CARTAS AL DIRECTOR
Aumento de la pobreza

CARTAS AL DIRECTOR <BR>Aumento de la pobreza

Señor director:
El informe de la oficina local del Programa de las Naciones Unidas para el desarrollo (PNUD) afirma que la pobreza extrema creció un 5% en la República Dominicana en 2003, según el estudio, que figura en su página en internet, asegura que la pobreza extrema (menos de un dólar por día) en el país pasó de 29% en el año 2000 a 33% en 2003. Es decir, que más de 3.0 millones de dominicanos vivían en la pobreza extrema en 2003, mientras que 5,7 millones de ellos lo hacían bajo el límite de pobreza.

Esta condición coloca a la República Dominicana en el grupo de 28 países identificados por la ONU y otros organismos multilaterales como de «alta prioridad», con probabilidades de no alcanzar la meta de reducir a la mitad el porcentaje de su población hambrienta. Aunque el gobierno dominicano esta haciendo ingentes esfuerzos para focalizar el combate a la pobreza y ha creado varios programas de asistencia social, tales como: «Comer es primero», asistencia a madres solteras, ayuda a los ancianos, etc., y mantiene un costoso subsidio al gas y a la electricidad. Acciones correctas y loables. Pero, esto es necesario, aunque no es suficiente para reducir drásticamente la situación descrita. Pues, se sabe, que hay que hacer un esfuerzo sostenido por un período largo para insertar las masas irredentas a ser automáticamente irrigada por el torrente económico y cambiar radicalmente la distribución del ingreso. En la actualidad el quintil (20%) más rico de la población recibe el 80% del ingreso.

El presidente del BID, Enrique Iglesias advertía de esta situación, en su recién pronunciada tele conferencia, dictada desde el salón de sesiones de la OEA, dentro de la cátedra de las Américas, al apuntar que» el hemisferio, a pesar de haber logrado cierta estabilidad, un crecimiento del producto, una disciplina económica, pues por el momento no hay inflación desproporcionada en la región, sin embargo, el problema sigue siendo la exclusión social y la distribución del ingreso, que a su vez genera la pobreza». Abraham Lincoln, que soñó el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, dijo que una vez que «todos los hombres son iguales hasta que nacen», esta frase inmortal fácilmente puede encajar cuando analizamos la distribución del ingreso en los países latinoamericanos y en especial en nuestro país.

En la República Dominicana, como en los demás países latinoamericanos, unos pocos concentrar un porcentaje muy elevado del PIB, mientras que la mayoría de la población debe «sobrevivir» con niveles de ingresos sumamente bajos. Esta mala distribución del ingreso está estrechamente relacionada con los dramáticos cambios económicos experimentados por la región en los últimos años. Los modelos económicos implantados en nuestros países, lejos de mejorar la situación y bienestar de la mayoría, privilegiaron los sectores más pudientes de nuestras sociedades. Recordemos, que el hemisferio ha sido laboratorio experimental de toda clase de políticas públicas, las cuales pasan de la teoría a la práctica, en los países latinoamericanos, sin importar que siempre traigan restricciones financieras, altas tasas de inflación y fuertes devaluaciones.

Esta inequidad en la distribución de ingresos (según cifras del Banco Mundial, un 60% de los países sudamericanos se encuentran en la «prestigiosa» lista del 20% de países con una distribución más desigual), explica perfectamente los elevados y peligrosos niveles de pobreza que padecemos en Latinoamérica. Los entendidos en el tema, concuerdan en el hecho que no es del todo correcto definir los niveles de pobreza a partir de la distribución de ingresos, pero es evidente que una mejoría en este indicador, conlleva a una reducción de la cantidad de personas en la indigencia, que es al final lo importante.

La mala distribución del ingreso, que además de sus perversos efectos, no es funcional para el desarrollo de los países, debido a sus incidencias en el consumo, marginalidad en la participación del ahorro y la inversión, debe ser enfrentada por los gobiernos empleando diversos mecanismos, los cuales ataquen el problema de raíz, para que con esto mejorarle la cantidad y calidad de ingresos a los más necesitados. Estos mecanismos deben contemplar un incremento en los niveles de escolaridad de la población, creando igualdad de oportunidades, para con esto mejorar las posibilidades de encontrar un buen empleo. Políticas de crédito para la pequeña y mediana empresa e industria, incentivos para atraer inversión nacional y extranjera, algo fundamental es revertir las actuales condiciones del mercado laboral donde el desempleo y la economía informal marcan la pauta. Adaptar planes adecuados de entrenamiento masivo para insertarse al trabajo productivo. Garantizar a la población la salud, seguridad social y la seguridad ciudadana. Pero, todo esto no será posible si al mismo tiempo no se protege, en términos reales con baja inflación y sin devaluaciones traumáticas, el ingreso de cada persona. Se requiere estabilidad macroeconomica y un arduo trabajo de largo plazo para generar un elevado bienestar general que reduzca la pobreza extrema.

Atentamente,

Víctor Ventura

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