CARTAS AL DIRECTOR
La delincuencia

CARTAS AL DIRECTOR<BR> La delincuencia

Señor director:
República Dominicana, que se había caracterizado por ser un país de tradición cristiana, amante de la paz y de convivencia pacífica, hoy día se está viendo fuertemente envestida en cada milímetro de su geografía por la furia infernal de la delincuencia.

El impacto social de los últimos hechos delincuenciales que han tenido cobertura de prensa son algo más que preocupantes, aterradores y escalofriantes, pues imaginemos lo que significa una madre tener que observar un grupo de salvajes violarle dos niñas en su propia presencia, es un hecho que además de indignante, avergüenza la conciencia nacional.

Quien escribe la presente cuartilla, siente que la paz social está herida y tremolando de cara al perfil de acciones sangrientas, de las olas de atracos y hechos degradantes que evidencia una conversación de nuestros valores morales y espirituales sin precedentes.

Es preciso, expresar que la paz del mundo depende de gobernantes y gobernados. La paz no será posible si los gobiernos, el pueblo, individuos y grupos sociales ricos y pobres no nos comprometemos seriamente a construirla. No puede haber paz social mientras unos naden en la riqueza y otros se pudran en la miseria e injusticia social, no puede haber paz sin justicia social, en la paz hay que invertir y ello es un compromiso de todos/as.

De cuerdo a estudios realizados en el campo de la sociología, podemos aseverar que existen dos segmentos de la delincuencia, que es la de cuello blanco y la prohijada por la marginalidad social, es a partir de esas premisas que en mi condición de humilde ciudadano preocupado por el brote de violencia social que día a día aterran nuestra convivencia, me permito sugerirle a la recién iniciada administración dirigida por el doctor Leonel Fernández Reyna, lo siguiente.

Que como sociedad le tomemos la palabra al excelentísimo señor presidente de la República en su expresión «se tendrá cero tolerancia contra la delincuencia», esa expresa voluntad política y ciudadana debe acompañarse de un aumento en la calidad de vida de los marginados y/o excluidos sociales y de un combate frontal a todo acto delincuencial venga este de la capa social de cuello blanco o de los sectores empobrecidos, ya que la justicia no debe tener colores, privilegios ni «vacas sagradas», la justicia debe ser igual para todos.

Es una necesidad imperiosa continuar tecnificando, modernizando y dotando de la logística necesaria a los cuerpos castrenses a fin de que estos puedan brindar mayor garantía y protección a la ciudadanía y sobre todo crear un sistema de patrullaje militar tanto diurno como nocturno en cada pueblo, que sea sostenible en el tiempo.

Como una forma de complementar el esfuerzo de los cuerpos militares se debe fortalecer la Policía Municipal, extendiendo su radio de acción por todo el territorio nacional.

«Que los políticos no interfieran en la labor de la justicia protegiendo a los delincuentes».

Que la familia como célula básica de la sociedad asuma un rol de colaboradora con el combate a todo acto delictivo y sobre todo se cree en coordinación con las iglesias programas de educación, atención y protección a la unidad familiar, en virtud de que esta institución que es la base de sustentación de la sociedad está en franco deterioro y virtual disolución, situación que de no atenderse a tiempo y con el rigor que amerita, ricos y pobres pagaremos un costo sumamente caro.

Debe democratizarse la educación y crearse programas sociales que abran cobertura de oportunidades a la juventud, a fin de estrechar las brechas entre pobres y ricos.

El ministerio de educación debe encaminar los esfuerzos necesarios a fin de convertir la escuela pública dominicana en una escuela alternativa, una escuela de educación dual (una escuela para el trabajo) dejando atrás la práctica de una educación bancaria como dijo Paulo Freire en su obra «Pedagogía del Oprimido».

Que nuestros recintos carcelarios se conviertan en albergues de regeneración y formación técnica de los reclusos a fin de que éstos al cumplir sus condenas vuelvan a la sociedad convertidos en hombres y mujeres de conducta productiva y ente de sosiego y tranquilidad social.

Que los llamados derechos humanos jueguen su verdadero papel en defensa de los derechos que tiene la población de vivir en la paz y para la paz.

Gracias… hasta la próxima.

Atentamente,
Profesor Arismendy Brito
Yamasá

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