CARTAS AL DIRECTOR
Seguridad ciudadana

<P>CARTAS AL DIRECTOR <BR>Seguridad ciudadana</P>

Señor director:
La percepción lo es todo, República Dominicana en términos estadísticos es un país bastante seguro en relación a otras naciones de la zona y del mundo, pero los que conviven y comparten en esta media isla en la última década, sabemos que es necesario volver a recobrar los niveles de confianza para desarrollar nuestra vida cotidiana sin temor, transitar sin terror por nuestras calles y avenidas.

La seguridad ciudadana es cada día más frágil y se le considera como una facultad que se cree competencia única y exclusivamente de la Policía Nacional, cuando en realidad es también de la sociedad en su conjunto y en especial de todas las instituciones del Estado con énfasis en las uniformadas, fiscales y jueces. Todos deben establecer una acción preventiva educativa, de predicar con los hechos, y corregir con el ejemplo, de forma que los ciudadanos aprendan a generar espacios de convivencia pacífica, donde la búsqueda a las soluciones de conflictos se realice sin el uso de la violencia; desarrollando una integración horizontal en prevención con las Iglesias, instituciones civiles, gremios, juntas de vecinos, universidades y clubes.

Hay que atacar las causas que generan la delincuencia en nuestras estructuras sociales, que ha convertido el país en una zona franca de facinerosos, que recibe para ensamblaje materia prima y patrones confeccionados en otras naciones y aquí le proporcionamos mano de obra calificada y barata, incentivada por la pobreza, la falta de oportunidades, la desigualdad y la corrupción.

Unos pocos, con su opulencia, poseen la falsa creencia de que todo lo pueden solucionar: como el sistema eléctrico es precario se suplen con plantas e inversores, como los acueductos son deficientes construyen pozos, cisternas y tinacos, como el sistema educativo se deteriora crearon los colegios privados, como respuesta a la deficiencias del sistema de salud ingresaron a los seguros internacionales con inclusión de aviones ambulancia, como el tránsito no se organiza compraron helicópteros y aviones, con el deterioro de las carreteras se incentivaron a comprar vehículos todo terreno (Yipetas), pero con el debilitamiento de la seguridad ciudadana pensaron que se podía resolver con los vigilantes privados, o mudándose a lugares privilegiados, sin imaginar que la delincuencia creciente que hemos fomentado, anidado y prohijado, en una sociedad injusta y decadente, que castiga y condena hoy al niño que no supo proteger en el pasado, tenía raíces más profundas que el origen de sus fortunas. Hoy tememos que las demostraciones de opulencia en las publicaciones sociales, se conviertan en los catálogos de los delincuentes.

A la niñez de los barrios pobres del país, la sociedad le ofrece dos alternativas: la yola o la delincuencia, con ese ritmo podemos materializar la teoría de un gran amigo, que en forma de sueño recibió la revelación de que para solucionar los problemas de la nación, «Hay que vender el país, porque sus dueños no pueden ni saben atenderlo». Los compradores tendrían una gran ventaja, la venta incluye la bandera, el escudo, el himno y la membresía en todos los organismos y foros internacionales con derecho a voz y todo, si son capaces de pagar las cuotas atrasadas.

Las políticas de seguridad ciudadana deben ser cuidadosamente estructuradas con base a reducir: la corrupción, la impunidad, la pobreza, el consumo de sustancias prohibidas, el desempleo y el abuso del poder, para lograr la equidad en la distribución del ingreso y la economía, con la participación del colectivo de la sociedad organizada formando parte de los medios de solución.

Debemos crear y desarrollar la confianza, pero sobre todo fomentar «el sueño dominicano» de amar al suelo que nos vio nacer por lo que somos, asumiendo el trabajo como fuerza inspiradora de bienestar, practicando la igualdad del hombre frente a Dios y la Justicia, encontrando cómo ganar el pan, el vestido y el techo. Somos más que una simple publicidad que exalta nuestros valores a cambio de la riqueza basada en el vicio y la enajenación de un pueblo que merece mejor suerte. Preservando obediencia a su Constitución, respeto por los derechos humanos en su aplicación, con verdaderas acciones de Seguridad Ciudadana.

Atentamente,

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