CARTAS AL DIRECTOR
Un espacio por la paz

CARTAS AL DIRECTOR <BR>Un espacio por la paz

Señor director:
El Centro de los Héroes de Constanza, Maimón y Estero Hondo está a las puertas de cumplir sus cincuenta años de historia (2005), rodeado de un clima medio ambiental degradante, quizás propiciado por el rechazo colectivo de la población al hecho que le dio vida o más bien por nuestra cultura diabólica de despreciar con el tiempo cada lugar creado en nuestra ciudad.

Con calles asfixiadas de automóviles en procura de un espacio para el descanso momentáneo y espacios públicos carentes de cualquier atracción que fomente la comunicación e interacción del usuario con su ámbito, nos encontramos con un espacio ferial que evidencia una atmósfera cargada, imposibilitando la realización de todo tipo de actividades de recreación, lo cual nos advierte de una situación preocupante en toda su área, envenenando gradualmente tanto su interior como su entorno.

Al día de hoy nuestra Feria de la Paz no es la misma que aquella del día 20 de diciembre del 1955 -fecha de su inauguración-, ni el mundo es el mismo hoy que hace cincuenta años. Nos ha tocado habitar en un mundo abrumado por guerras y rumores de guerra, embriagado de pestes y hambres, torturado por la plaga del terrorismo y la violencia urbana.

Desde nuestro punto de vista la Feria de la Paz o Centro de los Héroes debe transformarse en un moderno Recinto Ferial, quebrando toda barrera física y social, franqueada por un marco conceptual basado en nuestra historia y nuestra cultura, así como comentaba el arquitecto Daniel Libesking: «El germen original de la arquitectura se encuentra en la sustancia del alma, y su esencia es la cultura».

Este hito urbano en la historia de nuestra nación se presta para proveer a la ciudadanía de un punto de encuentro, escaso en nuestra urbe, en el que confluya el verdadero sentir tanto de la chica que visita el «mall» como aquella que va de compras a las «pulgas». Desde el punto de vista físico la interacción de actividades proporcionaría un movimiento continuo en la zona, de manera que la mayor ocupación no solo se registraría en una parte del día, sino, sino que la interacción de espacios de comercio y de ocio con instituciones gubernamentales, concentraría nuevos elementos de distracción que eliminarían otros menos beneficiosos para nuestra «Feria». De esa manera mostramos una verdadera libertad y no más libertinaje.

Este centro nos servirá para levantar todos juntos una voz por la paz, tanto a nivel internacional como local, en procura de ser liberados de los males que se vierten sobre nuestros pueblos, de manera que rompamos toda barrera geográfica y pregonemos a todo mundo los atributos de paz y libertad que corren por nuestra sangre quisqueyana, brindando un aporte importante al mundo en que vivimos.

 

Atentamente,

Erick Dorrejo, Arquitecto-urbanista

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Barrera, no Barreras

 

Señor director:

En múltiples oportunidades se da el nombre del general Antonio Imbert «Barreras», con s al final.

Resulta que su segundo apellido es Barrera, sin s.

En efecto, el general Imbert Barrera es hijo de María Consuelo Barrera y de Segundo Imbert. Doña María Consuelo es hija de don Antonio de la Barrera y doña Isabel Steinkopf, el primero español y doña Isabel, alemana.

Por tanto, al general Imbert se le debe escribir Barrera como su apellido materno.

Muy atentamente le saluda,

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