CARTAS AL DIRECTOR
Educar es la paz

CARTAS AL DIRECTOR <BR>Educar es la paz

Señor director:
Cuando el más sólido y conocido humanista parido en esta media isla y entregado al pensamiento universal, dijo: «No basta sacrificarse por la educación, hay que sufrir por ella», podríamos estar completamente seguros de que Don Pedro Henríquez Ureña pensaba en la verdadera importancia que la misma posee para el desarrollo humano. Podríamos también asegurar, que también percibió que dicha labor exigía mucho más que sacrificios, puesto que las grandes empresas destinadas al desarrollo humano han sido holocáusticas.

Educar para la paz, es el más caro y elevado de los retos que el hombre de nuestro tiempo se plantea.

Nos encontramos con el resultado de unos de esos capítulos que nos toca las fibras más sensitivas del sufrimiento, tras largas jornadas cubiertas de toda clase de obstáculos y accidentes, políticos, económicos, sociales y hasta naturales, los cuales se han gestado en nuestro país, y que han tocado nuestras fibras para lanzarnos a la hermosa obra de educar.

La forma de cómo enseñemos y de cómo juzgamos nuestra afectividad dependerá de lo que estemos tratando de enseñar. Esta es la razón por la cual aquellos que conocen y saben de la importancia que representa la enseñanza en los primeros grados, lo ven como el soporte de la educación.

La responsabilidad de afrontar un proceso socializador, está repartida entre varias instituciones: Algunas cosas siguen siendo enseñadas en el hogar, primer centro de enseñanza. Otras instancias enseñan y educan con respecto a la forma de atender a los niños en cuestiones sobre política, cómo hacer negocios, etc, etc.

Todas las formas de educación proporcionan ideas y habilidades y nos indican las actitudes que ayudan a enfrentarse a las demandas que exige la cultura. La escuela por su parte, tiene dos preocupaciones en el proceso de hacer sociales a los niños:

1.- Responsabilidad primaria del aprendizaje intelectual y la adquisición de ciertas habilidades.

2.- Se espera que la escuela complemente el trabajo de las demás fuentes de socialización.

En el primer aspecto, hemos de considerar que las personas deben conocer el sistema de símbolo numérico ya que juegan un papel importante en la ciencia y se intuye como una abstracción intelectual en el espacio. Por tanto, la escuela tiene que enseñar matemática y más ampliamente el pensamiento cuantitativo. Además, la escuela es el lugar en donde se recibe el concepto de organización del mundo.

El segundo aspecto, el hogar, la vecindad y las personas enseñan al niño gran parte sobre lo que debe saber respecto a trabajar con otros. Aún más, la escuela es la que prosigue la verdadera formación bien planeada que permiten la compensación de falta de hogar o de educación doméstica deficiente.

Es así como la conformación de programas diseñados para producir efectos desarrollistas sirve de agentes dinamizadores en el campo práctico.

La escuela puede enseñar al niño agresivo cómo lograr la satisfacción sin necesidad de molestar a nadie.

La escuela es el lugar en donde se logra recibir el concepto organizado del mundo, por medio de la geografía, la ciencia y la historia.

Muchas funciones sociales no son conocida como objetivos peculiares de la escuela (matrimonio, negocios, filosofía, etc), pero la verdadera dimensión se ha forjado en las aulas a través de la capacitación y formación integral del más caro de los valores humanos: la formación e imagen de hombre maduro.

El país necesita hombres de verdadera vocación de Paz y así lo hemos de hacer para que continúe por la ruta de su verdadero desarrollo.

¡¡Educar es la paz!! ¡¡Eduquemos!!

Atentamente,
Atahualpa Soñé

Publicaciones Relacionadas

Más leídas