CARTAS AL DIRECTOR
Cardiología

CARTAS AL DIRECTOR <BR>Cardiología

Señor director:
Acaba usted de escribir una de las mejores, sino la mejor, coctelera del año. Efectivamente el Instituto Dominicano de Cardiología cuya fundación es de iniciativa privada, lleva a cabo sin embargo una tremenda labor de servicio público, tal como lo realiza también el Instituto Dominicano de Dermatología, también de iniciativa privada y que junto al Instituto de Cardiología han revolucionado prácticamente la práctica de la medicina en nuestro país en esas especialidades y elevado grandemente la calidad del servicio y el acceso del público general a los mismos.

Aunque además de la asignación de ayuda directa a estas instituciones por el Estado, este aporta más recursos a las mismas a través de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, con el financiamiento de posiciones académicas y de entrenamiento y otras ayudas, lo cierto es que las mismas requieren de mucho más soporte para mantener la calidad y expansión de sus servicios.

Y por ello tiene usted razón al comparar la erogación estatal de las ONG»s con la modesta ayuda a estas instituciones de servicio real y directo al público, sobre todo si se tiene en cuenta que algunas de estas ONG`s dedican sus recursos a apoyar directamente la inmigración ilegal haitiana y a servir de campañas propagandísticas de las mismas.

Es como si el Estado dominicano estuviera financiando su propia desintegración.

Observe también que la agenda de «negociación» del Colegio Médico con el Estado no ha incluido nunca reivindicaciones y ayuda para estas instituciones que a pesar de ser de iniciativa privada (a Dios gracias) prestan un inestimable servicio a la población general y a los desposeídos, pues el carácter «sindical» del Colegio Médico lo ha limitado mayormente a luchas salariales de médicos empleados públicos, y no necesariamente a la lucha por el avance de la agenda médica de todo el país.

Por ello tampoco se ve en la agenda del Colegio Médico sugerencias para elevar la calidad del servicio sobre todo en el área de la medicina preventiva, que es el énfasis de los esfuerzos médicos a nivel mundial, proponiendo al Estado por ejemplo la administración rutinaria y periódica de vacunas en las escuelas, lo que garantizaría la cobertura y mantenimiento de estos programas en la población escolar que abarca el 85% de la población infantil, para lo cual se podría utilizar personal paramédico con breve entrenamiento (visitadores sociales, ayudantes de enfermeras, etc.), disminuyendo los costos de utilización de servicios hospitalarios.

Hoy en día los países pobres reciben vacunas hasta regaladas, es cuestión de estructurar un sistema de servicios confiable y funcionante a corto y largo plazo.

Naturalmente estas medidas de gran impacto en la salud publica nada tienen que ver con los salarios de los médicos estatales, y por tanto no han tenido chance alguno de aparecer en la agenda médica de discusión con el Estado.

Si al Instituto Dominicano de Cardiología por ejemplo, se le aplicara el dinero que se requeriría para aumentar los sueldos de los médicos de un 30% al 100% demandado, ello redundaría en una mayor extensión y mejoramiento de la calidad de los servicios directos de esta Institución al pueblo, mientras que el aumento de los sueldos en 100% a los médicos tendría muy poco o ningún efecto en el servicio estatal al publico.

En tiempos de Balaguer, cuando los médicos descubrimos el tremendo poder de la serpiente de las huelgas, las que por descuido estatal en la medicina publica estuvieron a veces justificadas, se llego equivocadamente a exigirle al gobierno casas y carros exonerados «para los médicos», como si el resto de la gente no tuviera las mismas necesidades, y ello contribuyo mucho al descredito de estas huelgas, aunque hubiera habido condiciones circunstanciales que las justificaban.

Y es por que resulta saludable y útil mantener las probabilidades de huelgas médicas bajo sosegado y positivo escrutinio, para que tal posibilidad se mantenga siempre en un enfoque justo, realista y mesurado, sin perder de vista que derechos van asociados a deberes, y que el objetivo final debe ser la mejoría de los servicios a la ciudadanía que paga por ellos.

Tal enfoque va en favor tanto de los médicos como de los que reciben sus servicios.

Su Coctelera de hoy, por enfocar un aspecto tan importante y descuidado de la agenda médica, como lo es la participación de la medicina privada en el servicio publico, puede contribuir mucho a la continua concientizacion publica del tema.

Atentamente,

Miguel Aquino

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