CARTAS AL DIRECTOR
La soledad

CARTAS AL DIRECTOR <BR>La soledad

Señor director:
En las grandes ciudades, se percibe, se siente, aún con el mayor de los ruidos, es posible encontrarnos con la más espantosa soledad. El hombre en estas circunstancia vive sólo consigo mismo, sin tiempo para relacionarse con la familia o los amigos. Hemos de restarle sentido y valor al decir popular que reza: «es mejor estar sólo que mal acompañado».

Los investigadores de la conducta de universidades americanas y europeos han establecido que la soledad conjuntamente con el aislamiento, son fuentes que aumentan los riesgos de enfermedades y muerte, razón ésta que nos hace decir, que salud y soledad poseen una estrecha vinculación.

Es de muchos conocido el relato que nos refiere lo que el emperador prusiano Federico II cuando se sintió fascinado por el conocimiento de las lenguas, decidió averiguar cuál sería el idioma que los seres humanos hablarían de manera espontánea y natural, sin que tuviera que mediar ningún tipo de aprendizaje.

Para llevar a efecto este plan, ordenó que un grupo de bebés fueran alimentados normalmente, pero sin que nadie les dirigiera una sola palabra en ninguna lengua conocida, hasta ver qué cosa podía salir de sus bocas. La curiosidad del emperador no fué satisfecha, ya que los niños carentes de afectos y calor humano, murieron, antes de que les llegara la edad de hablar.

La carencia de afectos es una de las causas determinante de la inusitada soledad. Bien puede ocurrir que tengamos una excelente relación social dentro de nuestro medio, pero resultarían enteramente superficiales. El ser humano necesita dar y recibir afectos.

Cuando el individuo se siente que su «dar y recibir», se está socavando, debe acudir a la ayuda profesional, que le permita rehabilitarse dentro de la comunicación, algo que le permita encontrarse con los problemas afectivos de otros, algo que le haga permisible restablecer relaciones igualitarias, algo que le pueda servir de «trampolín» para dar el «salto».

Siendo así se empieza a encontrar significado de las cosas, se ha tomado conciencia de la soledad en que se vive y ésto ya de por sí es un paso para salir de ella.

Cuando se está por perder la esperanza o se pierde la misma, el pesimismo se va instalando en el cuerpo y puede ocurrir un hecho situacional mucho más grave y de gran frecuencia: buscar un paliativo, un elemento recurrente en donde apoyarse.

La soledad agente enfermante no conoce ni entiende de sexos, razas, ni edades.

Ancianos y jóvenes han de experimentar los efectos de la soledad de manera y formas distintas, con una característica común a compartir: ambos se sienten sólos, porque vivían sin efectos.

Los adolescentes poseen algunas ventajas sobre los ancianos, siendo la de mayor peso aquello de que su mal puede pasar con la edad. Sin embargo, mientras experimentan esa soledad, les hace vivir con una angustia tremenda. Es de estos momentos en que lanzan su odio contra todo el mundo que le relega hacia la incomprensión.

La ventaja de los adolescentes, es que en este período de vida todo ocurre con gran prisa: hoy existe un desamor la causa de sentirse solitarios, mañana una nueva llamada abre las alas de Cupido y le hace resurgir como el Ave Fénix.

La vida durante esta etapa transcurre con una velocidad extraordinaria, lo que cuenta es en todo momento el presente, es el único tiempo que tiene sentido.

Atentamente,

Publicaciones Relacionadas

Más leídas