CARTAS AL DIRECTOR
Reflexión sobre la educación

CARTAS AL DIRECTOR <BR>Reflexión sobre la educación

Señor director:
De todos los seres vivos que habitan el planeta el hombre, es el único educable en forma activa, a la par es un ser biológico psíquico y social, dotado de una actividad espiritual, la cual, le permite conformarse una concepción de la vida.

Por la consideración expuesta, hemos de conceder a la educación la debida importancia que desde su situal filosófico le ha de corresponder y por sobre todo, si su intención es la de formar al hombre en su integridad.

Es misión de esa trayectoria la imposición de parte del educador la de trazarse una imagen, un esquema del hombre a quien deberá formar, lo cual equivale a determinar la acción educativa.

A partir de estos planteamientos se consolidarás el perfil educativo a través del cual colocamos la educación como una ciencia en condiciones de sostener sobre bases firmes todo el apoyo pedagógico, en la no menos difícil tarea de educar.

Una frase de José Guadalupe de la Mora: «Qué tremenda responsabilidad la del maestro: ser luz o ser oscuridad. El no da lo que sabe, sino lo que es».

Ser maestro supone asumir este trabajo la acción educativa, sostenido por la idea que poseemos del ser humano y de la sociedad de la cual forma parte.

Partiendo de esta condición, hemos de sostener que la filosofía de la educación, no es un saber simplemente académico, sino que constituye una dimensión básica en la formación de sus impulsores (profesores), al igual que la política educativa, no se ha de reducir al conocimiento de las normas legales vigentes en cada país, sino que exige considerar las líneas de actuación social.

Concepto de educación

«Educere», de ex, fuera, ducere: llevar, por lo que Pestalozzi Consigna, «La educación del desarrollo.

Otra expresión es: educare, que significa: alimentar al ganado. Sobre esta definición se apoyan los socialistas, quienes estiman que la educación es: transmisión de cultura».

Rude entiende que: «educar es dirigir la formación de una personalidad plena de valores para una comunidad pletórica de ellos». Es decir, adopta la educación como dirección, tal como nos lo indica su raíz «duc; de ducere»: conducir, guiar.

Aún con las diversas orientaciones y definiciones, la educación nos es servida «como la influencia deliberada y sistemática ejercida por una persona madura sobre la inmadura, por medio de la disciplina y el desarrollo armónico de las facultades: Físicas, sociales, intelectuales, morales, estéticas y espirituales de cada ser humano, en función de la jerarquía de las mismas, para su utilidad individual y social, hacia un fin trascendente».

Si reclamamos una simplificación que nos permita dar detalles, la «influencia deliberada y sistemática» nos dirige hacia un control autoritario, sobre aquellos que van a ser educados.

«Persona madura e inmadura», la autoridad del profesor resulta importante en el desarrollo del niño, el cual conserva la inmadurez. En función demostrativa de la madurez que posea el profesor para controlar y dirigir el trabajo de educar.

La fortaleza que debe conservar el concepto de «instrucción», va a localizar su apoyo en el aprendizaje como medio educativo, el cual debe estar en las manos de una persona preparada, que ejerza una influencia fuera de la contaminación imitativa, para así lograr formar la personalidad del educando, al tiempo, de permitirle a éste que se descubra a sí mismo.

«Desarrollo armónico». Ha de hacer referencia a los elementos de la naturaleza, los cuales deben desarrollarse dentro del marco de la jerarquía que resulten esenciales.

Los aspectos que se refieren a lo «poético»; a las «facultades sensoriales y espirituales», se habrán de desarrollar con la educación.

El aspecto social e individual, nos plantea que la educación debe servir de ayuda para que el individuo pueda dirigirse a sí mismo o como persona libre y en armonía, al mismo tiempo de incorporar al educando a los distintos grupos sociales en que se desenvuelve.

Finalmente, el fin sobre el cual se deposita dicho proceso, es la felicidad perfecta, lo que equivale a decir, que la educación está orientada hacia el Sumo o Bien.

De acuerdo a lo que establece Cunnigham: «La educación es un proceso de crecimiento y desarrollo por el cual el individuo asimila un caudal de conocimientos en la prosecución de ideales».

La educación constituye un canal hacia el logro de cambios tales como: de ignorancia hacia conocimientos; de impulsos hacia ideales; realizar cambios de institutos a control moral, ideales de vida; de capacidades hacia habilidades.

La educación es un constante hacer en el marco total, por tanto, nos permite hacer consciente, lo que hasta hace poco no lo era. Nos permite la formación comunicativa de la personalidad de una persona a otra.

Bajo ningún concepto podemos llamar educación la asimilación inconsciente o semiconsciente por la que los sujetos se van asemejando al adulto, ni a los procedimientos que tienden a regular las tendencias juveniles a través de normas y disposiciones, sin ningún criterio sobre los efectos y resultados en la vida espiritual del alumno, y, como se podrían cambiar dentro de la misma sus resultados en conjunto.

Independientemente de los criterios que puedan establecer los marcos legales, la educación es un proceso de aprendizaje que incluye la enseñanza, a través de todos los procesos de desarrollo enmarcado en la trayectoria vital del individuo. Es precisamente desde esta cobertura en donde se ejecuta la inserción participativa a la formación integral de los individuos, en armonía con sus potencialidades a la cultura, al desarrollo de la familia, la comunidad local y hacia la comunidad mundial.

Debemos acogernos a la conceptualización de puertas abiertas, para que la misma que es una actividad o conjunto de actividades que tecnológicamente se encuentran orientados hacia cambios y beneficios dirigidos hacia el perfeccionamiento del hombre, tras la dinámica de la creatividad y la originalidad de los individuos hacia la profusa modificaciones de ideas, valores y las conductas que permite hacer propios los cambios que le hacen su beneficiario.

Podríamos considerar conjuntamente con el doctor Rossi, que la educación es un hecho o fenómeno consustancial al hombre y creado por él. Su génesis y su evolución marchan paralelamente con la creación y desarrollo del lenguaje y con el origen y evolución de la cultura y civilización.

La llegada del nuevo milenio con su marcado sello globalizador tanto en el plano de los mercados como en los aspectos que le son de interés al campo de las comunicaciones, así como al marcado afán de la resolución de elementos conflictivos, han marcado un gran intento en la igualación o tendencia de homologar las culturas colocando como centro de la educación todo lo que se refiere a la crisis de las identidades individuales y culturales.

Han resultado muchos los cambios en el modo de percibir y de vivir la realidad provocando crisis en el marco de las concepciones de la identidad tradicional, hasta el punto que la identidad misma tanto individual como colectiva, requiere a título de urgencia, una manera de repensar las formas más complejas para la solución de los problemas que hoy nos planteamos.

¿En qué medidas las identidades personales y de las instituciones se transforman para adquirir peso cultural?

¿Cómo lograr enfrentar los avances de la revolución tecnológica que contra-restan con los modelos tradicionales de aprendizaje y enseñanza y formación de valores?

¿Cómo lograr un manejo de las nuevas formas de convivencias fuera de la amenaza de la invasión de la realidad virtual?

La intención inicial y evidente, no es dar respuestas a tales interrogantes, sino más bien colocarnos en el marco de una reflexión frente a la identidad personal y su impacto dentro de las culturas familiar y escolar en el plano actual.

Atentamente,
Atahualpa Soñé

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