CARTAS AL DIRECTOR
Obispo de Higüey

CARTAS AL DIRECTOR <BR>Obispo de Higüey

Señor director:
«Da la impresión como si las cosas se nos han ido de las manos». Las palabras del obispo Gregorio Nicanor Peña Rodríguez, el día de La Altagracia: precisas, reflexivas y reveladoras, tanto que a pesar de los ruidos que en otros ordenes ocupan la atención de la opinión pública a partir de ese momento parecen resonar en la conciencia de todos los dominicanos.

Aunque la prensa nacional conforme a rol social que le corresponde, en ocasiones asumiendo riesgos personales, constantemente ha denunciado los hechos de corrupción, violencia y criminalidad, que se han estado escenificando en nuestro país; las palabras del Obispo de Higüey alcanzan una connotación diferente porque evidentemente más que una denuncia nos muestra la visión que sobre el asunto está teniendo la iglesia.

El país se siente amenazado, «todas las familias están alertas y medrosas ante la violencia que nos arropa». Es obvio que la iglesia clama por mayor efectividad en los programas de protección ciudadana y obviamente, tampoco está compartiendo la confianza que el gobierno tiene depositada en las nuevas medidas de prevención de la corrupción que en ese sentido estarían siendo anunciadas.

Tradicionalmente la iglesia cuando las circunstancias así lo han demandado, se ha visto precisada a emitir pronunciamientos de alto contenido critico e incluso en ocasiones ha sostenido verdaderos enfrentamientos contra figuras de gobierno que desde el poder ejercen la corrupción, la violencia y la criminalidad.

La oportunidad declaración de Higüey, nos muestra una actitud humilde, comprometida y solidaria; portavoz de un sentir propio que al mismo tiempo nos representa a todos. «Da la impresión como si las cosas se nos han ido de las manos».

La iglesia, representante por excelencia de los principios en que se fundamenta la fe cristiana, ocupa para los dominicanos el nicho de la formación integral del ciudadano, constituyéndose de esa manera en un recurso invaluable en todo lo que respecta a la programación de los proyectos anticorrupción del gobierno. Los aportes de una enseñanza eficaz de la doctrina cristiana, en los programas de prevención de la delincuencia indudablemente deberá asegurarsele al Estado dominicano un cambio de actitud en los ciudadanos.

Al leer el numeral 14 de la homilía de Higüey, y relacionarla con la realidad de las estadísticas que registra unos 7 mil 830 homicidios, desde el 1999 hasta la fecha, más de mil homicidios por año nos mueve a considerar que los barrios de nuestra capital y el clima de violencia que se experimenta a nivel general, requieren de una reprogramación urgente de los activos morales con que cuenta la sociedad dominicana (Numeral 14, homilía, 21 de enero 2005), citamos: «Evangelizar no es solamente proclamar el Kirigma, la vida y enseñanza de Cristo y el objetivo de su encarnación. Es mucho más complejo incluye:

  • Llegar a todos los ambientes del ser humano y transformarlo desde dentro; llegar consecuentemente a la conciencia personal y colectiva, a toda la actitud humana, a la vida toda;
  • Alcanzar y trasformar criterios, valores determinantes y puntos de interés;
  • Penetrar la cultura y culturas del ser humano;
  • Anunciar clara e inequívocamente el hombre, doctrina, vida, promesas, reino y misterio de Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios;
  • Dar testimonio de vida
  • Introducir al evangelio al evangelizado en una comunidad eclesial;
  • Convertir al evangelizado en evangelizador y misionero».

El clima de armonía que reina entre el gobierno y la iglesia en las actuales circunstancias y la preocupación manifiesta por ambos sectores, indudablemente es la mejor garantía para diseñar un programa de prevención de la corrupción a edad temprana y de la lucha contra la ola de criminalidad que en términos generales afecta al país.

Alcanzar una nueva cobertura de lucha basada en el compromiso mutuo, conjuntamente con la integración de la sociedad, como ha sido anunciado, podría contrarrestar la penosa sensación de amenaza a la cual se refiere el Obispo Gregorio Nicanor Peña Rodríguez, en su homilía el Día de la Virgen de la Altagracia en Higüey: «El país se siente amenazado». «Todas las familias están alertas y medrosas ante la violencia que nos arropa».

Atentamente,

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