CARTAS AL DIRECTOR
¿Reacción fallida?

CARTAS AL DIRECTOR <BR>¿Reacción fallida?

Señor director:
A los temas de la reforma fiscal, TLC y los fraudes bancarios, se añade el cuestionamiento que hace la “Fundación por la Paz” (The Found for Peace) publicado por la revista Foreign Policy especializada en política exterior, sobre el riesgo de convertirnos en un estado fallido, información publicada por ese periódico, que usted dirige. Información directa, precisa y concisa, para que nadie se confunda, tal como nos tiene acostumbrados.

La fuente analiza fallas políticas, económicas, sociales, militares y otros, de varios países, entre ellos, el nuestro, la República Dominicana; estableciendo un ranking, quedando éste en una posición poco envidiable, formando parte de los primeros 20 países, de un total de 76, más propensos a convertirse en estados quebrados o fracasados, una especie de “botton 20”.

Como era de esperar, un cuestionamiento como se no podía pasar desapercibido y cada quien interpretó a su manera los resultados del citado Informe. El periódico HOY, líder de la prensa nacional independiente, dio cabida como es su estilo, a las más diversas opiniones, relativas a la información del 29 de junio de los corrientes, titulada en primera página: “El país está en lista de estados fallidos” y en especial el editorial del día siguiente 30 de junio, “El por qué”, dando inicio al debate y el más esperanzador de todos, el primero de julio, “Hora de sacudirse” y en la edición del día siguiente 2 de julio, el artículo del destacado periodista Juan Bolívar Díaz: “RD: Estado fallido o fallado”, un resumen magistral, en pocas palabras, da continuidad a la línea editorial.

Sin embargo, el editorial del 15 de julio, sin ánimo de enmendar la plana, desmiente al del 30 de junio: “Apoyo irrestricto”, sencillamente se convirtió en apertura para que los “trasnochados”, advertidos en el último editorial de junio, les hagan poco caso o ninguno a los por qué del estado fallido.

Ahora, de vuelta al pasado, se habla de los peligros de haitianización, auge de los mentados proyectos de fusión de Haití con RD, de una posible intervención, en fin de toda una paranoia inducida por aquellos que históricamente han sido y son responsables de las políticas estatales fallidos. Si queremos volver al presente, no hagamos caso a las reacciones fallidas y reflexionemos con usted: “Es hora de sacudirse”.

Atentamente,

Rubén Feliz Lebreault

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Juego y revolución

Señor director:

Cuando el primero de enero del 1959 las cornejas, cuervos y guaraguaos de Cuba corrieron un serio vendaval y emprendieron en su raudo vuelo detrás de Fulgencio Batista y Zaldívar, el famoso sargento de Banes y mayoral de Cuquine, entonces en La Habana que en materia de juegos era una especie de sucursal de Las Vegas o una antillana réplica de Montecarlo, inevitablemente ocurrió una embestida contra los casinos de los millonarios de adentro y de los de afuera. Pero hay que decir que también eran esos casinos, poderosos imanes que atraían a los ludópatas con una mano atrás y otra mano alante, que soñaban frente a las ruletas y se ensimismaban ante la magia de los verdes tapetes.

Pero las cosas ciertamente fueron muy en serio. Parece que los que vistieron de “azabache y grana” la ciudad de La Habana el primero de enero de 1959, eran alérgicos a los graves asuntos de todos los tipos de juegos. Eran archi-enemigos de las ludotecas lujosas y por igual de las timbas y de los timberos, de los bulines y de los bulineros y hasta de los conventillos quintopatieros con su “vironay” y su “topo-topo”.

Y también parece que el comandante Fidel promulgaba con el pensamiento de un francés que cierta vez había dicho: “La lotería es una estafa del Estado hacia el pueblo”. La Lotería estatal o gubernamental desde el 1959 dejó de existir allá. Hace ya cuarenta y seis años que en Cuba no hay lotería.

En esa isla también existían unas máquinas o aparatos que desde el vecino y mirífico Norte les llegaron. Se llamaban “traganíqueles” y son las mismas cosas que aquí nombra “tragamonedas” y que en otras partes apellidan “tragaperras”. Aquí esas máquinas o aparatos están revestidos de buen respeto y mucha virtuosidad… Y hasta andan de Cámara en Cámara, en las honorables bocas de Diputados y Senadores. En verdad, que ocurren cosas que uno con la nimia luz de su pobre entendimiento no puede comprenderlas.

En Cuba esos aparatos no existen. Pues allá, el Comandante Fidel los definió como “ladrones de un solo brazo”. Allá, “lamentablemente”, no habían diputados ni senadores… y sin ton ni son, el audaz hijo de don Angel Castro y de doña Lina Ruz se convirtió en un ciclón batatero de esos que arrasan con todo, y a los “ladrones de un solo brazo” los mandó para los hornos de fundición. Y entonces con dicho hierro fabricaron machetes, azadas, azadones, palas, picos y rastrillos.

Atentamente,

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