certificados de depósitos a los ahorrantes para desmonetizar los pesos liberados en la crisis del Baninter.

Muy al contrario, esa medida se toma a pesar de la oposición de una gran parte del sector privado a la misma.

No ha sido el empresariado privado quien ha permitido que dos empresas del sector de seguros, la Intercontinental y Segna, una incautada y la otra recibida en garantía por un banco en serios problemas de liquidez, cuyo valor de mercado podría ser de unos RD$3 – RD$4 mil millones, cayeran en la insolvencia, al punto de tener que ser liquidadas por la incapacidad gerencial de las autoridades para entender que administrar eficientemente es crear valor, nunca destruir valor.

Ambas han sido lamentablemente liquidadas, y su valor de recuperación será mínimo, a pesar de que dos instituciones privadas estaban interesadas en comprarlas para ayudar a las autoridades a resolver el problema que su insolvencia representaba.

En el sector privado, cuando un gerente es incapaz en la toma de decisiones, lo sacamos de la empresa; jamás lo premiamos, ni con promociones ni con adulaciones

Tampoco puede el empresariado nacional hacerse responsable de que el Señor Presidente haya cumplido su palabra de honrar su slogan de campana de «gobernar para todos, pero cuidando de los suyos», ya que ha protegido a los suyos pero se ha olvidado de los nuestros, los empleados, quienes son en ultima instancia los que verdaderamente representan a las grandes mayorías nacionales.

Los empresarios privados del país, y el susodicho «sindicato» que los agrupa, no hacen política partidista como actividad primaria, y por ello no pueden asumir la responsabilidad de la gran crisis política en que se encuentra el partido de gobierno, con la consabida incertidumbre que ello trae a la población dominicana y a los inversionistas tanto nacionales como extranjeros

Tampoco puede el sector privado pagar el precio de la irresponsabilidad de 3 ó 4 de sus miembros en el manejo de sus empresas, ni mucho menos de la percepción de riesgo y desconfianza que siempre se ha creado en países como el nuestro, con una institucionalización débil y todavía en proceso de transparencia, cuando un presidente decide reelegirse, o mejor dicho repostularse, en medio de una crisis como la que hoy sufre hasta el ultimo de los dominicanos.

¡Qué pena que los «culpables» sea ahora los que siempre han apoyado al país con sus impuestos, generación de divisas, empleos y creación de riqueza a corto, mediano y largo plazo! Cuanta negación a los riesgos asumidos por el empresariado nacional en la creación de un sector responsable y capaz de enfrentar los retos que nos imponen la apertura de los mercados en el mundo globalizado de hoy.

¡Qué pena que los empresarios privados, grandes y pequeños, ahora sea acusados desde las alturas del poder de ser presuntos sembradores de potenciales «Viñas de Ira», cuando la gran mayoría de ellos han estado realmente luchando para que nuestro país no se convierta en una «Viña de Nabot», en la cual, lamentablemente, el Gobierno estaría cosechando todo lo que sembró. y hasta me rimó!

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