CARTAS AL DIRECTOR
¿A qué se debe?

CARTAS AL DIRECTOR <BR>¿A qué se debe?

Señor director:
Providence, Rhode Island.- Hace unos días regresé de Quisqueya. Me tome suficiente tiempo para andar por Santo Domingo, por el interior del país haciéndome el loco; salía claro, mientras la luz del sol me iluminaba. De noche me encerraba a leer periódicos y algunas biografías de ilustres dominicanos.

Conservo en mi mente y en mi cámara Sony las imágenes de las vivencias que pude captar en las tres semanas de turismo intensivo que me di. Quería comprobar si la delincuencia era espontánea, o si era una campaña montada con un segundo propósito.

Me tomé ese tiempo tratando de encontrarle una explicación al descontento y al poco interés que manifiestan la mayoría de los hombres y mujeres de mi país para encontrarle soluciones a los apagones, la falta de agua, de alimentos, salud, basura, sida, pobreza, etc., etc.

En verdad sobre el tema he escuchado y leído muchas opiniones, pero la verdad es que los que estamos trabajando de Sol a Sol, o de Nevada en Nevada en la diáspora, sin pretenderlo hemos contribuido a crear el actual estado de cosas, porque la actitud de vagancia que exhiben muchos hombres y mujeres que se supone, son o serán el sostén de la patria, es un producto de las remesas.

Los colmadones, las discotecas, los casinos, los moteles, todos abarrotados, los tigueres, varones y hembras que trabajan, los que se la buscan como sea, sólo tienen una disposición, utilizar los pesitos para la chercha, las frías o el pote. Nadie guarda un chele, a nadie parece importarte el futuro del país, el civismo, las reglas de juego, la igualdad de justicia, el no tirar la basura a la calle y de buenos modales olvídate. En esto el país parece que fracasó, no se respeta nada y en todos los órdenes parece que todo el mundo está condenado, porque nadie se atreve a tirar la primera piedra, para organizar ese gran desorden.

Creo que el único instrumento efectivo sería congelarle las remesas por una o dos semanas, para ver si esto provoca un «shock», que pueda devolverle el juicio a gran parte de la población. Quizás recuperen el sentido y organicen la agenda para cambiar el curso de esa letal actitud de desganados que manifiestan muchas personas.

Los que estamos enviando dinero de remesas, debemos detener ese flujo y pensar en ir buscando una fórmula para evitar que les llegue tanto dinero limpio y para el bolsillo a familiares indolentes, a inescrupulosos dueños de agencias de envíos y a gobiernos irresponsables, que han descuidado la educación, la salud y los servicios básicos de un país que está al borde de un colapso total.

Sin ánimo de ofensa y sin bandera política, pues tengo buenos amigos algunos altos dirigentes en todos los partidos y muchos amigos de los de abajo y de los de arriba.

Pude constatar, que el problema radica en la abundancia, o sea, en RD todo el mundo espera que un familiar de la diáspora resuelva cuando se trata de dinero. Da la impresión de que la gran mayoría prefieren cogerlo lo más suave que se pueda. Como que lo de mayor importancia en la vida es (tumbar) a los familiares de allá o los de aquí a como dé lugar. Inventándose enfermedades, cumpleaños, bautizos, mudanzas, fingiéndose presos, etc. etc.

Es tiempo de buscar un banco internacional, para abrir cuentas especiales para aquellos que envían remesas de forma continua, que en vez de pagar por el envío del dinero, acredite ese valor a la cuenta del que envía y que del dinero depositado le sea entregado sólo un % a los beneficiarios en algunos casos. De esta manera, muchos de esos infelices que envían hasta lo que no pueden, al final de cada año tendrían un ahorro sustancioso que les permitiría verificar por sí mismos (si quieren hacerlo) el destino que muchos familiares les dieron al dinerito que con tanto sacrificio ellos le enviaron. Esto sólo es una sugerencia, porque hay que hacer algo o resignarnos a olvidarnos dentro de muy poco tiempo, que hubo un país en el mundo que se llamó República Dominicana.

Atentamente,
Max Guerrero Mieses

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