Señor director:
Con el nacimiento del nuevo ser, se inicia una relación psicológica profunda del niño con la madre, pues durante los primeros meses dependerá de ella por completo.
Paulatinamente el niño va creando un mundo consciente y otro inconsciente. Es así como dejará fuera todo to que experimente como malo, por lo que esto significa que lo dejará fuera de la madre. Con el desarrollo y la aparición del padre y de los procesos simbólicos, el niño empieza a reprimir lo malo, que se irá hacia el sistema inconsciente.
En esta forma irá aprendiendo lo que se considera normal en el mundo, con lo que su comportamiento se parecerá al de un adulto con rasgos psicóticos y no que a uno normal.
Con la normal asociación de los miembros de la familia, va adquiriendo los patrones neuróticos, que dependen de los conflictos, sentimientos y actitudes de la infancia. Con una frecuencia esporádica se habrán de presentar algunas manifestaciones de llanto al despertar, sonambulismo, enuresis, carácter destructivo, fobias, excitabilidad emocional, timidez, y otros elementos que se habrán de constituir en los que más adelante serán los problemas de conductas.
Con la carga de los elementos citados se hará necesario estudiar el proceso consciente e inconsciente en la vida del sujeto, para luego determinar la relación con las distorsiones, las cuitas, las vergüenzas, angustias y los mecanismos que soportan esas manifestaciones, entendiéndose aún que los factores inmediatos no son necesariamente básicos.
En muchas ocasiones la relación neurótica se manifiesta de súbito, porque los problemas se hallan encubiertos, siendo así que las causas inmediatas pueden ser la necesidad obligada de represión, distorsión, hostilidad, violencia o presiones que distorsionan o alteran la personalidad. Es aquí cuando dichos factores se empiezan a transforman en angustia, engendando una exitación severa, posiblemente estimula- da por un factor externo.
Vemos con gran frecuencia cómo el niño adopta una postura hostil frente a la comunidad, va a adquiriendo su propia ley de movimiento cuyas limitaciones serán sus caprichos, por lo que en estas situaciones sólo sigue sus instintos. Podemos ver entonces cómo un niño malo, un negligente, un radical choca con las exigencias de una comunidad ideal; sencillamente su ley de movimiento le advierte la retirada de los problemas que pueden poner en peligro su tendencia a superar a los demás y ser él el primero.
Cuando la neurosis se expresa libremente, sin confimiento a situaciones u objetos, es un estado angustioso. Si los deseos se ven reprimidos o el impulso causal de la angustia es convertido a síntomas funcionales, el cuadro pasará a ser somatizado o buscará su conversión.
En el sexo femenino la frecuencia de estas situaciones es más acusada, posiblemente como consecuencia de exigencias sociales. En la mujer casada, las insatisfacciones, las desilusiones son elementos que contribuyen.
La mayoría de las neurosis se desarrollan entre la adolescencia y los treinta y tantos años, período en que el individuo enfrenta problemas de ajuste con la madurez y con las responsabilidades. Ahí están las satisfacciones sociales, económicas y sexuales, por lo que las frustraciones en estos períodos suelen crear conflictos que desencadenan neurosis.
Atentamente,
Atahualpa Soñé