CARTAS AL DIRECTOR
Muerto en silencio

CARTAS AL DIRECTOR <BR>Muerto en silencio

Señor director:
Tengo el honor de ser quizás la última persona que entrevistó a José Antonio Constanzo antes de morir de un infarto en la mañana del viernes 3 de junio del presente año. Tenía puesta una faja alrededor del cuerpo para contrarrestar el dolor de una vértebra astillada producto de una caída.

Aun así conservaba su humor, y sus ojos valientes todavía reflejaban el coraje con que, tras incorporarse al Movimiento Catorce de Junio, enfrentó a Trujillo. En ese entonces tenía 26 años, era médico y laboraba en el hospital de El Seybo. Su primo, Abelardo Marchena, y Hugo Quezada le entregaron una bomba de fabricación casera, la cual Constanzo llenaría de pólvora. Pensaba colocarla en la oficina de la gobernación de El Seybo.

Pero el Movimiento fue develado, y a los pocos días Constanzo es arrestado. Primero fue llevado a la fortaleza local, luego a Santo Domingo, a la ergástula de La 40, y finalmente a la cárcel de La Victoria. Huelga decir los maltratos, las torturas y las humillaciones que padeció. Junto a otros prisioneros, creó la bandera y el escudo del Partido. Ideó el color verde porque significaba esperanza, y Mario Sánchez Córdova el negro, que simbolizaba muerte. Al mes de ajusticiado Trujillo, Constanzo recobra su libertad y seguido se incorpora a la lucha, ahora contra los remanentes de la dictadura.

El 30 de julio, el Catorce realiza su primera Asamblea Nacional y por un voto, Constanzo no salió elegido miembro del Comité Central, liderado por Manolo Tavárez Justo. A finales de ese año viaja a Cuba, donde tiene un encuentro histórico, junto a otros revolucionarios dominicanos, con Ernesto “Che” Guevara. Gracias al Che recibieron entrenamientos militares. A mediados de 1962, regresa a Santo Domingo con un encargo de Fidel Castro para Manolo: éste no debe subir a la montaña en la primera etapa de la futura guerrilla catorcista porque puede morir, y los líderes como Manolo deben preservarse por el bien de la revolución. Manolo recibió el mensaje, y le dijo a Constanzo que iba a consultarlo con los demás miembros del Comité Central.

Constanzo sería encargado de organizar la guerrilla del Este, labor que realizaría junto a Chichí de la Cruz y Ñaño Candelario. El 25 de septiembre de 1963 es derrocado el Gobierno Constitucional de Juan Bosch, y se instaura un gobierno de facto. El Catorce de Junio acelera los planes insurreccionales, y el 28 de noviembre, bajo la consigna de Vuelta a la Constitución de 1963, se alza en armas en seis lugares diferentes de la geografía nacional. Constanzo operó como subcomandante en el Frente Mauricio Báez, en la Cordillera Oriental. A los pocos días fueron derrotados con facilidad por el ejército porque, entre otras razones, estuvieron dirigidos por un traidor llamado Luis Genao. En una labor de reaprovisionamiento, Constanzo cayó en una emboscada junto a Ñaño, quien moriría en la acción. Los militares no lo pasaron por las armas porque conocían a su madre de crianza, su tía Eloína, quien vivía recogiendo ropa y comida en El Seybo para entregarla a los presos de la fortaleza. Amarrado, fue llevado al recinto militar. Posteriormente sería trasladado a una cárcel de la capital.

En agosto de 1964, contra su voluntad, porque creía que aun estando preso podía ayudar a su país a recobrar la democracia, es deportado a Francia. Allí asume la dirección de los exiliados catorcistas, por decisión de éstos.

Un año después lo sorprende el estallido de la revolución de abril en Santo Domingo y la posterior invasión norteamericana. Empieza entonces a hacer enormes esfuerzos por regresar para combatir las tropas invasoras. También pidió a la embajada China que le enviase ayuda al pueblo dominicano en pie de lucha. Le entregaron cincuenta mil dólares que envió a Roberto Duvergé, entonces encargado de las finanzas del Partido, a través de Marcelo Bermúdez. Finalmente en 1966 logra regresar al país, y de inmediato se integra a la acción, aun estando el movimiento constitucionalista diezmado por el imperialismo. A mediados de ese año, desilusionado, renuncia a su militancia política por la falta de un verdadero líder dentro del Catorce y porque ya no se sentía seguro en la organización, debido a la aparente infiltración enemiga.

A partir de los años 70 comenzó a formar parte del Partido Revolucionario Dominicano más por proteger su vida que por sus simpatías políticas, pues seguía siendo partidario de las ideas de Manolo Tavárez Justo. Sus esfuerzos políticos se vieron coronados de éxito en 1982 tras ser elegido senador por el PRD por la provincia de El Seybo.

Diecinueve años después lo encuentro en un apartamento de Gazcue, me dice que tiene cáncer y que pronto morirá. “Voy a pedirle a mis hijos del extranjero que vengan a verme en esta Navidad, así no tendrán que asistir a mi entierro. No me preocupa la muerte, pues ya cumplí con mi país, con mi familia y conmigo mismo”. A los siete meses falleció, y hasta hoy la prensa no ha hecho ningún comentario póstumo.

Atentamente,

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