CARTAS AL DIRECTOR
¡Primavera!

CARTAS AL DIRECTOR <BR>¡Primavera!

Señor director:
Desde Miami. Primavera cerca de los ochenta. …Y es curioso. Pero sólo este año cinco (no se si decir mejor cero cinco), después de haber vivido aquí por más de viente años, descubro yo, que hay una diferencia entre el verano y la primavera. Si, una pequeña diferencia entre la primavera y el verano en el clima de Miami.

Si uno pasa por alto los detalles, el clima de Miami tiene unos tres o cuatro meses frescos y el resto calurosos e iguales. Casi es verdad. Pero estamos ahora viviendo la segunda mitad de abril, y han venido unos vientos del norte muy agradables (para mí, agradable el frío, no agradable, pero que le vamos a hacer, el calor), y casi fríos.

Estamos en primavera. Todavía no se oye el bullicio de los pajarillos en su época preferida de apareamiento. Pero ya no se ven los que vinieron del norte en lo más crudo del invierno. Han vuelto a sus lugares de origen. Creo que el bullicio del «ojeo y búsqueda de la pareja» vendrá en mayo. Y entonces, sólo oiremos pájaros de aquí.

En estos días, unos arbolitos que han sembrado en muchos lugares de la ciudad están llenos de flores amarillas. No conozco el nombre de este arbolito, feo como la higuera del poema de la Mistral, a la que ella dice luego palabras bonitas para levantarle su autoestima. Este es feo, pero no necesita esas palabras. Por lo menos en abril. Ahora está lujosamente vestido de flores.

También he visto, muy florecidos, unos pequeños robles. Unos, con flores blancas, y otros, con flores rosadas. (Estos robles los conozco muy bien, pues he disfrutado de ellos en varias calles de Santo Domingo. Y espero que permanezcan allí). Claro, hay buganvilias y hibiscos (trinitarias y cayenas) muy florecidos, en muchos lugares de la ciudad. Pero estas plantas florecen todo el año. No es noticia que también estén florecidas en primavera.

El almendro ya ha cambiado sus hojas y está todo de un verde nuevo, otra vez. Las cahobas están ahora en este proceso. Digo las cahobas, porque he notado que no todos los árboles de esta especie mudan de hojas al mismo tiempo. ¿Será característica de algunos árboles «inmigrantes» radicados en Miami?. No recuerdo haber observado este fenómeno en Santo Domingo, en el árbol cuya efímera flor fue una vez la flor nacional.

En esta primavera, entusiasmado con la Internet y mis pesitas (dumbbells) de quince libras, me parece que también a mí, como al olmo viejo de Machado, «en la colina que lame el Duero, algunas hojas verdes me han salido.»

Atentamente,

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