CARTAS AL DIRECTOR
La necesidad de ahorrar energía

CARTAS AL DIRECTOR <BR>La necesidad de ahorrar energía

Señor director:
La República Dominicana, es una nación importadora de energéticos, su economía es muy dependiente de los precios y de las ofertas de los mercados internacionales de combustibles, estos factores de dependencia externa determinan la vulnerabilidad de su desarrollo, que provoca impactos negativos, como son el incremento de los costos de producción de la industria y el transporte, tiene influencias en las desviaciones de inversiones productivas tanto de origen local como extranjera.

Ante este problema surge la necesidad de estudiar y planificar todo lo asociado a la gestión del abastecimiento de combustible del país y de un plan para la Conservación de Energía.

Si consideramos los precios del petróleo y sus derivados, por la creciente demanda de crudo en naciones como China, India y EEUU, así como los conflictos de guerras en el medio Oriente, en especial Irak, y la inestabilidad política de Venezuela, provoca al pueblo dominicano a reflexionar sobre el uso más racional en labores y actividades eminentemente productivas y en el impulso del programa de Ahorrar Energía.

El compromiso político de las nuevas autoridades gubernamentales, en favor de la eficiencia energética, debe concentrarse en estrategias de proyectos cuya realización sea económica y razonablemente factible, desarrollando programas integrales, planes de acciones detallados. Fijando las metas de reducción de consumo, que podrían estimarse entre 16 a 20% en cuatro años, sin modificar los servicios y los niveles de eficiencia energética, lo que demuestra la existencia de un potencial de conservación de energía, estimándose que el consumo de hidrocarburos y de electricidad aporten al crecimiento económico un 0.5% PIB por año, con la implementación de un Programa de Ahorro y Conservación.

El crecimiento de la economía, es menor el consumo de energía, arroja un índice de Eficiencia (Consumo de energía/PIB) que sufrió una dramática caída, esto invita a planificar políticas energéticas coherentes, armónicas y participativas, coordinando las importaciones de equipos eficientes, la orientación de los fabricantes locales, la estimulación de la sustitución de productos del petróleo, así como, mejorar el programa de sustitución de lámparas incandescentes por fluorescentes, educar a la población, en especial a la infantil, sobre el uso racional de la energía, desarrollando actividades de eficiencia tanto en usos finales, como en investigación y tecnología. Incentivar la eficiencia energética en Generación, Transmisión y Distribución, considerando la posibilidad de creación de un fondo de inversión con la aplicación a las empresas distribuidoras y generadoras de electricidad del 1% de sus ingresos en estos renglones, son algunas de las ideas que se han aplicado con éxito en épocas pasadas y en naciones similares a la nuestra.

El programa de Ahorro y conservación, las reducciones con otras políticas sectoriales, la participación de todos los actores del sistema y la apertura de un verdadero mercado competitivo puede contribuir a incrementar los niveles de eficiencia en el uso de la energía, que son bajos, debido a:

* Equipos con alto consumo de energía y obsoleto tecnológicamente.

* Los hábitos de los consumidores en el empleo de la energía.

* Al bajo nivel investigativo tecnológico.

* La falta de regulación de los diseños de construcción acorde a nuestro clima.

La prioridad de producir: «Las Reformas de Segunda Generación en el Mercado Eléctrico» con la modificación y correcciones de la Ley vigente, la regulación de la participación de los capitales privados, la explotación de nuestra potencialidad de energía no convencional, el porcentaje permitido para la combinación de alcohol en los combustibles, el levantamiento catastral de consumidores, la reducción y eliminación de los subsidios, en plazo de tiempo razonable y escalonado, conservando solamente los focos de sectores de extrema pobreza, a los cuales es necesario establecer un programa especial a más largo término, son medidas claras del valor de la energía y la estimulación al uso más eficiente. La aplicación de precios reales a la electricidad y el gas como una acción generalizada, la conservación en los usos finales, la disminución de las pérdidas en los procesos de transmisión y distribución del fluido eléctrico. Todo esto es necesario para un desarrollo más estratégico en la Seguridad del Estado mediante el impulso de un verdadero «Programa de Ahorro de Energía».

Atentamente,

Jorge De León

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