CARTAS AL DIRECTOR
Salí a ver

CARTAS AL DIRECTOR<BR> Salí a ver

Señor director:
Hoy salí a ver, ¿y saben qué ví? Vi gente muy mala de muy buen aspecto de saco y corbata, pero de trapos por dentro.

Gente desalmada sin ningún concepto que compran ideales y matan los sueños, ladrones de vida, perito de la mentira, de falsas promesas y asesinos de las fantasías.

Gente graduada para destruir en su macunlaude para hacer sufrir.

Gente inconsciente muy indolente que su única ley es tener billete.

Con signos de pesos en sus miradas, que hoy tiene todo, pero que ayer no tenían nada.

Gente en la que un día yo confiaba.

Pero también vi gente honesta pero engañada, trabajadora, pero cansada. Gente humillada casi apagada, con la fe mancillada.

Gente culta pero olvidada, gente un poco frustrada con la calidad de vida muy pisoteada, vi gente con ansias de ser mejor gente, gentes decentes y muy complacientes, gente que quiere a su gente.

Gente que mira, que siente y entiende que somos hermanos.

Gente que tiene bien claro, que aunque sea blanco, rojo o morado, todos, absolutamente todos, después de cada cuatro años seguiremos siendo dominicanos.

Atentamente,
Fabio A. Calderón B.

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Es crueldad

Señor director:
He leído con inmenso pesar la nota de prensa firmada por el  periodista Gustavo Rodríguez, en la edición del martes 10 de agosto, página 8 B, del periódico que Ud. tan acertadamente dirige, sobre el «torneo internacional de cacería del rolón», a celebrarse en nuestro país, organizado por la Asociación Nacional de Cazadores Deportivos, Inc.

Es lamentable que este tipo de actos crueles y salvajes se sigan practicando. Me pregunto cuál es la satisfacción que experimentan estos «deportistas» al apuntar a esas pequeñas e indefensas criaturas y luego dispararles, para posteriormente exhibirlas como trofeos.

Resulta que esta asociación, con una membresía de 600 cazadores, hasta tiene una filosofía de «cacería organizada, donde se practica el equilibrio de la fauna sobre las aves, que están permitidas cazar».

Es de suponer que, en consonancia con tal filosofía, estos «ecologistas y conservacionistas» hacen un gran aporte a nuestro medio ambiente.

Lo más lamentable, sin embargo, para quienes deploramos tales prácticas, es que instituciones como la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, se presten a apoyar y autorizar esta masacre.

No se sabe dónde están las organizaciones defensoras de animales del país (si es que aún existen). Creo que en momentos como éste es cuando deben alzar voces que justifiquen su existencia.

Los días 14 y 15 de este agosto, las personas con la conciencia sensible hacia los derechos de los animales y la conservación de la vida silvestre en general, sentimos en el eco del sonido de los disparos de los cazadores de rolones, que los seres humanos, desgraciadamente, no hemos dado un paso demasiado alargado en la evolución espiritual, desde la lejana época en que se vivía en las cavernas. La diferencia es que en aquel entonces lo hacían por necesidad.

Y por favor, no le llamemos deporte a las matanzas.

Atentamente,
Amarilis Peña Pérez

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Nefasto indicador

Señor director:
Su editorial de HOY, 12 de agosto de 2004, es un dechado de verdades y contradicciones.

Cuando dice: «Aquí se habla, diaria y abundantemente, de índices de precios, inflación acumulada, devaluación… Sin embargo, nada de eso parece medir en su absoluta crudeza la falta de oportunidades que impulsa mucha gente a desafiar…».

A nuestro modesto entender, usted da firmemente en clavo. Es esa la causa de las emigraciones. La falta de oportunidades, falta de oportunidades porque el régimen no permite que las oportunidades existan, todo está monopolizado por el Estado y todos los recursos van al erario para invertirlos en francachelas políticas y en gastos oficiales, con la anuencia y el apoyo de la opinión pública.

Se afirma que con lo que paga una persona para abordar una yola puede poner un negocio y vivir bien. ¿Es así? Quien así opina, ¿ha puesto, con esa suma, un negocio y puede vivir de lo que le produce?

Ese es el meollo del problema, el régimen exprime la ciudadanía, que desesperada se lanza a la nefasta aventura, porque no encuentra oportunidades, el régimen no las permite y la opinión pública está conteste que así se mantenga.

Obsérvese que de Jamaica, que está más cerca de Miami no salen balseros, de Cuba sí. ¿Acaso emigran en yolas de Trinidad y Tobago, de Curazao y Aruba? No emigran, porque allá no se exprime al habitante para que aporte sus recursos al fisco para invertirlos en política ni en gastos estatales. Esa es la diferencia, diferencia que no se compara, los medios de opinión pública no se refieren a ella.

Cuando en su editorial el diario expresa: «Hay que aspirar, siempre, a que nuestra vigilancia de las costas sea cada vez más hermética y efectiva…».

Cabe preguntar: Si se cierran las puertas a los desesperados de la fortuna ¿no se les estará invitando al suicidio?

Muy cortésmente,
Darío Meléndez

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