Señor director:
Cada cuatro años si hay cambio de gobierno, los miembros del partido que ganó las elecciones creen que el Estado por entero les pertenece, y que solamente ellos votaron por el candidato de su agrupación por lo que tienen derecho a todos los puestos en detrimento de otros dominicanos con iguales derechos constitucionales.

Igualmente cada cuatro años dentro del partido de gobierno sale un defensor de ese derecho que tienen las bases, que no son más que individuos en busca de aposicionamiento dentro de su partido con claras demostraciones de oportunismo para asegurarse prensa y futuro político.

Cada cuatro años se pretende forzar al Presidente de la República a que haga lo que no debe, o que sea una marioneta en manos de los sufridos y fajados dirigentes del partido ganador.

Igualmente cada cuatro años los clanes familiares se instalan en el poder, los aliados recogen su parte, aunque sus votos sean mínimos, y los reclaman y mantienen como si fueran fieras.

Ni el estado dominicano, ni el Presidente de la República es agencia de empleos, y mucho menos con salarios tan altos como quieren algunos, ni con posibilidades de hacerse como quieren los más.

Ni el chantaje, ni el clientelismo, ni el futuro político personal o partidario deben llevar al gobierno a convertir la administración pública en un centro de vagos, de busca cheques y de busca dineros, porque estaríamos siguiendo una dolorosa y perjudicial tradición que nos afecta a todos.

Especialmente a la ya agotada vaca nacional.

Atentamente,

Germán Martínez

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Vicente y el PRD

Señor director:
Es encomiable y dice mucho de su amor por el PRD, la decisión del licenciado Vicente Sánchez Baret de poner a disposición del comité ejecutivo su puesto de presidente, con tal de lograr un entendimiento con Hatuey Decamps y sus seguidores, a fin que el partido se reunifique y vuelva a ser la fuerza política superior de la nación.

Cuando varios dirigentes lanzan sus aspiraciones a la presidencia del PRD (algunos sin contar con fuerza para ello), Sánchez Baret sorprende al país perredeísta dejando en manos de su dirección un cargo que ha ejercido con eficiencia y responsabilidad, y que muy bien pudiera retener en una convención libre, gracias al apoyo de la inmensa mayoría de compañeros que le reconocen méritos de trabajo, honestidad, solidaridad y lealtad.

Después de casi cuatro años de estar dormido, el PRD ha revivido bajo sus riendas y se desarrolla un hermoso proceso de reorganización que culminará con la elección de nuevas autoridades desde la comisión política hasta los comités de base.

Abrirse al diálogo y al entendimiento es el paso  más acertado que ha dado la cúpula del PRD, máxime con la escogencia de una comisión encabezada por ilustres perredeístas como Tirso Mejía Ricart e Ivelisse Prats Ramírez.

Ahora, los dirigentes que han anunciado sus aspiraciones a presidir el partido deberían imitar la nobleza de Sánchez Baret, dejando camino libre a un entendimiento.

Los perredeístas que tienen futuras aspiraciones a la presidencia de la República también deberían abstenerse de aspirar a presidir el partido, a fin de que a la dirección vayan dirigentes que luego no asuman posturas grupales, en post de sus proyectos personales.

Un hombre de la talla moral y de la capacidad de trabajo de Virgilio Bello Rosa sería ideal, pues su trayectoria y la equidistancia que ha mantenido de los grupos internos garantizan la unidad del partido y una conducción correcta de la organización.

Atentamente,