CARTAS AL DIRECTOR
El nuevo rector

CARTAS AL DIRECTOR <BR>El nuevo rector

Señor director:
La UASD estrena rector, Roberto Reyna Tejada, facciones de indio zapoteca, lejos de Benito Juárez tanto como de El Zarco de Altamirano. Comparte con Roberto Santana Sánchez y Fernando Sánchez Martínez el mérito de haber ganado la rectoría en primera ronda, aunque en su caso ya había perdido del doctor Porfirio García Fernández en su intento del 2002.

No es un rector madurado con el carburo de las apetencias desbocadas. No. Del Movimiento Renovador (1966) hacia acá debe ser uno de los académicos que mejor conocen la Universidad… Hasta en sus intrascendencias, prueba de que “la luz intensa no perdona detalles”. Ello, al tiempo que fortaleza innegable es talón de Aquiles, toda vez que no tendrá las excusas que resultarían válidas a otros.

De entrada, lo acechan la autosuficiencia y el despotismo, y no faltan quienes temen a su ingratitud, en la que dicen es redomado. Esto último no parece concordar con el tesón solidario que ha puesto en el pasado respecto a algunos amigos en dificultad. Como quiera, no pocos de sus partidarios y sustentadores durante años de aspiración y campaña se sienten extraperlados por el cariz de algunas de las sorprendentes designaciones realizadas en lo que lleva al frente de la academia.

Con excepción de ciertos casos, los funcionarios designados por el flamante rector no tienen vivencias, conocimientos ni compromisos programáticos con la nueva gestión, Son, los más, hijos legítimos del chalaneo desdoroso; del oportunismo de último momento y de la inconsecuencia de un rector dispuesto a trabajar como una hormiguita para desmentir al rey que rabió por gachas.

Se advierte que como la ciudad ceremonial de Teotihuacán, donde según los aztecas los hombres se convertían en dioses, la rectoría de la UASD convierte en monarcas a no pocos de sus inquilinos.

A un mes de gestión son crecientes los motivos para dudar de las promesas de campaña sintetizadas en la consigna de “Mejor tu vida; mejorar la UASD”, entre otros, porque el flamante parece ignorar el perfil de los agraciados y atender sólo a las negociaciones y acuerdos firmados al echarse las palomas. Y sobre esta base no hay garantía de nada.

Imposibilitado de cumplir a cabalidad (sin ofender la dignidad de la UASD), con lo negociado en la recta final, el nuevo inquilino de la rectoría luce chantajeado por los aprestos provocativos de sus “acreedores” más intemperantes.

En materia de compromisos, Reyna Tejada cedió alrededor de 50 puestos de la estructura administrativa a los grupos que al final le vendieron su respaldo, con lo cual despojó a quienes lo han seguido y han trabajado por él durante dos campañas. En una conducta desaconsejada por la prudencia, parece confiado en gobernar “apoyado” por fuerzas ajenas y de espaldas a las propias.

Cuando se le advierte la insensatez, riposta con una andanada de “sesudas razones” dignas de un sabio crónico. (Para éstos sabios, nada dice García Márquez en Memoria de mis putas tristes, cuando afirma “…los sabios lo saben todo, pero no todo”).

Se le atribuye actuar conforme al criterio de que “mientras más inepto es el funcionario designado en función de los compromisos electorales, mejor para el rector, porque así, en la evaluación trimestral perderá el puesto”.

El razonamiento, incorrecto de arriba-abajo, no toma en cuenta a la UASD, porque es obvio que si el recomendado en función de los acuerdos no reúne las mejores condiciones –que otros sí reúnen–, un rector avisado no debería improvisar a costa de la Universidad sino inclinarse prima facie por el que se considera mejor.

Asediado por demandas de todo tipo, dicen que se le ha oído exclamar “¡Este puesto es un infierno!”. Quizá sea ese “infierno” el que lo ha llevado a dar un cambio brusco de la noche a la mañana, en perjuicio de la ecuanimidad necesaria.

Y a propósito de infierno, se le ha visto empeñado en “modernizar” la academia dotándola de una capilla para oficiar misas en el campus y fomentar el culto a la idolatría católica a través de la virgen de Schon Statt, de la que son devotos dos vicerrectores. En razón de la libertad de cultos, podría haber petición de más capillas, templos, templetes, iglesias, santuarios y sinagogas ¡Y la UASD alentaría la formación diáconos, curas, reverendos, mormones, rabinos, brahmanes, coribantes, imanes y bonzos…!

Pese al “infierno” que no da tregua, el consejo es que hay suficiente tiempo dedicado a la autopromoción extra-UASD. Algunos lo justifican argumentando que el cerco de las demandas internas no le ha permitido tomar el piso, pero que “gradualmente” volverá a ser el mismo. A este respecto, vale recordar la máxima latina: “Spes servat afflictos” (“La esperanza es el sustento de los afligidos”).

Mientras las decepciones y disgustos crecen, condicionando un prematuro torrente de censuras y el consiguiente realineamiento de las preferencias, ha de desearse que el aventado inquilino de la rectoría gane rápidamente la certidumbre de la inmortalidad y olvide para siempre su condición humana de bípedo implume.

Atentamente,

Héctor Martínez Fernández

Publicaciones Relacionadas

Más leídas