Cartas al director

Cartas al director

Señor director:

En el año 1998 el senado de la República, encabezado entonces por su presidente, el ingeniero Ramón Alburquerque, protagonizó un escándalo peligroso y nunca visto frente al edificio de la Liga Municipal Dominicana bajo el argumento de que en las elecciones del bufete directivo de esa institución se le había hecho trampa al Partido Revolucionario Dominicano.

Gracias al espíritu democrático del presidente de la República de entonces, el doctor Leonel Fernández y a su jefe de la policía, José Aníbal Sanz Jiminián, no hubo entonces una tragedia de magnitudes históricas.

Poco tiempo después un tribunal de la República iba a evacuar una sentencia en donde ratificaría el bufete de la Liga Municipal Dominicana como producto de una elección correcta debido a la alianza que hubo entre los delegados municipales del Partido de la Liberación Dominicana y el Partido Reformista Social Cristiano.

Pero como si fuera poco, ese mismo bufete directivo encabezado por el higüeyano Amable Aristy Castro, sería escogido como el mejor aliado del Partido Revolucionario Dominicano una vez llegado este al poder en el año 2000.

Pero para el 1998 cuando gobernaba el doctor Fernández, el PRD no entendía nada que no fueran sus razones y es así como el senado de la República siempre dirigido por el archiconocido Ramón Alburquerque motoriza en el hemiciclo la elección de una Junta Central Electoral que obedezca tan solo a los mandatos y decisiones de la dirigencia perredeista como venganza a lo que entendían como un despojo del gobierno peledeista de «su Liga Municipal Dominicana».

Craso error. Cuánto odio se ha derramado después de aquello, cuánto desprestigio se ha vertido sobre nuestra nación, cuánto esfuerzo e incertidumbre han tenido que padecer todos los estamentos de nuestra sociedad para que esa junta fuera no como debería ser sino mínimamente equilibrada.

Pero no, aún llevamos ese tremendo fardo a cuesta y yo sé que solo Leonel Fernández y el PLD con el pueblo detrás los detendrá.

(Oh ironía de la vida! Saben ustedes quien fue la primera víctima de esa inefable Junta Central Electoral? Pues su mismo promotor y mentor, ese que parece tan inteligente, el mismo ingeniero Ramón Alburquerque.

Cuando Leonel gobernaba y el sectarismo y la pasión lo cegaba, el ingeniero Alburquerque no se dio cuenta que el rompimiento de la institucionalidad y las violaciones a las leyes son demasiado peligrosos para una nación.

No todo el mundo es buen político aunque lo parezca.

El político tiene que tener visión de futuro y proyecto de nación; no puede ser personalista, tampoco inmediatista.

La actual Junta Central Electoral que fue puesta allí de manera violatoria y medalaganaria acaba de dar un fallo que perjudica al ingeniero Alburquerque quien junto al licenciado Hatuey D’camps, presidente del PRD, representan la parte institucional de esa organización y lo que es peor dicho fallo favorece al mismo tiempo al sector más negativo de nuestra sociedad que son los pepehachistas los cuales constituyen el adversario número uno de los que ayer impusieron contra viento y marea el señalado tribunal electoral.

Pero aún hay tiempo para resarcir los daños.

Un político debe tener capacidad de autocrítica y de empezar a luchar en contra de aquello que amenaza nuestra nación aun cuando esto haya sido nuestra creación en un momento de confusión.

Pensamos que ha llegado el momento de que los propios perredeistas piensen qué es lo más saludable para la patria si cerrar el paso a los que hoy los humillan y los golpean o seguir atados a símbolos y emblemas que en el presente tan solo nos conducen a la disolución total como sociedad.

Atentamente,

Laureano Guerrero

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