CARTAS AL DIRECTOR
Caamaño

CARTAS AL DIRECTOR <BR>Caamaño

Señor director:
Sin lugar a dudas, el acontecimiento más trascendental de República Dominicana en el pasado siglo fue la revolución y guerra patria de abril de 1965. El planeta Tierra conoció en abril de 1965 de lo que fue capaz un pueblo cuando le violentan su Constitución y le pisotean su soberanía.

Lo que comenzó como la revolución de abril de 1965 se convierte en la guerra patria de abril, cuando el imperialismo yanqui, que hasta en la Coca Cola veía barbas y le preocupaba un nuevo triunfo de la izquierda en la región del Caribe, con el ridículo pretexto de salvar vidas y propiedades de ciudadanos estadounidenses ordenó el desembarco de 42,000 marines yanquis, y con el apoyo de la Organización de Estados Americanos y de los gobiernos lacayos de Brasil, Paraguay, Nicaragua, Honduras y Costa Rica inventaron lo que mal se llamó la «Fuerza Interamericana de Paz», que más de paz fue de guerra.

Los 42,000 marines que vinieron «a salvar vidas y propiedades de ciudadanos estadounidenses y a restablecer la paz en República Dominicana» ultimaron miles de dominicanos del lado constitucionalista. Sus disparos iban dirigidos exclusivamente a los constitucionalistas.

El 24 de abril es el día del heroísmo, del patriotismo, de la valentía, del decoro y de la dignidad del pueblo dominicano.

En la revolución y guerra patria de abril murieron cientos de dominicanos, luchando por nuestra Constitución violentada con el golpe de Estado de 1963 y de nuestra soberanía pisoteada por 42,000 marines yanquis, pero gracias a esos héroes y mártires se ha evitado la muerte de muchos dominicanos, porque cuando malos dominicanos intentan dar un golpe de Estado, recuerdan aquel glorioso abril de 1965 y desisten de sus malsanos propósitos.

A sabiendas de que el olvido es el mejor aliado de la ingratitud, existen dominicanos que se empecinan en mutilar nuestra historia.

En este país existe un plan bien orquestado para echar en el saco del olvido a los dominicanos que lucharon por las libertades de su pueblo; un plan bien planificado para que la juventud ignore su historia recién pasada.

La juventud tiene que conocer toda su historia, porque «pueblo que no conoce su historia, es un pueblo condenado a repetir los errores del pasado».

A los que se dedican a despotricar en contra de los que empuñamos el fusil en abril de 1965, para defender nuestra Constitución y nuestra soberanía, les recordamos una cita del apóstol cubano José Martí: «Los que no tuvieron el valor de participar, deben tener el pudor de callar».

El adalid de la gesta de abril fue el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, quien valientemente combatió a los reaccionarios dominicanos y a la potencia más poderosa del mundo.

Francisco Alberto se casó con la gloria aquel abril de 1965.

Francisco Alberto Caamaño, cuyo nombre de guerra era Comandante Román en la expedición de Playa Caracoles, murió el 16 de febrero de 1973 en Nizaíto, Sección de San José de Ocoa, luchando por legarnos una patria más justa y menos corrupta.

Los restos de Francisco Alberto deben descansar en paz en el Panteón Nacional. El tiene todos los méritos para estar junto a los grandes héroes dominicanos.

El próximo 24 de abril se cumplen 4 años de la gesta que dio a conocer nuestro país al mundo y es propicio conmemorarlo con un acto multitudinario, con el traslado de sus restos al Panteón Nacional, con todos los honores de que es merecedor.

Francisco Alberto Caamaño debe estar en el Panteón Nacional como el coronel de la valentía, la dignidad y la honestidad del pueblo dominicano.

Por la Fundación Francisco Alberto Caamaño, seccional de Puerto Plata.

Atentamente,

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