CARTAS AL DIRECTOR
Los «fallutos»

CARTAS AL DIRECTOR <BR>Los «fallutos»

Señor director:
Nos han calificado de ser nada más y nada menos, que un “Estado fallido”, algo así como una nación frustrada. Creemos que esa acusación ha salido de bocas de los representantes de naciones dominadoras, atrapadoras y succionarias. Esos parlanchines son verdaderos “fallutos” o sea “hipócritas”.

Los mentados “fallutos” se sienten ser sogas de majagua para las gargantas de los “fallidos” en general. Frente a los acusadores queremos ejercer algo así como un derecho al desahogo.

Pues bien, señor director, toda sociedad, requetesabido es, que además de poseer una estructura económica y una estructura ideológica, posee un conjunto de aparatos institucionales y normas destinadas a reglamentar el funcionamiento de la sociedad en su conjunto.

Los aparatos institucionales y las normas constituyen la estructura jurídico política de la sociedad. Y claro está, forman parte de su super-estructura. En las sociedades de clases, lo jurídico político está asegurado por un aparato: el Estado, que monopoliza la “violencia legítima” y cuya principal función es mantener bajo la sujeción de la clase dominante todas las otras clases que dependen de ella. El difunto amigo Bueyón Carvajal Martínez predicaba frente a sus amigos, después de lanzar algunos fustazos al aire para espantar los manes de Joseph Mccarthy, de John Birch and Company, que “la sociedad se divide en clases privilegiadas y perjudicadas, explotadoras y explotadas, dominantes y dominadas”. Y recalcaba el buen amigo Bueyón Carvajal y Martínez que “el Estado siempre asume la tarea de mantener coercitivamente las condiciones vitales y de dominio de la clase dominante respecto de la dominada”.

Talvez los que han hablado de “Estado fallido”, lo que temen es que aquí ocurra lo imposible. Que sería algo remoto como la “extinción  del Estado”. Extinción por la desaparición de todo aparato “burocrático” permitiendo la libre organización de la población (sufrida, asfixiada, aherrojada y maniatada) a nivel de sus frentes de masa.

Eso aquí constituye un absurdo, aún algo más: ¡un imposible! Cuando los “fallutos”, los hipócritas han hablado de “Estado fallido”, lo que han querido es advertirles a sus enllaves mandonistas que el poder político es la capacidad de utilizar el “aparato del Estado” para cumplir los objetivos políticos de la clase dominante. Para los “fallutos” el Estado debe ser órgano de represión y de dominación política.

Atentamente,

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